Guanabá


Tortuga de la especie Chelonia mydas recién nacida.


La expedición Guanabá partió de La Habana hacia Guanahacabibes el 31 de agosto de 2023, con el objetivo de monitorear los nacimientos de tortugas verdes, Chelonia mydas, en el extremo oeste del archipiélago cubano, en los mares del golfo de México. 

La expedición fue retrasada por el paso del huracán Idalia, que arrasó con las marcas de los nidos y cambió la geología de la playa radicalmente. Como parte del trabajo que realiza la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana desde el año 1998, entramos en este parque natural protegido militarmente, donde muy pocos cubanos tienen la posibilidad de conocer las especies únicas de este lugar, y una geografía distinta al resto del archipiélago cubano. 



Pedregal que el ciclón sacó del mar y dejó en la arena.


Las Tortugas Verdes eran muy comunes en toda la costa de Cuba antes de la llegada de los colonizadores españoles, y se cuenta que fueron parte de su dieta habitual en los primeros años. Son animales marinos, pero salen a tierra a desovar en la arena, donde son muy torpes y no tienen forma de defenderse. 

Actualmente en Guanahacabibes, muchas tortugas verdes visitan las playas en los meses de verano. Abren un hueco en la arena con sus aletas, ponen alrededor de 100 o 160 huevos, y regresan al mar. Los voluntarios de la Facultad de Biología y otros allegados cuentan los huevos, marcan a las tortugas adultas y ayudan a que las tortuguitas lleguen a su destino. 

El paso de un ciclón pudo haber sido fatal para las tortugas. El camino de los nidos hacia el mar ahora estaría interrumpido por piedras, donde quedaron atrapadas más de 800 neonatos de Chelonia mydas en los 18 días que estuvimos en la zona. En cuanto llegamos, encontramos un nacimiento fatalmente enredado en el pedregal, que fue sacado del fondo marino hacia la playa por el huracán. 



Medición de neonatos.


El trabajo de los biólogos consiste en medir las tortuguitas de 50 a 55mm de largo y 40 a 45mm de ancho, calcular el tiempo que demoran caminando y el tiempo que demoran en virarse boca abajo. Así como contar la cantidad que nacen de cada nido, contar los huevos del nido y analizar cuántas nacieron, cuántas no se formaron y cuántas fueron comidas por gusanos y cangrejos antes de nacer. 

También se trabaja con tortugas adultas que vienen a desovar, contando los huevos que ponen, marcándolas con una chapa, midiéndolas y marcando los nidos. 



Tortuga adulta arribando en la noche.


La condición de las tortugas verdes de “especie en peligro de extinción” hace que el trabajo realizado por la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana, desde 1998, sea de vital importancia para el desarrollo de la especie, protegiéndola no solo de accidentes naturales, depredadores comunes y confusiones direccionales de las recién nacidas, sino también de cazadores furtivos que, pese a la prohibición de cazar tortugas, las matan cuando llegan a la arena, muchas veces sin siquiera esperar a que desoven, pues los huevos también son un manjar. 

La presencia de estudiantes y biólogos en las playas espanta a los cazadores, aunque no dejan de verse luces en los alrededores, ni de encontrarse cadáveres de tortugas enterradas. 

El trabajo de los guardacostas y guardaparques no logra erradicar la matanza de tortugas. Esta es una práctica tradicional que, pese a las leyes que prohíben el tráfico de su carne y sus conchas, está muy bien costeada en el mercado negro. De alguna forma, los cazadores pasan los puntos de control en sus vehículos, cargando la carne de estos animales indefensos. 

Matarlas es muy fácil, ya que en tierra son muy lentas y no hacen más que lanzar arena para espantar a sus depredadores. Donde mismo las cazan, las abren y sacan lo que no necesitan y lo entierran en la arena, dejando en algunas zonas cementerios de tortugas. 

Muchas veces ni siquiera esperan a que desoven, volviendo esta práctica inconsciente y criminal, además de ilegal.  



Cadáver de tortuga enterrado en la playa.


Las tortuguitas pueden nacer a cualquier hora, pero prefieren hacerlo en la noche. 

Salen de los huevos profundamente enterrados y comienzan a excavar la arena para llegar a la superficie. Muchas quedan enterradas por piedras que llegan posteriormente al desove. 

Al salir de la arena, avanzan ágiles hacia el mar. Este será el momento más peligroso de sus vidas, pues son demasiados los depredadores que las esperan, como cangrejos, aves, majases, perros, cerdos, gatos. 

Al llegar al mar, se nota su facilidad para dejarse llevar por la corriente, y se pierden rápidamente entre las olas, a una velocidad que no pudimos seguir, excepto por una neonata que el capitán de la expedición, Jandro, pudo seguir hasta los diez metros de profundidad, mientras se alejaba rápidamente hacia altamar. 

Esta peripecia fue premiada con el privilegio de encontrar a una tortuga adulta en esas aguas y esta lo rodeó curiosamente, y cuando él trató de acercarse, esta se ahuyentó, alejándose rauda. 

El rostro del capitán al regresar de esta aventura estaba lleno de alegría, ya que en los más de 10 años que lleva monitoreando tortugas y buceando en estos mares, nunca había visto una escena del virtuoso nadar de la Chelonia mydas







Neonatos saliendo a la superficie.






Neonato llegando al mar.






Jandro, capitán de la expedición.


Lejos de ser una experiencia vacacional en las playas de Pinar del Río, el duro trabajo, que se realiza durante más de dos semanas sin descanso, agota duramente a los equipos, sumado a la precariedad de las condiciones del campamento, y sobre todo a la invencible plaga de jejenes y mosquitos.                                                      

Pero la diversidad en la flora y fauna del lugar atrapa a los amantes de la naturaleza. El silencio y la pureza del aire, el cielo nocturno y el sonido de las olas convierten la experiencia en un tiempo mágico donde el alma se sana y el ego se acalla. 



Guanales cercanos al campamento.


Más de veinte años se llevan monitoreando las tortugas en estas playas, y realizando acciones de gran valor para la supervivencia de la especie. Pero las condiciones del campamento son tan precarias que se diría que son salvajes. 

Solo una endeble choza de palos y guano sin ningún refinamiento aguarda a los científicos cada año. Un tanque es llenado cada muchos días por los guardaparques con agua para beber, bañarse, y todas las demás necesidades, y nunca está realmente limpia. 

Sin electricidad, ni gas para cocinar, ni seguridad alguna ante posibles tormentas, muy lejos de cualquier médico o medicina, los estudiantes suelen pasar tres semanas o un mes realizando esta ardua labor en este monte cerrado y peligroso, lleno de especies salvajes y todo tipo de peligros. 

Todos los días se abrían los nidos ya nacidos, y se contaban los huevos, llevando un registro minucioso del proceso de nacimiento.



Excavación en un posible nido.






Análisis de nido.






Nido de tortugas.






Huevos de tortuga sin nacer.


En cada nido puede haber entre 60 y 150 huevos, y es muy variado el porciento de tortugas que llegan a nacer de cada grupo. 

Enterradas aproximadamente a 20 metros de la orilla, el promedio de la profundidad es de 20 cm.



Tortuga cavando un hueco en la arena.


Las tortugas adultas son, a pesar de su gran tamaño y su fuerza, animales inofensivos y pacíficos, aunque se incomodan con la presencia humana. 

En tierra son lentas y caprichosas a la hora de buscar sitio donde desovar. En la arena excavan un hueco con sus patas delanteras y traseras, pero cualquier interrupción puede hacerlas cambiar de idea y buscar otro sitio donde abrir otro hueco. Algunas veces regresan al agua sin poner los huevos, para regresar en otro momento. Los humanos las ahuyentan, así como la luz artificial, que las confunde. 

Al terminar el hueco se deciden a desovar, entonces entran como en trance, y comienzan a pujar los huevos, que caen dentro del hueco en la arena. Este proceso dura alrededor de 30 minutos y nada las interrumpe, permanecen quietas. 

A cada rato suspiran, dando la impresión de estar haciendo un gran esfuerzo. Este momento es aprovechado por los biólogos para contar los huevos mientras van cayendo, medir el caparazón y observar al animal, pues mientras pone los huevos, no importa que la toques o hables cerca, ella se mantiene concentrada en su tarea. 

Al terminar, comienza a enterrar el nido, tratando de espantar a los científicos lanzándoles arena con fuerza, pero jamás agreden, ni muerden, por mucho que te acerques. 

Otro de los trabajos consiste en poner una chapilla en la aleta derecha de las tortugas adultas, para contabilizarlas. Esto se realiza luego de que pongan los huevos. 



Monitoreo nocturno de tortugas adultas.






Tortuga cubriendo el nido.


Cargados de vida, los corales están muy cerca de la costa en esta zona, y se pueden encontrar muchas especies de peces y langostas. El blanqueamiento de los corales es muy visible. 

Hay numerosas embarcaciones encalladas en las orillas de la playa, siendo casas para los animales del mar. Es común encontrar picúas y tiburones en las zonas profundas. 

Muchas historias acerca de tesoros escondidos en la zona le dan un aire misterioso al Cabo de San Antonio. Es que estas playas eran muy transitadas por barcos piratas, perfectas para ellos por estar deshabitadas y por tener un monte impenetrable. 

Hoy es un parque natural donde se crían animales sueltos, como cochinos, vacas, venados, caballos. Hay muchas jutías, iguanas, murciélagos, especies endémicas de aves, perros jíbaros, insectos raros, macaos, ratones, como también una vegetación muy variada y tupida. 



Pedazo de barco encallado en la orilla. 






Espumas del mar.


Las playas están altamente contaminadas de plásticos que vienen del mar, siendo innumerables los pomos en la orilla. Aun así, la belleza de la fauna marina impresiona. 

Mucha pasión se nota en los jóvenes que van año tras año a realizar este hermoso trabajo. Nuestro equipo, de cinco integrantes, regresó con innumerables experiencias y el buen karma que proporciona ayudar a una especie tan valiosa para que pueble nuevamente nuestras costas, como cuentan las historias del principio de la colonia, cuando todas las costas de Cuba estaban atestadas de tortugas. 

Solo un nido de Caguama, Caretta caretta, pudimos monitorear. Esta especie estaba muy relacionada con las civilizaciones precolombinas, contándose en las leyendas que fue el animal que ayudó a sobrevivir a los taínos, a cambio de que estos la cuidaran. También llamada “Tortuga boba”, esta especie está en grave peligro de extinción. 

Otras especies pueblan la península. Venados salvajes suelen ser vistos paseando por las playas o en los montes. Grandes iguanas visitaban nuestro campamento diariamente. Cerdos salvajes, y manadas de caballos también se relacionaban curiosos con los humanos. 

En una madrugada, el capitán Jandro tuvo la habilidad de montar sobre una yegua salvaje que venía con otros caballos. Esperando que esta lo llevara por los secretos del monte, la yegua no avanzó mucho y se dedicó a comer yerba, pero surgió una linda amistad entre ellos, que luego se reencontrarían y se saludarían con caricias. 



Campamento de Jejenia, en la playa La Barca.






Luna llena en la playa La Barca.





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Por Hypermedia

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