“De las Damas de Blanco nadie me quita”



Entrevista a la opositora Micaela Roge Bell.


Me llamo Micaela Roge Bell, vivo en Mayarí no. 33, entre Fortuna y Pasaje Flour, reparto Mendoza.

Soy Dama de Blanco y pertenezco al Movimiento Opositor por una Nueva República. Tengo dos hijos, una hembra y un varón. Mi hijo, Alexander Roge Bell, pertenece a la UNPACU. Mi hija se llama Perla Medero Roge.

El 21 de febrero de 2016 comencé en las Damas de Blanco. En la actualidad llevo más de cinco años, al igual que en el Movimiento Opositor por una Nueva República.

Empecé en las Damas de Blanco con un entusiasmo bastante bueno. Me gustaban las actividades, cuando íbamos a Santa Rita. Pero desde que empecé, la represión fue muy fuerte: me abochornaban, me lastimaban, me herían diciéndome que era una mercenaria, una asalariada. Eso me fue llevando a profundizar más en mis actividades; siempre tuve en el camino una línea muy firme. 

Jamás en la vida he pensado quitarme de las Damas de Blanco, ya que me gusta mi activismo, a pesar de todo lo que han hecho con mis hijos: mi hija fue botada, bochornosamente, del primer año de Enfermería por mi activismo; todo era un chantaje, si me quitaba de las Damas de Blanco, mi hija comenzaba en la escuela.

Un tal Luisito, que era el que me reprimía a mí, me hizo la vida talco. Cada domingo que salíamos a las calles enviaba guardias para que me dieran golpes, a ver si yo aflojaba en mi activismo; cosa que nunca sucedió. Hasta la fecha me siento muy concientizada en lo mío, no dialogo con la Seguridad del Estado; se me han acercado hasta el momento para decir que me van a arreglar mi casa, que van a poner a mi hija en un buen trabajo. Nada de eso hago yo. Muy firme en el activismo.

Hace unos meses mi hijo salió de la prisión de Valle Grande. Efectuaron un registro y me lo acusaron de tener armas de fuego. Estuvo once meses preso en Valle Grande. Cada vez que iba a una visita, ahí estaba la Seguridad del Estado esperando por mí, chantajeándome: si me quitaba, soltaban a mi hijo. Yo les decía a ellos que algún día mi hijo tenía que salir de ahí; con la verdad nosotros ganamos, con la mentira y el chantaje no. “Con ustedes no hago pacto, dictadores asesinos”. Esas eran mis palabras cada vez que iba a ver a mi hijo. Ellos entendieron que al final tenían que soltarlo porque mi hijo no le debe nada a esta sociedad asquerosa, sucia. Son unos dictadores, unos abusadores, unos sicarios. Todo es un chantaje, que si voy presa, que si van a acabar conmigo… 

Las multas son “kilométricas”. Debo 9 320 pesos de multa y no las pago, ya que mis manos nunca han agredido a nadie; a ellos los agreden mis pensamientos, todo lo que les digo, mi forma de pensar. Y seguiré en la oposición hasta ver a los presos político libres, fuera de las mazmorras de los Castros, de las prisiones. 

Quisiera tener una Cuba libre, donde los niños se sientan felices, contentos. No más represión contra la oposición. Nuestra manera de pensar nadie la va a cambiar. 

Yo, Micaela Roge Bell, le digo a todo el mundo entero, de afuera y de adentro, que siempre tengan en mente que esta dictadura tenemos que tumbarla, al precio que sea necesario. Nada de armas, ni de brutalidades; solamente con nuestras ideas, con un cartel, con un girasol, vamos a triunfar.

Todos los domingos, cuando salgo a las calles, en la esquina de mi casa hay tres patrullas parqueadas y me han detenido. Ellos no saben cuántas mujeres, cuántas Damas de Blanco hay aquí en mi casa. Hemos salido a las calles con carteles a exigir nuestros derechos, la libertad de los presos políticos, la libertad del pueblo de Cuba. 

La detención ha sido muy violenta: nos han esposado, nos han dado golpes, han sido varias las partiduras de cabeza. Nos cogen, nos dirigen hacia la estación de policía, nos multan con 150 pesos y, según lo que entienda la Seguridad del Estado, lo mismo 24, 48, 72 horas o una semana, nos dejan detenidas. A mí me partió un dedo una guardia y fui hasta los tribunales. Me pedían 4 años de sanción. 

Los actos de repudio han sido bastante fuertes, ya que ellos todo lo pueden y todo lo logran. Cogen gente asalariada de los centros de trabajo, de las [Brigadas de] Respuestas Rápida, para que vengan a darnos golpes, a abochornarnos, a decirnos asalariadas, mercenarias, negras sucias asquerosas; todas esas cosas nos dicen y nos ofenden. Es un racismo lo que tienen, se fijan hasta en la vivienda, en cómo uno vive. 

Mi vivienda no será una vivienda decorosa ni hermosa; pero mi corazón y mi mente los tengo bien concientizados. De las Damas de Blanco nadie me quita, nadie me puede quitar, porque voy a seguir hasta el final.

En la causa que amañada por la Seguridad del Estado, de los 4 años que me pedían, me echaron 2 años de domiciliaria. En esos dos años mi activismo fue más enorme todavía. Me decían que no podía salir de mi casa, que no podía estar en el activismo, que tenía que trabajar para el Estado; cosa que nosotras no hacemos, al Estado no le trabajamos, nada de eso. En esos dos años la represión fue más fuerte. La Seguridad siempre tiene la mano metida en todo. 

Desde que estoy en la oposición todas las marcas que tengo en mi cuerpo, no es mentira [muestra las piernas con marcas de quemaduras y golpes], son producto de que me arrastran por las calles. Me han sacado la sangre, me han partido dedos, me han partido la cabeza, la frente, me han hecho de todo… Esto fue con un palo en la calle [muestra una cicatriz en la parte inferior del muslo izquierdo], me enterraron un palo de pulla ahí, se me infestó después y dejó un queloide. Todo eso me ha hecho a mí la Seguridad del Estado y las guardias, mandadas por ellos mismos. 

Fíjense las violencias que comete la Seguridad del Estado y todo lo que hace. Tengo dos nietos, uno de 5 años y una de 5 meses. Cuando hicieron el registro en mi casa, mi nieto tenía 5 años y mi nieta 5 meses, y fue delante de él. Se llevaron a mi hija detenida porque estaba grabando. El guardia que entró a mi casa, de fresco y atrevido, le quitó el teléfono de las manos a mi hija. ¡Todo eso delante de mi nieto!, que también vio la forma en que se llevaron a mi hijo, cómo lo cogieron, lo estrangularon en la calle y después lo metieron en el carro de boinas negras. ¡Todo eso vio! Mi nieto se está atendiendo con el psicólogo todavía porque fue tanta, pero tanta, la agresividad que hubo… Yo misma salí para la calle a gritar que era una injusticia, a gritar “Abajo los Castro”, “Abajo la tiranía castrista”. Ellos querían forzarme a que me callara la boca; yo nunca me callé.

Cuando le quitan el teléfono a mi hija, yo logro quitarle el teléfono al guardia. Es cuando cogen a mi hija, le viran un brazo, le hacen una técnica y acto seguido abren la puerta del carro y la meten para el carro. En ese entonces a mi hijo lo llevaron para Aguilera, de Aguilera al Vivac y once mese para Valle Grande. Todo por gusto.

Mi hija estuvo dos horas desaparecida. Yo fui a la unidad a preguntar y me dijeron que no estaba ahí. Sin embargo, tenían a mi hija metida allí, en una oficina. La amenazaron con que si volvía a coger un teléfono para grabar cualquier activismo de alguna Dama de Blanca o algún opositor la iban a meter presa. Y cada vez que les da la gana, que mi hija anda por la calle, ellos mismos, vestidos de civil, se meten con ella: “Dile a tu mamá que la vamos a meter presa”, “tu mamá es una asalariada, una mercenaria”, “la negra sucia esa”. Todo por mortificarme a mí, por agredirme a mí, porque yo sienta un dolor; mientras más represión tomen con mi familia, más fuerte me hacen, más fuerte me pongo yo.

En las detenciones, cuando nos llevan para la unidad, a veces nos tienen hasta cuatro y cinco horas bajo el sol, hasta que determine el de la Seguridad del Estado para qué unidad nos van a mandar. En las detenciones, cuando nos han cogido, ha sido con técnica de estrangulamiento, brazos virados, las esposas te las aprietan bien fuertes para que tú te resistas y les digas que duelen, que te las quiten, que te las aflojen. Pero nada de eso. Cuando te sueltan en el lugar que te dejan detenido, que te quitan las esposas, tienes marcas en los brazos [las muestra] que te han hecho ellos, de la misma fuerza con que te aprietan las esposas.

Ahí nos meten para el calabozo y va el de la Seguridad del Estado al otro día a burlarse, a chantajearnos, a pedirnos que trabajemos para ellos; si trabajamos para ellos, nos quitan cualquier tipo de medida que tengamos, las multas, cualquier cosa.

Ya yo les he dicho que conmigo ninguno tiene que dialogar, con el mayor respeto, porque, ante todo, nosotros respetamos. Ellos no nos respetan; pero nosotros sí respetamos. Porque de no hacerlo así, nos pueden inventar cualquier causa. Una causa amañada que sacan ellos, que inventan, por tal de doblegarte, de chantajearte. 

En mis detenciones me han afectado bastante psicológicamente, ya que me amenazan con mis hijos. También me han desmayado y muchas veces, al despertar, he estado en un hospital. Yo no sé si a mí me habrán inyectado, me habrán hecho algo, porque psicológicamente me están afectando bastante. 

Hoy a lo mejor ellos me dañen, me afecten, porque yo empecé en las Damas de Blanco, con mi mente muy clara, que no se me olvidaba nada, y actualmente, hoy por hoy, a mí las cosas hasta se me olvidan y mi hija misma me dice: “Mamá pusiste esto aquí”. Eso es debido a toda la presión psicológica que han hecho sobre mí. Esto es una lucha fuerte y uno tiene que estar muy firme en sus ideas, en los pasos que da. Porque lo mismo te cogen, te meten para un hospital y te pueden inyectar cualquier cosa. A lo mejor es el caso mío, a lo mejor no; pero quién duda que no lo hayan hecho. Ellos matan por gusto, ellos te torturan por gusto.

En los calabozos, a mí me han torturado, a mí me han tirado hasta agua fría, me han hecho de todo. Cuando viene a buscarme el guardia para que yo salga a hablar con ellos y yo no quiero hablar, me han sacado a la fuerza del calabozo para que yo hable con la Seguridad del Estado. Me sientan en una silla y quieren que yo hable y dialogue con ellos; cosa que yo no quiero. Mira todas las torturas a que te someten todos estos dictadores de los Castro, todos estos lamebotas, porque para mí son unos lamebotas, unos sicarios, unos esbirros abusadores de mujeres indefensas, por solo exigir la libertad de los presos políticos y la libertad del pueblo de Cuba de forma pacífica.

En cada detención, cada vez que me cogen, que me llevan para la unidad, lo primero que me dicen ellos es que estoy afectando al pueblo con los escándalos públicos que estoy formando, que el pueblo se acerca a ellos, por lo menos la gente de la cuadra donde yo vivo para saber hasta cuándo van a hacer mis escándalos y decir que yo estoy dañando a los niños que están durmiendo a esa hora, que yo no tengo que estar formando ese escándalo y que por qué no me acaban de meter presa. Eso me dice la Seguridad, cosa que a lo mejor hay algún vecino que lo dice; pero muchos no. Aquí en la cuadra, de cierta manera, los vecinos no me repudian; al contrario, me apoyan, se acercan a mí y me dicen que por qué me hacen eso.

“Mira Micaela lo que te voy a decir, yo te voy a hacer una causa a ti, porque los vecinos se están quejando en la cuadra de todo el escándalo que tú formas todos los domingos. Ellos no están de acuerdo en eso”. 

Fíjate la osadía que tienen ellos. 

“Hay vecinos ahí que en tu cuadra tienen cualquier tipo de negocio y tú los estás perjudicando”. Fíjate el chantaje que usan ellos. “Les estás perjudicando el negocio y dicen que te van a caer a golpes”. “Pero díganme que vecino es el que me va a caer a golpes”. Al final son las manos y las cabezas de ellos las que están metidas en eso ahí, para en un momento determinado desequilibrarme, crearme a mí duda en mi reparto, para que yo me ponga a mal con las personas. 

Lo de nosotros no es con el pueblo, es con los dictadores. A mí aquí en la cuadra no se me hace nada. A lo mejor pueda haber algún vecino que le perjudique mi escándalo, pero la masa, la mayoría, yo les digo que eso es mentira; es obra de ellos, para desequilibrarme en mis ideas, para que yo me sienta atemorizada. 

Pero ellos saben que conmigo esas cosas son por gusto. Ya yo estoy camada con todas esas películas que me forman a mí. Yo estoy pasada por todas las pruebas que han querido ellos y mírame aquí, todavía firme.

Temo por mi vida, por la de mis hijos, porque son jóvenes, tienen que salir para aquí, para allá, y ellos pueden dañarlos de muchas formas. El mismo caso de mi hija, que está joven, bonita. Ellos son unos descarados y pueden en un momento determinado decirle a cualquier muchacho mira, hazle cualquier cosa. Gracias a Dios, nuestra presidenta siempre nos ha dicho, y yo siempre lo llevo en mente, que tengamos mucho ojo con la Seguridad del Estado, que ellos inventan cualquier cosa, hacen cualquier patraña lo mismo con tu persona, que con tus hijos o con tu familia.

Aquí no es una casualidad que un vecino te tire una piedra. No. No. Cuando pasa algo respecto a un opositor, las manos de la Seguridad están metidas ahí. Eso es seguro. Ellos todos los años dicen que ese año se acaban las Damas de Blanco, que van a tomar medidas con todas, que nos van a meter presas. El dolor de ellos, la piedra en el zapato de ellos, somos nosotras, las Damas de Blanco. 

Hace unos meses la cogieron por mandarme al jefe de sector con una amenaza y una citación para que yo fuera al Capri. Yo se lo comentaba a la líder, a Bertha Soler. Cuando iba al Capri, no era una citación del jefe de sector; era una citación de la Seguridad del Estado para chantajearme y amenazarme. 

Ellos usaban de medio al jefe de sector. Una vez me citó tres veces en la misma semana. Yo le dije que se estaba dejando instrumentar por la Seguridad del Estado, que me lo dijeran el domingo, cuando me cogieran. Pero él decía que venía aquí y me citaba porque le daba la gana, y que si yo dejaba de ir, me iba a poner una multa de 2 000 pesos por desobediencia. Ya la última vez yo no fui y vinieron acá a mi casa a buscarme en una patrulla. A la fuerza me sacaron y me llevaron para el Capri; cuando llegué, era la Seguridad del Estado. Por desobedecer y no ir en tiempo y forma el día que tenía que ir, tres días me metieron presa. 

Ese día yo subí con mi hija. Me llevaron a mí en la patrulla y mi hija fue más atrás. Me llevaron para Aguilera y de ahí me mandaron para Guanabacoa. Por desobediencia, estuve tres días trancada. Cuando salí de los calabozos, una multa de 150 pesos porque dicen ellos que cuando el jefe de sector me venga a citar, yo tengo que ir obligado a la unidad.

Estando en la unidad de Guanabacoa, fue el jefe de sector a hacerme una carta de advertencia y que le firmara que yo no iba a formar escándalos en la cuadra. “Yo no formo escándalo en la cuadra, yo salgo a la calle a exigir mis derechos y la libertad de los presos políticos. Para mí, eso no es ningún escándalo público. Esos son mis ideales. Ustedes pueden pensar de la forma que quieran, pero eso son mis ideales y nadie me los va a cambiar”. Él me obligó a que yo le firmara el papel, aunque le dije que no, que yo no iba a firmar nada, que estaba en desacuerdo con eso, que todo era una mentira y una patraña de la Seguridad del Estado.

Si yo volviera a tomar el camino, me dedicaría a ayudar a las personas mayores, a los necesitados, a los niños, a dar mi apoyo. Yo amo a mi Cuba, a mi bandera, pero sin los Castro. Sin ningún dictador, sin ningún tipo de represalia, sin ninguna gente que venga a mí a cambiarme mis ideas, mis pensamientos. Porque yo entiendo que lo que yo hago es bueno. Yo estoy ayudando al pueblo, buscando una Cuba libre, que cada persona pueda pensar de la forma que quiera pensar, que pueda pertenecer a cualquier tipo de religión sin ningún tipo de obstáculo, sin que esté la mano metida de los Castro.

Gracias a mi líder, Bertha Soler. Me siento muy orgullosa de haber retomado el camino, de ser una Dama de Blanco, una defensora de los Derechos Humanos.

El comunismo no sirve. 

Acuérdense bien: no se dialoga con la dictadura. 

Lo que funciona es la libertad de los presos políticos. 

¡Vivan todas las organizaciones del mundo entero! 

¡Viva Cuba libre! 

¡Abajo la tiranía! 

¡Abajo el comunismo! 

Acuérdense bien: no hay pacto con la Seguridad del Estado, no hay pacto. 

¡Vivan las Damas de Blanco! 

¡Viva nuestra líder Bertha Soler! 

¡Abajo el terrorismo!

¡Libertad para los presos políticos!




Miryorly García

Miryorly García: “Vivimos una de las últimas funciones de este circo”

Camila Rodríguez

“Me sentía preocupada por la vida política de mi país y también por el tono gris que, como fantasma del pasado, amenazaba la vida cultural; decepcionada por la incapacidad del Gobierno; atribulada por los problemas económicos como todo cubano”.





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