De la goma el sonido

Acostado en camilla en una esquina toma mi pie electricidad, me he aficionado a esa sensación y cada día vengo a terapia física. Suena el pomo de gel que manipula terapeuta y un peo reflejo de mi parte responde, saluda a primo en ámbitos de gomas muertas y solo puedes preguntarte cómo sería estar allí, en un constante inútil saludo: accidente de manifestación similar al oído no nos hace de la misma sangre. Aprovecho que sale la terapeuta a atender la necesidad de otro paciente y subo la electricidad al máximo.

Es el motivo de la terapeuta al salir de mi cubículo lo que estoy midiendo en este nuevo proyecto, no me refiero a la causa o al tiempo de duración sino a sus longitudes accesorias, magnitud múltiple que necesita ser medida por un equipo de profesores infiltrados: la persona con la necesidad a quien va a atender la terapeuta cuando sale de mi cubículo no es otra que un colega, quien ha creado una falsa necesidad fisiátrica para que yo tenga ocasión de hacer mi trabajo. 

No puede pensarse la realidad como un todo, hay que arrugar el resto para concentrar un fragmento, materia que se extiende al apretarla. Me apuro, mido, por mi grado de subjetividad envuelto no puedo saber los resultados enseguida: lo que estoy midiendo es precisamente el grado de subjetividad de la terapeuta, para últimamente alcanzar el valor del ángulo de su giro motivacional entre mi cubículo y el del colega. 

Hasta ahora se había hecho mayormente con ratas de laboratorio, es decir, con novelas, pero sí logró aplicarse efectivamente para predecir las movidas de un asesino en serie que se basaba en novelas. Tuvieron que morir varios antes de obtener el coeficiente adecuado, pero todo crítico tiene sangre en las manos.

La correcta medición del ángulo de giro de un momento en la realidad nos ayudará a predecirla: teóricamente, al enfocar y medir la coyuntura estirada de un momento se pueden medir sus realidades adyacentes, momento en el cual mi colega de hoy falsas quejas fisiátricas deberá tener una razón verdadera para sus terapias, machucarse un pie con ladrillo entre hielos como hice yo: nada podrá fingirse ante la luz escrutadora de un momento enfocado. 

Es necesario probarlo muchas veces, demasiadas, llevamos varias semanas viniendo a las terapias, si se computarizara el proceso claro que sería mucho más ágil, tal vez no haría peligrar el experimento por mi grado de subjetividad envuelto: la sensación de lo eléctrico se ha adueñado de mí, salgo a la calle, el sema ahí botándose, dos pintan de azul fragmentos de acera, señalan parking de impedidos, gracias a mi falso carnet de impedido puedo observar síntomas de relación allí mismo, una vez obtenido lo integro a coeficientes de otros elementos, cuando logre definir la unidad de medida hallaré la expresión completa del ángulo de giro, los signos anunciantes del ser procesual. 

En nombre de la Ciencia debo ahora, como cada noche, limpiar de subjetividad mis acciones, enderezar la inclinación que desvía certeros resultados, es la curva de emoción desplazada lo que debo atenuar, la cercana sensación eléctrica, asesinato vil de hormigas y alfileres fracturados abriéndose camino a través de mi pie.




Causa sin futuro - Javier Marimón

Causa sin futuro

Javier Marimón

A mi puerta un mar de periodistas, académicos, sociólogos insisten, suplican qué ahora hacer recomiendo, que por mi culpa entienden una causa escondida, que he revolcado mucho el avispero. Les digo: “No sabe ingeniero arreglar el reloj que ha creado…”