A Carolina Barrero, que me dio el pie forzado, y a la gente que en Cuba pone el cuerpo.
Esta mañana han vuelto las patrullas,
el cerco policial en plena vía,
los mismos golpes a la luz del día
que buscan que en el miedo te diluyas.
Esta mañana han vuelto los voceros
del terror cotidiano que no cesa
a poner las pistolas en la mesa
y las mentiras en los noticieros.
La violencia posa con su sonrisa.
La cámara se apura, ajusta el lente.
Esta mañana acechan las desgracias.
Presto a estrujarte el alma y la camisa,
llega el horror —el cuerpo lo presiente—,
con el silencio de las democracias.
Invitación a Legna Rodríguez Iglesias
No me he leído tus libros, pero eso debo enmendarlo. / Me releo tus columnas y siempre me hacen el día. / En abril, que acá es mes frío, se me congelan las manos / cuando me siento al teclado a cultivar amistades. / Tú estarás allá en Mayami, ocupada en tus labores / y de repente recibes esta nota que se extiende.