Las cosas han cambiado, nos dicen. A partir de ahora, todo será diferente. La fiesta ha terminado. Por estos días, llueven las advertencias de todo tipo, ese latiguillo de los predicadores y los especialistas en lugares comunes, gente que no mira demasiado hacia arriba, que es lo que suelen hacer los poetas. Dejo aquí mi versión de este poema de Elizabeth Bishop. Tiene algo de la atmósfera de la Belle Epoque, algo de Gran Gatsby. Nunca he entendido lo de los «cráteres sin mercado» (algunos traductores, como Jeannette Clariond, sencillamente desaparecen el marketless); supongo que es algo que se opone a la rutina económica de los cargueros marítimos. El poema no está en sus tres libros más conocidos, sino en la sección «New and Uncollected Work» de los Complete Poems que publicó en 1969. John Ashbery, al reseñarlo, rezó porque hubiera más de esos.
Canción
Se acabó el verano en el mar.
El yate de placer, el ser social,
que bailó sobre un piso pulido, interminable,
y pisó y esquivó, igual que Fred Astaire,
se fue, se fue, ya ha anclado en otra orilla.
Los amigos partieron, el mar está desierto
allí donde flotaban las frescas algas verdes.
Sólo los cargueros herrumbrosos
rebasan los lunares cráteres sin mercado
y las estrellas son los únicos barcos de placer.
Song
Summer is over upon the sea.
The pleasure yacht, the social being,
that danced on the endless polished floor
stepped and side-stepped like Fred Astaire,
is gone, is gone, docked somewhere ashore.
The friends have left, the sea is bare
that was strewn with floating, fresh green weeds.
Only the rusty-sided freighters
go past the moon’s marketless craters
and the stars are the only ships of pleasure.