Lo que me viene a la mente cuando pienso en Samuel Riera es un molino; un molino de escala pequeña al que le trepan unos retoños de frijoles chinos por todos lados. Le conocí en la Feria de Iniciativas Responsables en cuarentena que se realizó en Estudio 50 en el mes de agosto de 2020; recuerdo que su ingeniería fue lo primero que me atrajo de toda la exposición. Aquel molino burlaba cualquier condición derrotista de quien pudo haberse sentido limitado por la pandemia y la escasez de recursos.
Riera, en actitud quijotesca, venció la densa arenisca que provocan el tedio, los espacios vacíos y las horas muertas. El delantal que usaba para proteger su ropa de las salpicaduras de sus creaciones artísticas, lo usa hoy para entrar en la cocina y continuar creando. Crear es para él un proceso que no se detiene; en ese fluir eterno, Riera aborda el día como un virtuoso emprendedor.
En la distancia, ¿cómo recuerda su trabajo anterior a la pandemia en relación con el proyecto Doña Clara?
Realmente no estoy tan distanciado porque aún convivo en la misma casa donde yo exhibía. Hace mucho tiempo dejé de exhibir en galerías por miles de situaciones y luego dejé de hacerlo en mi propia casa-estudio. Por tanto, no estoy tan divorciado porque, a fin de cuentas, he extrapolado el arte y la producción artística a una producción de tipo hogareña con productos alimenticios. Lo que hago es poner más en función del diseño y la impresión.
Para mí la impresión siempre ha tenido mucha importancia porque me gradué de Artes Gráficas en la Academia de San Alejandro, en la especialidad de grabador; entonces, todo lo que es el sistema de impresión, la utilización de papelería y todo lo demás siempre me ha fascinado y no me resulta tan difícil. Siempre trato de combinar el diseño con carácter culinario a través del color, la forma, la imagen, etcétera.
¿Qué sucede? Que lo que se está haciendo no es un cuadro, sino algo de carácter alimenticio. Quizás hasta las sensaciones de las personas sean mucho más amplias de lo que pueden muchas veces percibir dentro de una obra de arte, porque esta es mucho más exclusiva que una jalea para todos, por ejemplo. Es muy atractivo ver cómo todos te dicen cosas positivas sobre lo que estás haciendo y recibes una buena impresión siempre. Por lo que siento que no estoy fuera del todo de lo que hacía antes. Pasa que no hay público de galería por la pandemia, pero por lo demás, hay público de todo tipo.
¿Qué significa para usted ser emprendedor en Cuba y sobre todo en estas condiciones?
Esa es una realidad rarísima porque hasta ahora la condición de emprendimiento no se ha reconocido; todavía se tiene dudas sobre la realidad de ser un emprendedor. Incluso he visto que hay escuelas de emprendimientos y no sé si la condición de hacer o emprender necesite de estudios; quizás sí. No es una crítica la que estoy haciendo, sino que la actitud, la voluntad por hacer es una característica que siempre ha estado en mí, una actitud permanente por transformar, por construir. Eso lo tiene todo emprendedor por naturaleza.
Ahora, la sociedad debe entender que emprender algo es la manifestación creativa de cualquier pensamiento o idea y puede estar relacionada a un negocio en específico. Es una labor muy positiva. En el mundo actual los emprendedores tienen una posición frente a lo que es el gran mercado. El emprendedor es el creativo, la persona que inicia una labor y el producto puede alcanzar las magnitudes que se proponga. Por eso se admira tanto.
Cuba debería tener una visión también parecida porque los que están creando las bases son todos emprendedores que crean el modelo de necesidad. Si necesitas, por ejemplo, especias, el primero que va a brindarte esas especias es el emprendedor, va a darte todas las posibilidades; luego la industria la va a procesar y hará otras cosas, pero el emprendedor es la base. Creo que hay que mirar con positivismo al hombre creativo, a la mujer creativa o el niño creativo.
Una de las áreas importantes del emprendimiento es el trabajo con la comunidad, ¿cree que esto se debería potenciar?
Sí, el trabajo con la comunidad es diferente al trabajo comunitario. El emprendimiento se relaciona con la necesidad y la comunidad. Entonces, el emprendedor es el iniciador y por eso siempre está estudiando, cerciorándose de qué es lo que necesita cada sector al que se dirige. Por eso creo que siempre debe acercarse a la comunidad para conocer esas necesidades y así poder complacerlas.
¿Se podría decir que Doña Clara continuará mutando?
Doña Clara seguirá siendo un emprendimiento con un primordial deseo de investigación, renovación y acercamiento a una alimentación atractiva, tradicional, familiar, con algo de historia y resiliencia. Nuestra idea en la actualidad es acoplarla a las labores retomadas de Riera Studio, siempre incorporándole arte y un delicioso gusto. Son muchas las ideas que pondremos en marcha.
Samuel Riera.
¿Para usted el emprendimiento es un acto maleable; o sea, necesita adaptarse a un contexto o puede crear el contexto?
El emprendimiento, desde mi experiencia, es un acto de mucha responsabilidad. Emprender requiere de esfuerzo, tiempo, economía, por lo que no debe de tomarse a la ligera, ya que con ello ganas o pierdes. La seriedad y la responsabilidad son algunos de sus principales valores.
El contexto también juega un papel importante ya que, según la realidad, tu acción resplandece o se mantiene flotante, esperando oportunidades, y oportunidades es lo que más necesita un emprendedor para crecer.
Una sociedad o comunidad que apoye es otra de las razones para sustentar el emprendimiento; una sociedad que comprenda cada vez más que hay que ayudar y aportar. El emprendimiento es creatividad constante, un ejercicio de renovación en el comercio dispuesto en llegar hacia un receptor directo y satisfacer sus necesidades.
* Agradecimientos especiales a Ulises Padrón.
© Imágenes de interior y portada: Doña Clara.
Mi Habana 502
Mi Habana tal vez comience a ser solo un recuerdo, porque mi Habana, también, fue como una madre sin recursos que al ver que no podía darme un futuro, me dio en adopción para que me marchara en busca de algo mejor.