Visita nocturna
A los zombis de la S.E.
El asesino de mi sombra tocó a la puerta.
Lo acompañaban dos fantasmas.
Venían de un bosque de panteras.
Dejaron los caballos japoneses en el jardín.
Los topos espiaban tras las ventanas del frente.
El perro de la esquina afilaba los colmillos.
Eran las once y treinta y cinco de la noche
del 9 de diciembre.
El asesino no sacó la pistola.
Para hablar con los espectros basta un carné.
Susurró sobre una reunión de nubes.
Mostró un edicto real
y habló del Caballo que agoniza.
Tras la reja,
la sombra de mi sombra lo miró con desdén.
El asesino,
los fantasmas
y los caballos japoneses
volaron a ciegas como la culpa.
Paisaje sin sol
Los zombis del traspatio aúllan
sobre los caballos,
las estatuas
y los guerrilleros.
El Orate devora sueños.
Las momias festejan en el laberinto.
El mar es un catálogo de viajes,
la bandera de una patria de cartón.
Habilitemos un confesionario
sin el braseo de la demencia
que trasborda las calzadas del jardín
donde los topos agitan vanidades,
rencores y omisiones.
La espera perturba a los verdugos
que esconden el miedo bajo la capucha
pero ejecutan sacrificios en las plazas
sin relojes de arena,
bailes,
ni ceremonias.
Paréntesis
Entre semáforos
el tiempo es un paréntesis,
el instante arcoíris
que dispara palabrotas al reloj
y avasalla nuestra prisa.
Entre semáforos
la astucia discreta de los simples
desafía a los audaces bajo el sol,
ese chivato que suplanta la noche
e ilumina los ventanales de la superstición.
Entre semáforos
tiramos los rituales del camuflaje
y el miedo de no estar a la moda
mientras la tribu exhibe sus fantasmas digitales
y los tontos esconden sospechas en los armarios.
Turistas
Vienen en los trenes de la nostalgia
tras las huellas del apocalipsis
y las ruinas del último puerto.
Llegan con hambre de libertad,
abrazan a los mercaderes de alabanzas
perdidos en su propio olvido.
Se despojan en un combate de fantoches,
compran a las sensuales hijas del mar
y bailan al compás de su ritual.
Llevan en sus mochilas los mitos del Paraíso,
los circuitos mentales de sus escribanos
y los amuletos sagrados del retorno.
Palabras con corteza
Hay palabras rotundas que intoxican.
Palabrotas que matan por decreto
y escamotean cascadas de recuerdos
cual derrota que predice otra derrota.
Hay palabras con cortezas
que azotan la ingenuidad.
Relámpagos sin voz ni lluvia.
Ecos de la prisa.
Palabras y palabras que afinan silencios,
liberan gritos,
ahogan susurros.
Hay tantas palabras islas
ceñidas al argot de identidades.
Guturales mutantes que insultan al rocío
e inhiben sonrisas.
Palabras sonoras que resbalan para no caer
en la esperanza del Talvez.
La pesadilla del No ante la angustia del Quizás.
A lo mejor en otro momento.
Las diez sorpresas de la guerra
Por Emmanuel Todd
Emmanuel Todd predijo 15 años antes la caída de la URSS. En su último libro vaticina, como un hecho inevitable y en curso, la derrota de Occidente.