Tanka (del Diario de Sarashina)

Es triste cuando el encierro llega junto con la primavera. En el siglo XI, una cortesana japonesa (no sabemos su nombre; los historiadores la llaman Sugawara no Takasue no musume, que significa «hija de Sugawara no Takasue», mientras que otros la citan con un topónimo: Lady Sarashina) se paseó por un pequeño valle entre las colinas que se alzan al oeste de Kioto, y advirtió la tristeza del sakura en un lugar donde no parecía haber rastro humano. Escribió entonces este célebre tanka, elogio de la melancolía, que es parte del llamado Diario de Sarashina (Sarashina Nikki):

En la montaña,
lejos de las ciudades,
unos cerezos
desperdician sus flores
sin nadie para verlos.


Traduzco de una de las tantas versiones inglesas («Far from towns, in the heart of the mountain,/ The cherry blooms, and wastes its blooms away /With none to see»), la de Annie Shepley Omori y Kochi Doi, que prologó Amy Lowell. He consultado también la traducción de Ivan Morris (Penguin Classics, 1971) y la de Sonja Arntzen y Moriyuki Itō (Columbia University Press, 2018). Hay una versión, algo más torpe y sin métrica, de Akiko Imoto y Carlos Rubio en español: Sueños y ensoñaciones de una dama de Heian (Atalanta, 2008).


Para los que entiendan japonés antiguo, este es el tanka original:

さととをみあまりおくなる山ぢには花見にとても人こざりけり