KB: ¿Quieres que cuente tu tragedia?
Yandel Holmes: Mi tragedia, la de Mike Porcel, la tuya propia, es la misma tragedia.
KB: Y así empezó la historia, mientras corría marzo, cuando me mostraste Sueños al pairo, cuando me dijiste “¿Quieres ver la película?”, y la vi, tuve esta misma sensación, de que las cosas iban a cambiar, mi tragedia, la tuya, la de Mike. Te dije entonces: “¿Pero esto lo van a poner?”. Tenía el sabor de la censura, el sabor metálico de cuando te pasas la lengua por los dientes frontales y frunces el ceño, el sabor de la sospecha. Yo te dije que había escuchado hablar de él, y era mentira. Tal vez lo había confundido con otro, con la historia de otro, con la historia de todos, con mi historia.
Yandel Holmes: ¿Qué sabes tú de Mike Porcel? ¿Qué sabes tú del amor?
KB: Nada, no sé nada. Se fue incubando el presagio que hizo al amor rutinario. Conozco la misma tristeza, la misma decepción. Las miradas de los otros sobre tus espaldas. La miradas de los otros como esfínteres, cerradores, malolientes, reduccionistas. Bullen por las entrecalles de Cuba, por la miseria de Cuba, por las instituciones de Cuba. Aquellos esfínteres apretados, que solo se abren para botar mierda, botar la mierda sobre los limpios, los impolutos, los blanquecinos, las voces melodiosas, los órganos de iglesia, los pantalones sin pliegues ajustados, el brillo, la genialidad. Yo sé. Sé cómo termina. Lo sé todo. ¿Cómo podría no verlo?
Yandel Holmes: No, no sabes nada.
KB: La sensación de tener un sueño, de responder a un sueño. ¡Ay de los sueños que van a morir en el mar! El resquemor a las aletas dorsales, sobre esta “grandísima cúpula lapislázuli” que es el cielo de Cuba, ese cielo que venden en los anuncios publicitarios de los cruceros Celebrity. La Revolución nunca será ese ensayo, será siempre la propaganda disfrazada de ensayo.
Yandel Holmes: La propaganda que siempre responderá a los intereses financieros del patrocinador, no hay ningún beneficio para los lectores…
KB: Y la gente se atraganta pensando que tal “ensayo” es para ellos, para los esfínteres. ¿Qué quiere proteger la directiva del ICAIC con esta censura? ¿A quién quiere proteger?
Yandel Holmes: Ellos hacen la propaganda, tienen secuestrados los archivos de sus anuncios (la Historia de Cuba es un gran comercial). Tienen miedo de que ese material sea empleado en un ensayo, en el arte, y se le regale al lector. Ellos (los del gran Comercial) no quieren que la gente tenga la posibilidad de repensar/reparar esas imágenes, de rehacer la historia, de entenderla.
KB: Pues del amor no sabrían. Ni de las imágenes en las mentes de los muchachos cuando el Mariel. Así como si nada. Esa ilusión existió, esa ilusión de lograr un sueño. He tenido la ilusión de que jamás olvidarán. Escúchame, como tú, conozco el olvido.
Yandel Holmes: No, no conoces el olvido.
KB: Como tú, estoy dotada de memoria, conozco el olvido.
Yandel Holmes: No, no estás dotada de memoria.
KB: Como tú, he olvidado. Como tú, he deseado tener una memoria inconsolable, una memoria de sombras y piedras. He luchado por mi cuenta, con todas mis fuerzas, contra el horror de ya no entender la necesidad de acordarse. Como tú, he olvidado. ¿Por qué negar la necesidad evidente de la memoria?
Yandel Holmes: Nadie hablaba de Mike Porcel.
KB: Nadie se acordaba.
Yandel Holmes: Lo habían linchado, lo habían vapuleado, lo habían borrado.
KB: ¿A Mike el artivista?
Yandel Holmes: No, a Mike el trovador, el de la Nueva Trova, el fundador de Síntesis. Mike el músico, el compositor, el de la voz melódica, el apuesto. Mike el traidor, el lumpen…, el que terminó tocando el órgano en la Iglesia Católica San Antonio de Padua en 5ta y 60, Miramar, por 100 pesos cubanos. Mike el marielito. Mike el organista. Sin embargo, Mike siempre le cantó al amor.
KB: Eso para Fidel Castro podía ser sospechoso, el amor siempre ha estado fuera de la Revolución. Un problema de clases, dicen, solo aman los burgueses, los románticos son unos débiles traidores. ¿Mike fue acaso un debilucho?
Yandel Holmes: En esos años ser un caballero era tener problemas ideológicos. Mientras más vulgar fueras, más encajabas en la sociedad cubana de esos años. Mike fue un hombre amable, un hombre demasiado decente para entender la intentona vanguardista, un hombre demasiado digno, demasiado noble, demasiado claro y demasiado romántico.
KB: Está bien que hable del amor. Del amor que cargado de sed, vuela, se posa y se marcha otra vez.
Yandel Holmes: Sí, hay que hablar del amor que ha pasado y no vuelve a pasar nunca más.
KB: ¿Existe un acto de cobardía más grande que aquello de la carta del Movimiento de la Nueva Trova deslizada por debajo de la puerta de Mike Porcel? Cual amigo secreto o enamorado temeroso no correspondido, que deja una notilla declaratoria anclada en la comisura de una ventana o en la gaveta del pupitre del amado, dejada a su suerte, quizás por una vergüenza anticipada o un rechazo inminente. Pero de lo que sí está consciente el enamorado temeroso, el amigo secreto o el Movimiento de la Nueva Trova es que su acto (in)frontal no es para nada digno, mucho menos romántico, en el sentido cabal de un héroe enamorado.
Yandel Holmes: O en reutilizar a José Martí en esa cartilla, “a quien la hombría se le desbordaba en su amor por su Patria y sus hermanos”, dicen, para recriminarle la apostasía.
KB: ¿La poesía?
Yandel Holmes: Eso nunca, le podrían expropiar de un terruño partidista/patriotista (aunque el MNT en la carta deja bien claro y sonante: “No se trata de volverle la espalda a un pedazo de tierra, a un conjunto de calles y gentes; se trata más bien, de huir cobardemente de la verdad, de escapar de todo lo que riega luz, de renunciar a llevar la estrella sobre la frente y volver a ser el buey, la bestia, la negación de lo humano, la imagen vituperable de todo lo que los hombres han soñado con no ser nunca”), pero nunca de su poesía. Su poesía, en pos de no existir en aquella “verdad lumínica” con aquellos poetas neuróticos/neófitos, se la llevó —por suerte— consigo a Miami.
KB: Como el andar solitario no es cosa de broma, Mike, el monolito solitario, le subió el furor a los trovadores combatientes de la miseria, a los denunciantes del horror, a los tenedores de la verdad (palabras textuales de la carta del MNT). Y le perjuraron matador de vuelo, un destino vinculado a unos cuantos asesinos de pueblos, a una traición que ayudaría al luto de alguna madre, a sumarse a cuanta mentira, a convertirse en un sirviente más de los ensangrentados, en un criado de la ignominia, en un agente de la furia y la maldad burguesas.
Yandel Holmes: A Mike lo hicieron polvo. Y en un corto invierno cubano de enero de 1981 vendió su chaqueta Levi’s por unos pesos para comer.
KB: Ya dueño de su camino, de su esperanza y su verso, y el panfleto aquel me vuelve a sobresaltar: “¿Con que [sic]palabras vas ahora a poder cantar? Porque tu lenguaje, el que te hizo ser querido por nuestro pueblo, le pertenece al pueblo y no a ti. ¿Que [sic] cantos van a ser de ahora y en lo adelante los tuyos, que no sean los cantos de la nada., [sic]los cantos de la mentira?”. Desesperación y seudointelectualismo. Mediocridad y errores ortográficos. Tiranía y odio. Falta de humanidad.
Yandel Holmes: Desalmados. Al final hay un párrafo muy interesante que dice: “Vete, [aunque no lo dejaron salir hasta 9 años después, cuando la comisión de la ONU fue a Cuba en 1988 y abogó por su caso] y piensa que donde quiera que vayas te seguirá nuestro odio…”
KB: Y en mí no hay rencor, en ti no hay rencor, en él no hay rencor…
Yandel Holmes: Todas mis ilusiones andaban de fiesta. Cuando llegó a mi puerta queriendo encontrar un nido. No trajo nada consigo. Solo el pesar y la vida, que le encendían la piel. Pues del amor no sabía.
KB: ¿Quién sabe del amor en este lugar?
Yandel Holmes: Creo en el amor. ¡Ay de mí!