Roxana Brizuela tomó hace varios años la decisión de compartir sus andares por la vida imaginando y dibujando su propio lienzo, convirtiendo sus búsquedas, sus encuentros y desencuentros, en un argumento que ha conducido, hasta hoy, un prolífico ejercicio creativo caracterizado por su dimensión experimental.
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King Bar
En mi cerebro había una piñata que soltó el fondo. Lo que quedó fue nada. Pero bueno, las niñas recogieron caramelos y me sentí bien. Ella estaba allá abajo, con un hilo en la mano y un gorrito. Haló poco a poco y cuando se abrió la tapa estaban todas desprevenidas. Cogió las neuronas, dejó la masa. Ahí vacía, para que revolvieran.
Las voces de Palinurus (I)
En una carta fechada en Birmingham y 1938, Auden le escribió a Connolly: “…realmente escribes sobre literatura de la única manera que es interesante, excepto para los académicos, como una ocupación real, sea la banca o fornicar, con todo su aburrimiento, emoción y terror”.
Ahora todos somos santos
Parece que padecemos una pandemia distinta: no esta cosa respiratoria, sino la amnesia general. Partida de hipócritas, ¿ahora? ¿Aplaudir a los médicos? ¿Ahora? ¿Y antes? ¿Quién llamaba a los médicos a ver si tenían comida en casa, si tenían jabón, si querían tomarse un gin-tonic en el Sarao del concha de su madre ese?
El sigilo de los hombres-sin-sonrisa
“A todos los que estamos confinados aquí nos ponen nombres de puta hambrienta con guion bajo, para mantener nuestra identidad siempre a raya”. (Una distopía sexual pospandémica, doscientos años después del primer brote de COVID-19, en una institución penal para mutantes gays que suspiran por un beso).
Un TikTok cubano es posible
Vaticino en TikTok un campo fértil para la politiquería; algo que hasta ahora no se ha explorado, al menos en la Isla. Imagino miles de playbacks con consignas de nuestro Comandante, desplegadas como si de pop soundtrack se tratara. ¿Por qué no? Un desplegar de lemas, versos martianos y sonoridad combativa en toda la plataforma.
Llamadme Jonathan Edax
Léanse los ensayos que formarán esta columna como un homenaje a la pasión bibliófila de Cyril Connolly. Un delirio que es también el mío. Ensayos que son una oda a la codicia libresca y las confesiones de un cazador de libros de anticuarios; el diario de un bibliófilo que ha contraído deudas de amor con los autores que habitan su biblioteca.
Antonioni y Kunikida bailan con Celia Cruz
Esto de estar encerrado en la casa tiene sus cosas buenas. Además, hay que aprovecharlo, porque ahorita vamos a tener que afilar las lanzas y salir a la calle a matarnos por un pedazo de pollo. Perdón, nada de pollo: por un pedacito de tiburón o de ave rara, o por carne de gato. Esto ya está feo, pero se va a poner peor.
Chic(a)
Desde que nací sueño con una revolución chic(a), algo que parece imposible porque han creado la grandeza revolucionaria: big show machista que adopta muchas formas: la marca de un auto, los puños de un tipo, la ley mordaza, el viento agitado de la precariedad y el abuso de poder fálico, que te escupe en la cola: “Ciudadana, no pregunte más”.
Del peligro de la palabra (primera epístola moral a Dania)
Recuerda, Dania, que el primero de mayo de 1933 Martin Heidegger había ingresado en el Partido Nazi. Se ha probado que siguió pagando la cuota hasta que cesaron los últimos bombardeos, por puro pánico, después de haber cavado trincheras y haber sido marginado, vigilado y amenazado hasta el último día del glorioso destino, eso sí, “inexorable”.