En 1999, cuando todavía vivía en México, traduje para las ediciones Poesía y Poética que dirigía el poeta Hugo Gola el Cuaderno di quattro anni, de Eugenio Montale. Hay en ese libro de su llamada “segunda época”, lleno de humor negro, muchos poemas que hoy valdría la pena releer. Quiero dar noticia de este, cuya inesperada actualidad (ese chillido del murciélago convertido en trompeta apocalíptica) me golpeó esta mañana:
Las horas nocturnas
Habrá que esperar bastante antes de que la crónica
se disfrace de historia.
Sólo entonces el vuelo de una hormiga
(el único que importa) será de águila.
Sólo entonces el chillido del murciélago
nos parecerá la trompeta del dies irae.
El problema es que están los bachilleres
y hay que meterlos a todos en algún hueco
para expulsarlos luego cuando llegue lo bello.
Desgraciadamente lo bello (o lo feo) está en la nevera
no se ve quien quiera o pueda sacarlo.
El murciélago chilla sólo en el crepúsculo
de aquello que una vez se llamó el día,
pero ya no tenemos más jornadas,
somos todos una negra colada indivisible
que podría detenerse
o enfriarse no se sabe
en provecho de quién.
Le ore della sera
Dovremo attendere un pezzo prima che la cronaca
si camuffi in storia.
Solo allora il volo di una formica
(il solo che interessi) sarà d’aquila
Solo allora il fischietto del pipistrello
ci parrà la trombetta del dies irae.
Il fatto è che ci sono i baccalaureandi
e bisogna cacciarli tutti in qualche buco
per scacciarneli poi se verrà il bello.
Purtroppo il bello (o brutto) è in frigorifero
nè si vede chi voglia o possa trarnelo fuori.
Il pipistrello stride solo al crepuscolo
di ciò che un tempo si diceva il giorno
ma ormai non abbiamo più giornate
siamo tutti una nera colata indivisibile
che potrebbe arrestarsi
o farsi scolaticcio non si sa
con vantaggio di chi.