Imaginar que nunca hubo Revolución, por ejemplo, en aquel paisajito incivil en el que cada cubano era feliz durante sus quinquenios de fama. Olvidar el 11 de Julio para redescubrirlo, por fin, en toda su majestuosidad magnicida.
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Cambio de cabeza
Lincoln, disfrazado de verde olivo, debería reposar dentro del cambolo sacro de Santa Ifigenia. A su vez, bien pudiera ser el comandante confederado Fidel quien se sentara en el mármol magno de Washington, D. C.
L.Q.Q.D.
Estos son los momentos maravillosos que después desaparecen, sin dejar ni trazas, en esa matemática maléfica que llamamos todavía, por inercia ideológica, ‘nuestra memoria nacional’.
Hecho Hildita, señora, hecho Hildita
Es un gran momento para la nación cubana. La muerte impera rampante, como renovación espiritual. El fascismo en Cuba se llamó Fidelidad.
Para subir al cielo se necesita
Más allá de todas y cada una de nuestras instantáneas, Fidel Castro fue nuestro único contemporáneo. Todavía lo buscamos de escena en escena y de diálogo en diálogo, sin darnos cuenta de que es a él a quien buscamos.
Habanoel
Sin patria, se sobrevive, porque una patria nunca es material. En cambio, sin tiempo no tenemos ni dónde poner el cuerpo. Más que la historia, el castrismo nos ha cauterizado la histología.
Novias de los setenta
Nunca hubo tanta felicidad en la nación más moderna del hemisferio occidental.
Miles de asesinados, sí.
Decenas de miles de encarcelados, sí.
Cientos de miles de exiliados, sí.
Ser el último de los Peter Pan
Nos queda apenas sentarnos en el piso y otra vez llorar, pensando en todas las vidas adultas que nos perdimos por culpa de nuestra recondenada niñez.
Querido Fidel
Perdóname esta tristeza tan profunda que me embarga, que no es digna de la obra de todo un pueblo guiado por ti hacia el futuro”.
OLPL y la Cuba que yo quiero
Mientras muchos nos venden pasado, Orlando Luis Pardo Lazo nos regala futuro.