Brigadas de solidaridad con Cuba o el “turismo cultural militante”

En el pasado mes de julio, integrantes de la XXXIII Brigada Puertorriqueña Juan Rius Rivera de Solidaridad con Cuba visitaron la Isla. Entre los encuentros organizados resaltaron citas con diferentes órganos e instituciones oficiales en varias provincias del país. En Sancti Spíritus, los visitantes se sumaron a las celebraciones por el 26 de julio, fecha establecida en el calendario oficial como cúspide de la acción armada rebelde contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Durante ese acto, tanto la brigada boricua como la José Martí (de Europa) y la Sociedad Cultural José Martí (de Estados Unidos) se reunieron con el presidente cubano Miguel Díaz-Canel; el canciller Bruno Rodríguez Parrilla; Deivy Pérez Martín, secretaria del Partido Comunista en Sancti Spítirus; Alexis Lorente, gobernador de la provincia, y Fernando González, presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP).



XXXIII Brigada Puertorriqueña Juan Rius Rivera de Solidaridad con Cuba en encuentro con Miguel Díaz-Canel. Escambray (2024).


Días antes, la brigada puertorriqueña había compartido en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) con sus directivos. En esa ocasión concurrieron a la Galería Villa Manuela, entre otros espacios culturales oficiales. En estos encuentros, según portavoces del grupo, se reconoció la importancia de la cultura como símbolo de resistencia ante “el alarmante avance de procesos de dominación hegemónica”.

Este es uno de los tantos viajes que realiza el grupo de activistas simpatizantes de la Revolución cubana. En los años 2014, 2017, 2019 y 2022 se tiene registro de la presencia de esta delegación en el país, siempre teniendo contactos y encuentros con la dirigencia cultural y política.



Visita de la XXXIII Brigada Puertorriqueña Juan Rius Rivera de Solidaridad con Cuba a la UNEAC. @UNEAC_online, (2024).


Cuba: parque zoológico de una militancia trasnochada

En general, son varias las brigadas extranjeras de intercambio, solidaridad y trabajo voluntario que llegan a Cuba en efemérides significativas para la historiografía revolucionaria. Estos “amigos” del pueblo cubano apenas comparten espacios o experiencias con los cubanos de a pie en sus celebraciones. Más bien disfrutan de atenciones, espectáculos político-culturales y reuniones de trabajo encapsuladas en un muestreo del deformado socialismo tropical. Sus integrantes son así expuestos a “experiencias directas” en itinerarios que incluyen comunidades, instituciones y programas selectos donde asumen la posición pasiva de observantes. En Cuba existen fincas, escuelas y barrios modelos que reciben una y otra vez a los mismos visitantes, quienes conversan con una sociedad civil orgánica y admiran iniciativas vinculadas y permitidas por el Estado. 

De tal modo, activistas que genuinamente pueden ejercer sus derechos políticos en sus países de origen, que pueden movilizarse y exigir cambios a sus gobiernos, alaban la puesta en escena de un Estado autonomofóbico que no permite semejantes estructuras en sus predios. Si alguno de estos militantes conmovidos por la experiencia de “lo cubano revolucionario” se aventurara a preguntar o criticar más allá de la ruta establecida, sería expulsado y vetado en el país. Esto ya ha ocurrido con intelectuales, grupos activistas y organizaciones marxistas o reconocidas dentro de la izquierda que alguna vez hicieron declaraciones “incómodas” al mensaje oficial. 


Instrumentalización autocrática de las militancias socioculturales

Para las autocracias, estas militancias son sujetos de legitimación, propaganda y promoción de valores sistémicos. La intención ha estado siempre servida para la administración cubana. Uno de los órganos gestores de estas colaboraciones es el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, que desde el año 1960 promueve y mantiene estrecho vínculo con asociaciones, sociedades y movimientos sociales que:

  • comulgan con las políticas estatales; 
  • viajan sistemáticamente al país; 
  • generan iniciativas en el exterior de apoyo a “lo cubano revolucionario”. 


Brigadas de solidaridad llegan a Santiago de Cuba. Sierramaestra.cu (2023).


Es una empresa bien montada. Por ejemplo, el ICAP, en conjunto con la agencia de viajes especializados Amistur S.A., ha convocado anualmente desde la década de los setenta las visitas de grupos en forma de “brigadas internacionales de solidaridad”. Como resultado, pero también objeto de este tipo de militancia, se ha promovido igualmente un “turismo revolucionario” y un “turismo militante o brigadista”.[1]

El hospedaje de este turismo militante o brigadista no es un caso novedoso ni único en Cuba. Tanto en la URSS como en la República Popular China, los gobiernos buscaron la legitimación de su reinvención nacional a partir de circunstancias militantes internacionales. Tras la apertura china en los setenta, la formulación romantizada de políticas de solidaridad en lo cultural determinó la reproducción de ciertos “paquetes ideológicos” con narrativas que exportaban metáforas, eslóganes, símbolos y apelaciones de convergencia con el mensaje instituyente. 

En lo referente a Cuba, la repetición por parte de estas brigadas de lo enseñado por la élite dominante es una de las estrategias mejor diseñadas para la amplificación de su poder, ya que:

  • legitima una imagen distorsionada de la realidad cubana; 
  • camufla/justifica los efectos fallidos de su administración (con el argumento del “bloqueo”, por ejemplo);
  • expande a la región la proyección simbólica del mensaje (a través de universidades, asociaciones y espacios culturales); 
  • fortalece la proyección hacia el exterior en mecanismos de activismo internacional (con paralelismos de causas. Ejemplo: Movimiento pro-Palestina);
  • canaliza financiamiento y asistencia para la política en la Isla (en forma de donativos y credibilidad para préstamos);
  • obstaculiza proyecciones similares en grupos críticos al mensaje que exportan.

El sesgo del que cojean estas militancias es tan profundo que, teniendo como ídolos fundacionales al independentista boricua Oscar López, quien cumpliera 35 años de prisión, nunca indagarían o se pronunciarían por los cientos de presos políticos actualmente recluidos en Cuba con condenas de hasta más de veinte años de cárcel.

El Observatorio de Derechos Culturales rechaza la utilización de la cultura como supuesto recurso contrahegemónico selectivo y al servicio de la promoción iliberal en la región. Como hemos denunciado antes, estas iniciativas funcionan de manera similar a brigadas paramilitares destinadas a la legitimación de procesos opacos (elecciones manipuladas, medidas coercitivas), mientras callan premeditadamente las experiencias reales de los pueblos oprimidos. El Observatorio de Derechos Culturales condena la generación e instrumentalización de estos mecanismos que desvirtúan el compromiso y la honestidad del verdadero activismo, coherente con la justicia social, la responsabilidad intergeneracional y la democracia.





Nota:
[1] Ver al respecto: Gascón, J. (2009). El turismo en la cooperación internacional: De las brigadas internacionalistas al turismo solidario. Icaria y Coronado, G. (2008). “Insurgencia y turismo: reflexiones sobre el impacto del turista politizado en Chiapas”, Pasos Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 6 (1), pp. 53-68.





abela-a-pesar-de-abela-una-rumba-en-la-galeria-zak-i

Abela a pesar de Abela: una rumba en la Galería Zak (I)

Por José Antonio Navarrete

Cuando se fue a París, Abela era en Cuba un artista promisorio entre los nuevos, es decir, entre aquellos interesados en explorar un arte cubano moderno. Cuando regresó, venía respaldado por los triunfos que había conquistado allí como artista.