La vista reciente en TV de la desolación que invade algunos pueblos de Cataluña en medio de la pandemia, y la triste situación de los ancianos en los asilos de esos pueblos y pequeñas ciudades del interior, me hizo recordar mi poema preferido de Joan Vinyoli (1914-1984), ese gran poeta catalán, tan poco leído. Es parte del libro Tot és ara i res (1970).
Sobre el sentido del genitivo de Virgilio que sirve como título, pueden abundar aquí.
En la plaza de Begur estaba el bar Frigola, al que hace referencia el poema. Allí la gente del pueblo convivía, tomaba el aperitivo o el café, mientras en la plaza se bailaba y se tocaban sardanas (de ahí la alusión a la tenora, instrumento de viento). Ahora el bar ha sido sustituido por la sucursal de un banco y en la plaza hay una placa donde puede leerse un fragmento de esto:
Sunt lacrimae rerum
En Tamariu, donde el Pere Patxei,
pídete un cremat, bebamos poco a poco
a la hora en la que el mar se pone gris.
Lloran las cosas, llora el tiempo,
llora la vida no vivida,
llora también esa que ya vivimos.
Sunt lacrimae rerum.
Ay, este “ay” es el arrullo
de muchas horas, cuando andábamos siempre
por el viejo arenero mirando el ancho mar
chisporroteante, hablando con metáforas:
La dolencia de amor que no se cura
sino con la presencia y la figura.
Ahora soy una rata espantada que sale de lo oscuro
y corre a esconderse en cualquier agujero.
Pero cuando me acuerdo de los amigos muertos
irremisiblemente, los insustituibles,
me vuelvo un girasol que brota del estiércol
y hace como quien habla con voz empañada
en una cálida tarde de verano,
ante las sonrisas de los muertos que se le acercan.
De pronto, la tenora
resuena en Pals y miramos las islas
y la Torre de las Horas, y, como siempre, digo:
Ante estas cosas debemos llorar.
Pasa la tarde sobre los arrozales
anegados del Ampurdán.
Se hace tarde, ya es hora de volver a Begur
en el autobús que nos deja en la plaza.
Vayamos al bar, a comer las almejas
de aperitivo, con limón y pimienta.
Cae la noche, la noche fantasmagórica
del rey Begur que domina el castillo,
la noche de los faros, de las barcas con luces
y del altísimo cielo estrellado.
Todo gira como en un parque de atracciones,
pero tú y yo vivimos en el centro del círculo
donde es imperceptible el movimiento.
Cinco de la mañana. Todo duerme, menos las gaviotas
y las golondrinas que chillan, lanzadas.
Que el verano chapucero no haga mucho daño,
Ayudémonos los unos a los otros.
Con paciencia, moderación, buen vino,
para no caer por el despeñadero.
Los árboles se agrietan,
los frutales chorrean goma.
Sunt lacrimae rerum
A Tamariu, a casa en Pere Patxei,
encomana un cremat, beurem a poc a poc
a l’hora que la mar s’agrisa.
Ploren les coses, plora el temps,
plora la vida no viscuda,
plora també la vida que hem viscut.
Sunt lacrimae rerum.
Ai, aquest “ai” és un bressol
de moltes hores en què sempre anàvem
pel vell sorral i vèiem l’ample mar
guspirejant parlant-nos en metàfores.
La dolencia de amor que no se cura
sino con la presencia y la figura.
Ara sóc una rata espantada que surt de la fosca
i corre a amagar-se en qualsevol forat.
Però quan em recordo dels amics que han mort
irremissiblement, els insubstituïbles,
em torno un gira-sol que puja d’un femer
i fa com un que parla amb entelada veu,
en una tarda càlida d’estiu,
devant el somriure dels morts que se li fan propers.
Ara tot d’una la tenora
ressona a Pals i contemplem les illes
i sempre dic, mirant la Torre de les Hores:
devant aquestes coses cal plorar.
Passa la tarda sobre els camps d’arròs
de l’Empordà xops d’aigua.
És tard, és hora de tornar a Begur
en l’autocar que ens deixarà a la plaça.
Anem al bar i prenguem l’aperitiu amb cloïsses
ben amanides amb llimona i pebre.
Cau la nit, la nit fantasmagórica
del rei Begur que senyoreja el castell,
la nit dels fars i de les barques a l’encesa,
del cel altíssim estelat.
Tot giravolta com en un parc d’atraccions,
però tu i jo vivim al botó de la roda,
on és imperceptible el moviment.
Són les cinc del matí. Tot dorm excepte els gavians
i les orenetes que xisclen, llançades.
Que l’estiu matusser no faci gaire mal.
Ajudem-nos els uns als altres
amb paciència, bon vi, moderació,
per no caure en el daltabaix.
Els arbres es clivellen,
els fruiters regalimen goma.