Henri Kunz, criado en Alemania Occidental en los años ochenta, recuerda con cariño su infancia bebiendo una alternativa al café conocida como Caro. Esta bebida, elaborada con una mezcla de cebada tostada, raíz de achicoria y centeno, se diseñó para imitar el sabor rico y pleno y el color oscuro del café tradicional. Aunque no contenía cafeína, proporcionaba una experiencia similar a la del café. “Los niños lo bebíamos”, relataba recientemente Kunz, destacando su popularidad a pesar de no contener cafeína.
Ahora, de adulto, Kunz es un ávido bebedor de café y está convencido de que el futuro del café tradicional es sombrío. Se prevé que el cambio climático altere las regiones geográficas donde el café puede prosperar, y las proyecciones sugieren que la tierra apta para el cultivo del café podría reducirse en más de un 50% para 2050.
También es probable que este cambio medioambiental haga que las plantas de café sean más susceptibles a plagas y enfermedades. Al mismo tiempo, la demanda mundial de café está aumentando, sobre todo a medida que la población de los países asiáticos, tradicionalmente consumidores de té, se inclina por el café. Kunz ilustró la creciente brecha entre la oferta y la demanda de café cruzando los brazos para formar una X durante una entrevista en Zoom, señalando un panorama preocupante. Este desequilibrio podría provocar la pérdida de las cosechas de los pequeños agricultores y una subida vertiginosa de los precios del café que podría excluir a todos los consumidores, salvo a los más ricos.
Para combatir estos problemas, los científicos agrícolas están desarrollando nuevas variedades de café resistentes al clima y de alto rendimiento. Mientras tanto, Kunz, que ahora dirige una empresa de ingeniería del sabor llamada Stem, explora soluciones innovadoras como el cultivo de células de café en laboratorios en lugar de en granjas tradicionales. Esta iniciativa forma parte de un movimiento más amplio en el que los emprendedores revisan sustitutos históricos del café, como las bebidas a base de cebada de la juventud de Kunz, con el objetivo de utilizar ingredientes sostenibles para mitigar el impacto medioambiental del café al tiempo que se reintroducen los efectos estimulantes de la cafeína.
Han surgido varias startups, como Atomo, Northern Wonder y Prefer, que promueven lo que llaman “café sin grano”. Estos productos, que a veces incorporan legumbres, ofrecen el sabor clásico del café y el impulso energizante que esperan los consumidores, al tiempo que contribuyen positivamente a la sostenibilidad medioambiental. Sin embargo, queda por ver si los amantes del café, profundamente vinculados al sabor y aroma únicos de las infusiones tradicionales, adoptarán estas alternativas por voluntad propia o por necesidad a medida que el cambio climático afecte a la disponibilidad del café convencional.
La especie de café más comúnmente utilizada para el consumo, Coffea arabica, es especialmente sensible a su entorno y prospera en zonas con precipitaciones moderadas y constantes y temperaturas de entre 64 y 70 grados Fahrenheit, condiciones que suelen darse en las tierras altas tropicales de países como Guatemala, Etiopía e Indonesia. La producción de café puede integrarse de forma sostenible en los bosques tropicales, pero la mayoría de las veces conduce a la degradación del medio ambiente, incluida la deforestación para obtener espacio para las plantas y combustible para los secadores de procesamiento del grano.
La Coffea arabica, descrita metafóricamente como Ricitos de Oro, se encuentra amenazada por el “oso” del cambio climático, provocado por más de dos siglos de emisiones de carbono de origen humano procedentes del uso de combustibles fósiles. Esto ha provocado patrones climáticos extremos y un aumento de las plagas y enfermedades, disminuyendo la rentabilidad y viabilidad del cultivo del café. Estos retos se agravan a medida que los caficultores exploran nuevas regiones para el cultivo, lo que conduce a una mayor deforestación y a la pérdida de biodiversidad, convirtiendo así los bosques que absorben carbono en zonas que lo emiten.
A lo largo de la historia, cuando el café ha escaseado o se ha encarecido, la gente ha recurrido a diversos sustitutos vegetales. Por ejemplo, la achicoria, la cebada y otras plantas con las que se elaboraban bebidas parecidas al café en épocas de escasez, como durante la Segunda Guerra Mundial u otros periodos de penuria económica. Las empresas emergentes actuales están dando un giro moderno a estas alternativas tradicionales combinando tecnologías innovadoras con recetas antiguas para crear productos que imitan fielmente la experiencia del café, incluida la adición de cafeína para satisfacer las expectativas de sabor modernas.
A pesar de estos avances y de las afirmaciones de sostenibilidad de las nuevas alternativas al café, sigue habiendo escepticismo sobre si es preferible construir una nueva industria a hacer más sostenible el cultivo de café existente. El debate en curso pone de relieve las opiniones divergentes sobre las mejores estrategias para afrontar los retos que plantea el cambio climático a la producción de café. A medida que el planeta se calienta, el desarrollo y la adopción de soluciones cafeteras alternativas, como el café sin grano, representan una tendencia significativa en la evolución del mercado mundial del café, que podría redefinir nuestros rituales matutinos.
VI Premio de Periodismo “Editorial Hypermedia”
Por Hypermedia
Convocamos el VI Premio de Periodismo “Editorial Hypermedia” en las siguientes categorías y formatos:
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