Proyecto Palomas y la versión cubana de los Derechos Humanos

El pasado mes de junio, el proyecto cubano “Palomas. Casa Productora de Audiovisuales para el Activismo Social” obtuvo el V Premio de Educación en Derechos Humanos Óscar Arnulfo Romero en su fase nacional. 



Cartel del Premio de Educación en Derechos Humanos de la OEI al Proyecto Palomas (2024) / Imagen: OEI.


Para este galardón se escoge inicialmente un proyecto nacional en cada una de las veintidós naciones participantes, y es decidido por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), junto a organismos nacionales; en el caso cubano intervienen la Asociación Cubana de las Naciones Unidas (ACNU) y el Ministerio de Educación. El concurso tiene como objetivo reconocer el trabajo de organizaciones e instituciones que han actuado de forma ejemplar en la defensa y promoción de los DD. HH. a través de la educación no formal, mediante la implementación de proyectos orientados al fomento de la convivencia democrática, la igualdad racial y étnica, el empoderamiento de mujeres y niñas, una gestión segura y responsable de las migraciones, la promoción de derechos medioambientales o la promoción de los Derechos Humanos en la transformación digital y el uso de redes.[1]

Pasada la primera fase, en los primeros días de septiembre se desarrollará el V Seminario Internacional sobre Educación en Derechos Humanos en Río de Janeiro, Brasil. Este marco servirá para escoger tres premios entre los diecinueve representantes, que recibirán un monto en metálico (2000-8000 euros) para ser reinvertido en sus proyectos.


Premio de Educación en Derechos Humanos (2024) en Cuba

La presente edición del premio acoge como representante cubano oficial al Proyecto Palomas, Casa Productora de Audiovisuales para el Activismo Social. Palomas fue fundado en el año 2002 por la documentalista y musicóloga Lizette Vila Espina, quien desde entonces funge como su coordinadora. Según declaraciones de esta, el proyecto está enfocado en el activismo y el “artivismo” social y de promoción de DD. HH. Desde la producción audiovisual, Vila afirma enlazar los principios artísticos con la promoción de los derechos de la mujer, así como con la lucha “contra todas las formas de violencia, discriminación, prejuicios y estereotipos de género que aún subyacen en la sociedad”.[2] En particular, Vila ha sido reconocida como defensora de los DD. HH. en Cuba entre setenta y cinco líderes y promotores de Derechos Humanos en la Isla, como parte de la campaña “Derechos Humanos 75”.



Lizette Vila recibe reconocimiento de la Dirección Provincial de Cultura (2024) / Imagen: Cubarte.


Decantándose de procesos de selección del premio en otros países iberoamericanos, en Cuba el otorgamiento de esta categoría pasa estrictamente por la competencia del Estado. Es así como el jurado que evaluó las propuestas estuvo integrado por instancias oficialistas como la Dirección de Educación Básica del Ministerio de Educación, la Dirección Nacional de Defensoría del Ministerio de Justicia y la subdirección de Prevención Social del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.

Una serie de paradojas impactan ante una noticia como esta y la metodología a vista:

1. Que el aval a la labor educativa en los DD. HH. lo entreguen en Cuba instancias subordinadas a la unificación de poderes del Gobierno, y sobre todo autoridades jurídicas que diseñan, como política de Estado, leyes y medidas especiales para su criminalización.

2. Que tenga cabida una deliberación de este premio a menos de un año de que Cuba se sometiera al Cuarto Examen Periódico Universal en el Consejo Internacional de Derechos Humanos de la ONU, donde organizaciones independientes como el Observatorio de Derechos Culturales tuvieran participación, y por primera vez se denunciara la vulneración de los DD. HH. en esta plataforma.

3. Que siendo la educación y la reivindicación de los DD. HH. una herramienta legítima de la ciudadanía, y una plataforma para la academia, el activismo y el periodismo independiente, sean las autoridades de un país con registros permanentes de presos políticos sometidos a condiciones críticas las encargadas de elegir el proyecto ganador.



Infografía con balance de violaciones de DD. HH. en las prisiones de Cuba (2024) / Imagen: Centro de Documentación de Prisiones Cubanas.


4. Que Cuba, que no ha ratificado los Pactos Internacionales de la ONU que firmó en 2008 (Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales), y que impide sistemáticamente investigar acusaciones de individuos y organizaciones a quienes ha violado sus derechos, tome participación e incida en un premio sobre Derechos Humanos en la región.

Sin embargo, dentro de la secuestrada y tergiversada narrativa del Estado cubano hacia el exterior, no es paradójico que un programa subordinado a instancias oficiales conocidas por su historial de censura, represión y vulneración de DD. HH. sea seleccionado y premiado por las mismas.


Autonomofobia de Estado

Ante la cancelación del espacio público en la Isla, es el monopolio del Estado el que tradicionalmente ha enunciado los activismos posibles dentro de sus predios. Cuando se habla de feminismo, derecho a una infancia feliz, atención a personas en condiciones de vulnerabilidad, sostenibilidad, entre otros, habla el mismo Gobierno que:

  • Obstaculiza la aprobación de una Ley Integral contra la Violencia de Género, el mismo que asegura que no existen feminicidios, cuando se cuentan por esta causa 30 casos este año y 89 el pasado. 
  • Figura este año en los anales de Unicef sobre pobreza alimentaria infantil.
  • Recurre a la violencia vicaria y utiliza a los hijos para amedrentar a madres activistas.
  • Avanza en el capitalismo de Estado y deja desprotegidos a adultos mayores.
  • Explota la fauna y la flora nacionales rubricando contratos extractivistas mientras irrespeta el patrimonio natural nacional.

En Cuba no existe autonomía, pero sí autonomofobia. Desde 1959 la gobernanza ha estado dirigida a la resignación del cuerpo social, al entendimiento de que la política pública ha sido convenientemente delineada, que los reclamos grupales han sido archivados.[3] ¿Cómo puede premiarse la educación prodemocrática sin una ciudadanía activa que la fundamente? ¿Dónde encontrar proyectos que promuevan los DD. HH. en un país donde no existe una autonomía democrática en lo político (derecho al voto, a la asociación y reunión, a la protesta, y a la transparencia informativa) o en lo legal (representación imparcial, libertad de expresión, de prensa, de privacidad y a la propiedad)?



Muestra de discurso despersonalizante contra críticos al proceso (1961) / Imagen: Academia de la Historia de Cuba en el Exilio.


Palomas y otros tantos proyectos (culturales, sociales, religiosos) resultan fachadas del Gobierno, forman parte de una sociedad civil orgánica y oficialista que disfruta de un espacio yelmo y concomitante, sin mayores conflictos o contestaciones. Muchas de estas iniciativas dentro de la sombra estatal tienen impacto comunitario, asisten y desarrollan acciones loables, pero son capaces de lograrlo gracias a los privilegios y pactos establecidos con el Gobierno; solo pueden continuar realizándolas si no incomodan a sus designios. Por ende, la Cuba que expone esta autonomía condicionada es una realidad higienizada, aséptica, una puesta en escena que pocas veces muestra los conflictos más profundos a los que se enfrentan los cubanos.


Los Derechos Humanos trasmutados

Así como el proceso político en Cuba ha tergiversado el activismo, la autonomía cívica y la sociedad civil, lo ha hecho con los DD. HH. Desde temprano estos fueron criminalizados como una formulación de las democracias liberales burguesas. Luego, la narrativa oficial pasó de la negación total de los DD. HH. (recordar las Brigadas de Respuesta Rápida vociferando “¡Abajo los Derechos Humanos!”) a la adaptación. Esta es una de las evidencias del avance autocrático global: la reformulación de antivalores que se decantan de la “decadencia occidental”. El Gobierno cubano intercambia y superpone unos derechos a otros. Supuestamente defiende derechos económicos, sociales y culturales (que mantiene condicionados y restringidos) mientras criminaliza o modifica los civiles y políticos.

El Observatorio de Derechos Culturales denuncia la manipulación y el lavado de significado de los DD. HH en la Isla; señala la explotación del ámbito jurídico para asegurar mayor violencia penalista de acuerdo a los intereses del Estado cubano; lamenta el uso de la cultura para la legitimación del panteón de antivalores autocráticos; y levanta la alerta sobre la instrumentalización de proyectos sociales, la insolación de la autonomía cívica y la subordinación constante de la esfera pública en la Isla.





Notas:
[1] https://oei.int/oficinas/secretaria-general/premio-derechos-humanos/ganadores-nacionales
[2] https://oei.int/oficinas/cuba/noticias/premio-de-educacion-en-derechos-humanos-oscar-arnulfo-romero-en-cuba
[3] Chaguaceda, A., & Marrero, C. G.: “Autonomofobia de Estado y socialización cívica en Cuba”, Foro Cubano-Divulgación, 2(8), 2019.





saluden-a-la-princesa

Saluden a la princesa

Por Jorge Enrique Lage

Leo ‘Tía buena. Una investigación filosófica’ (Círculo de Tiza, 2023), de Alberto Olmos.



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