La Uneac y su circunstancia al X Congreso

Entre el 1 y el 2 de noviembre de este año se celebrará el X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), bajo el lema “La cultura es la Patria”. Según sus convocantes, uno de los puntos principales de la agenda es “la necesidad de abordar los problemas de la creación artística con sentido crítico (…) en tiempos donde la evolución tecnológica, las transformaciones sociales y los desafíos económicos impactan directamente la creación”. 



Cartel promocional X Congreso de la Uneac (2024). Imagen: Facebook.


En el mismo llamado, los comisarios apuntan la relevancia de “la proyección social del arte” (…) “los artistas no viven en torres de marfil (…) y su obra contribuye a la formación de valores, la creación de conciencia y el enriquecimiento espiritual de la ciudadanía”. De tal manera, la Uneac asegura que forma parte de los debates públicos de la nación desde una “cultura inclusiva y transformadora”. Por último, aseveran que el Congreso será “una oportunidad para reafirmar el rol de la organización [como] un espacio de confluencia donde los artistas pueden dialogar, confrontar ideas y proyectar sus visiones”. 

Según declaraciones de Marta Bonet, presidenta de la organización, otro enfoque importante del cónclave será el funcionamiento de las delegaciones territoriales, así como su labor comunitaria. Hasta entonces, los comités provinciales sostienen asambleas de balance para aunar los planteamientos territoriales con vistas al Congreso.



Directivos de la Uneac en reunión de trabajo (2024). Foto: RadioHC.


Hasta ahora, ningún comunicado oficial ha declarado explícitamente los problemas, desafíos y estrategias que la Uneac seguirá en torno a la convulsa vida cultural del país. En cambio, en los mensajes ha primado el lenguaje vago y florido, plegado a estamentos burocráticos y politizados. ¿Qué esperar realmente del encuentro que, en teoría, aúna a escritores, artistas e intelectuales cubanos? Poca cosa, considerando precisamente la pasividad del grueso del capital humano que integra sus filas, la falta de representatividad en un amplio sector cultural de la Isla, así como su accionar represivo de conjunto con los órganos de la Seguridad del Estado. 

Al respecto, en tanto se trata de una organización que pareciera no tener más que ofrecer que promesas incumplidas y amenazas efectivas, el ODC comparte algunas consideraciones adicionales:


Criminalización de artistas e intelectuales cubanos

A juzgar por la práctica de la exclusión y las declaraciones de apego incondicional a la narrativa más ideológica y conservadora del Estado cubano, la Uneac, más que un organismo cultural que concilia la política cultural del país, resulta en una estructura paramilitar que replica el discurso criminalizador del Gobierno ante todo creador que muestre un criterio divergente a sus planteos hegemónicos. Como ejemplo de la organicidad y subordinación de su estructura a la égida del Partido Comunista, queda la liberación del cargo, a principios de año, de su anterior presidente, Luis Morlote, para ser “promovido” como “funcionario de la estructura auxiliar del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en el área ideológica”. A su vez, la que entonces fuera escalada a vicepresidenta primera, la periodista y funcionaria Magda Resik, sería la encargada de desprestigiar el documental censurado La Habana de Fito, así como realizar asesinato mediático de la reputación a su director Juan Pin Vilar, reconocido realizador cubano.



Uneac en sesión del Consejo Nacional (2024). Foto: periódico Trabajadores.


Esta no es una postura nueva, sino que parte del criterio organizacional de la Unión al fundarse en 1961, a mes y medio de que Fidel Castro intimidara a los intelectuales cubanos en la Biblioteca Nacional. Desde entonces, la organización ha usado como carta de presentación el eslogan que marca la política cultural cubana según aquel discurso personalista y autocrático: “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada”. Este ha sido, además, el recurso manido de sus dirigentes por más de seis décadas para justificar todo tipo de atropellos e intentar convertir a intelectuales críticos en “no personas”, como advirtiera el escritor proscrito Reinaldo Arenas. Incluso en la actualidad, cuando los directivos aseguran que el Congreso debe adecuarse a los tiempos que corren, usan como argumento esta y otras ideas parteaguas que sirven como llaves de fuerza a la libertad creativa en el país.

Entre las evidencias recientes del desdeño y la censura para con sus propios integrantes se encuentra la expulsión, por parte de la directiva del Comité Provincial de la Uneac de Matanzas, de la prestigiosa intelectual cubana Alina Bárbara López, el pasado 12 de septiembre. La decisión, sin derecho a apelación ni oportunidad de debate, fue comunicada de forma verbal violando los propios estatutos blandidos por el comisario de turno, en lo que muchos artistas consideraron una acción politizada y represiva. 

En consecuencia, artistas como el actor Luis Alberto García e intelectuales como Jorge Fernández Era expresaron su apoyo a la profesora (en el caso del primero) o renunciaron a su membresía en la oficialista Unión (en lo tocante al segundo), demostrando mayor escisión e inconformidad al interior y allende la organización. Posteriormente, la misma institución que fomenta el diálogo y el intercambio para el próximo Congreso, publicó en el periódico Granma, vocero del PCC, el panfleto “Los valientes y los cobardes”, en que se afirma que los artistas e intelectuales que reclamaron los derechos de López eran “colonizados” y “fomentaban la división”.



Fragmento de la declaración de Fernández Era para su renuncia a la Uneac (2024). Imagen: Facebook.


En testimonio de la intelectual Alina Bárbara López al ODC, si se persiste en estos congresos en discutir los temas típicamente gremiales que se repiten cada año, y no se pone en discusión la esencia política de la organización: ¿puede la Uneac presentarse como organización no gubernamental (ONG) siguiendo y ejecutando la línea política del Partido Comunista de Cuba? López se pregunta, además: ¿tiene derecho la Uneac de dejar afuera toda voz discrepante que surja incluso dentro de su propio seno? ¿Los artistas participantes al Congreso continuarán dicho sesgo y se mantendrán comprometidos con una organización en detrimento de la sociedad y la realidad cubana? Para López, si esta “puesta en escena” persiste, continuará la tendencia de “congresos de ventrílocuos”.



Alina Bárbara en las afueras de la sede de la Uneac en Matanzas cuando no se le permitió asistir a una actividad por llevar colgado un cartel en blanco en señal de protesta por el irrespeto a sus derechos ciudadanos (2023). Foto: Facebook. 


Alina nos comenta:

Este tipo de congresos —donde el intelectual le da la espalda a la dramática realidad que se vive— me recuerda el cuadro “El intelectual” de Marcelo Pogolotti, que lo pinta en un momento donde está el fascismo en el mundo, específicamente en Europa: un joven intelectual, recostado, medio dormido, sobre una máquina de escribir, mientras a través de la ventana se ve la figura de un pájaro agorero, que significa precisamente el avance del fascismo. El intelectual está descansado plácidamente y no ve lo que está pasando más allá. Si una obra de arte puede presidir ese congreso de la Uneac, sería esa.



El intelectual (1938), Marcelo Pogolotti. Imagen: Museo Nacional de Bellas Artes.


Restricciones y manipulaciones estructurales

Resulta paradójico que el próximo Congreso prometa mayor presencia cultural comunitaria, cuando por décadas se ha denunciado en las representaciones provinciales la situación de las comunidades abandonadas en municipios montañosos, así como el sesgo de privilegio de los afiliados en la capital y en ciudades cabeceras. 

Entre otros apuntes, es necesario considerar que, en medio de la policrisis presente en el país, se comienza a diseñar una política cultural más estricta, “cerrada”, con un esquema económico precario e insolvente que afectará al sector sobre todo en la producción editorial y en el sistema promocional (festivales, ferias, etc.), tal como ocurrió durante el mal llamado “periodo especial”. 

En este panorama, la Uneac no cuenta con la legitimidad ni la postura que alguna vez pudo resultar atractiva para los artistas cubanos que se incorporaron a sus filas. Al contrario, hoy más que nunca son numerosos los creadores e intelectuales que la reconocen como una organización definida por su poder abusivo, con la cual se guarda distancia o se rompe para buscar espacios independientes o alternativos.

El ODC retoma la condena al utilitarismo de la historiografía y la memoria cultural al servicio del poder político, del cual la Uneac es protagonista a partir de prerrogativas que re-dictan y discriminan los más básicos principios culturales.

El ODC expresa su profunda preocupación por el retroceso agigantado de la salud cultural de la nación, mostrado estructuralmente en el deterioro de cines y teatros, entre otros inmuebles patrimoniales. Igualmente, denuncia el incremento de la burocratización cultural, enfocada en el adoctrinamiento político y la expoliación de la genuina identidad cubana en función de intereses mercantilistas. 

El ODC recuerda que en el pasado Congreso (2023) los propios artistas participantes se quejaron de que sus obras se mostraran únicamente como “ambientación” de hoteles, como era el caso del proyecto turístico en la cayería norte de Ciego de Ávila. Ante este tipo de reclamos, los entonces dirigentes ripostaron que “El compromiso con la organización no puede pasar por lo que la organización nos da, sino por lo que somos capaces de ofrecerle”.[1]



Reunión en Villa Clara, Congreso 2023. Imagen: 14ymedio.


El ODC advierte que, a pesar del historial represivo, en parte denunciado en este texto, la Uneac sigue portando voz ante organismos y comunidades internacionales como una supuesta organización no gubernamental, incluso con estatus consultivo en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas (Ecosoc). En esta y otras redes la Uneac se muestra al exterior como una “conquista” del Gobierno cubano para su pueblo, y como garante del derecho cultural, de los derechos de la infancia, y del respeto a la igualdad de género.[2] A su vez, es esta organización la que acompaña proyectos que coartan la libertad creativa, como el Decreto Ley 349 (2018); la que atropella a mujeres intelectuales provenientes de su mismo núcleo y membresía; la que ideologiza y politiza el consumo cultural y educativo de las niñas y los niños cubanos.

Por último, como ya se ha hecho en otras ocasiones, el ODC continuará revisando de cerca el accionar de organismos como la Uneac y su influencia iliberal y restrictiva sobre la cultura cubana libre. Asimismo, seguirá acompañando a los artistas e intelectuales víctimas de la censura, la criminalización y la violación de sus derechos culturales por parte de esta organización.





Notas:
[1] Ver: “Los artistas cubanos piden más dinero y libertad para comerciar con sus obras”, 14ymedio, en: https://www.14ymedio.com/cuba/artistas-cubanos-dinero-libertad-comerciar_1_1088857.html, 13 de septiembre de 2023.
[2] https://www.ohchr.org/sites/default/files/lib-docs/HRBodies/UPR/Documents/Session16/CU/UNEAC_UPR_CUB_S16_2013_Uni%C3%B3nDeEscritoresYArtistasDeCuba_S.pdf





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La Cuba de hoy y de mañana

Por J.D. Whelpley

“Es difícil concebir una tierra más hermosa y más desolada por las malas pasiones de los hombres”.