No fue el embargo estadounidense el que llamó “malnacidos” a los cubanos, ni “anormales”, ni “lumpen”, ni “escoria”, ni “gusanos”.
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Feminización de la protesta: mujeres y cambio social en Cuba
En la sociedad civil cubana que recién comienza a hacerse escuchar, las mujeres no han adoptado un rol pasivo y subordinado a los hombres, sino que se han erigido como una variable fundamental en el inicio del complejo camino de vivir en la verdad.
“Las Damas de Blanco llegamos para quedarnos”
“Domingo por domingo, íbamos a 5ta avenida, a la iglesia. Cuando salíamos, ya nos estaba esperando el departamento de Seguridad del Estado, las brigadas de respuesta rápida y la policía. Ahí nos caían a golpes, nos montaban en patrullas, en guaguas”.
“Nuestra arma es un gladiolo en las manos”
“Nosotras somos mujeres pacíficas, no violentas. Yo soy de las que digo que nuestra arma es un gladiolo en las manos. Simplemente reclamamos la libertad de todos los presos políticos, de hombres y mujeres presas injustamente por la dictadura”.
“De las Damas de Blanco nadie me quita”
“Esta dictadura tenemos que tumbarla, al precio que sea necesario. Nada de armas, ni de brutalidades; solamente con nuestras ideas, con un cartel, con un girasol, vamos a triunfar”.
Una familia consagrada a la libertad
Armando Abascal: “Yo no podía pensar que en 2021 podían existir lugares tan macabros, tan dantescos. Es una celda plenamente tapiada. Antes del triunfo de la Revolución no existían prisiones de este tipo”.
Leonardo Padura: “Tengo miedo, pero me atrevo”
En agosto de 2011, Leonardo Padura me recibió en su casa en Mantilla. Hablamos de la literatura de la Revolución, de la relación de los artistas y escritores con el poder y el Estado, de la viabilidad del socialismo y de las reformas que entonces emprendía Raúl Castro. De ese intercambio salió esta extensa entrevista.
Desamparo: Testimonio de los sucesos del 27E
Las habituales justificaciones del Estado ante la brutalidad policial se desmoronan ante las imágenes del 27 de enero, al mismo tiempo que suman apoyos, no por la patria en abstracto sino por los afectos, porque son colegas, conocidos o conocidos de conocidos que, quizás por primera vez, han sentido que a ellos también les pudiera pasar lo mismo.
La histeria como himno nacional
Entiendo por qué es difícil para la gente reconocer que existen estos momentos: es ver sin metáforas el horror de un pueblo. Yo me quedo con esta imagen: dos mujeres dentro de la turba, desde el otro lado del cristal de la patrulla, nos hacían la señal de “me gusta” con sus manos, dejándonos saber que no eran todos, y que no eran tan sinceros.
Una tertulia en el Vedado
Cuatro mujeres de diferente apariencia, igualadas en 3×2 metros, ninguneadas y puestas a disposición de un entramado opresivo que no debe responder ante nadie, solo perdurar. Es complejo ordenar los diálogos; han pasado meses y recordar es tan doloroso un día como al siguiente.