La fascinante historia de los Reyes Magos y la búsqueda de Belén

Los Reyes Magos de Oriente, o simplemente Reyes Magos, es el nombre por el que la tradición cristiana denomina a los “magos” —denominación que recibían los sacerdotes eruditos en el Antiguo Oriente que, según el Evangelio de Mateo, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, acudieron desde Oriente para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra. 

En los evangelios canónicos solo el Evangelio de Mateo habla de estos “magos”, sin precisar sus nombres, ni que fuesen reyes, ni que fueran tres. Fue en el siglo III d. C. cuando se estableció que pudieran ser reyes, ya que, hasta entonces, por sus regalos y las iconografías que los representaban, tan solo se consideraba que eran personas pudientes. 

Fue también en ese siglo, cuando se estableció su número en tres, uno por regalo, pues anteriormente había dibujos con dos, tres o, incluso, cuatro magos, y la Iglesia ortodoxa siria y la Iglesia apostólica armenia aseguraban que eran doce, como los apóstoles y las doce tribus de Israel.

Los nombres actuales de los tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, aparecen por primera vez en el conocido mosaico de San Apolinar el Nuevo (Rávena) que data del siglo VI d. C., en el que se distingue a los tres magos ataviados al modo persa con sus nombres escritos encima y representando distintas edades. 

Aún tendrían que pasar varios siglos, hasta finales del siglo XV d. C., para que el rey Baltasar aparezca con la tez negra y los tres reyes, además de representar las edades, representen las tres razas conocidas hasta la Edad Media. Melchor encarnará a los europeos, Gaspar a los asiáticos y Baltasar a los africanos.

En España, a partir del siglo XIX se inició la tradición de convertir la noche de Reyes (noche anterior a la Epifanía) en una fiesta infantil con regalos para los niños, a imitación de lo que se hacía en otros países el día de Navidad, en homenaje al santo oriental San Nicolás. Fue en 1866 cuando se celebró la primera cabalgata de Reyes Magos, en Alcoy; tradición que se extendió al resto del país y posteriormente a otros países, especialmente a aquellos de cultura hispana.

La palabra “mago”, proviene del persa ma-gu-u-sha, que significa sacerdote. Llegó al griego como μάγος (magos, plural: μάγοι, magoi), refiriéndose a una casta de sacerdotes persas o babilonios, que estudiaban las estrellas en su deseo de buscar a Dios. Del griego pasó al latín como magus, plural magi, /mágui/, de donde llegó al español mago.


Lo que dice la Biblia

La figura católica de los Reyes Magos tiene su origen en los relatos del nacimiento de Jesús, algunos de los cuales fueron integrados a los evangelios canónicos que hoy conforman el Nuevo Testamento de la Biblia. Concretamente el Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos (aunque no especifica los nombres, el número ni el título de reyes) quienes, tras seguir una estrella, buscan al “rey de los judíos que ha nacido” en Jerusalén, guiándoles dicha estrella hasta Jesús, nacido en Belén, y a quien presentan ofrendas de oro, incienso y mirra.

Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?”. Evangelio de Mateo (2, 1-2), versión Reina-Valera, 1960. 

Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Evangelio de Mateo (2, 11), versión Reina-Valera, 1960.

Si bien parece contradictorio que practicantes de la magia (severamente amonestada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento) sean admitidos como adoradores de Jesús, hay que tener en cuenta que el término griego magós no era utilizado únicamente para referirse a los hechiceros. 

Se utiliza, en este caso, para referirse a ‘hombres sabios’ (así se los llama en diversas versiones de la Biblia en inglés) o, más específicamente, hombres de ciencia. De hecho, también poseían conocimiento de las Escrituras y, desde antiguo se ha sostenido que pertenecían al mazdeísmo.

Mateo no explicita que sean astrólogos que conocieran con precisión el movimiento de alguna estrella a pesar de ser esta la creencia general. 

Aunque bien intencionados, su visita es causa de turbación general y despierta la desconfianza de Herodes (2:3), pues veía al nuevo Mesías como un rival. A pesar de ser anciano y de haber reinado ya por más de treinta años, Herodes les ruega que averigüen el sitio preciso del nacimiento del Mesías (2:8) con el fin de poder, así, acabar con su potencial competidor. 

Los sabios, que no sospechan eso, encuentran al Niño, lo adoran y obsequian oro, incienso y mirra (2:11). Un ángel previene a los magos de las intenciones que Herodes guardaba (2:12), así que no regresan donde él. Iracundo, el rey manda a matar a todos los niños menores de dos años. Para entonces, José ha sido avisado en sueños (2:13) de que debe huir a Egipto con los suyos.


Otras interpretaciones

A partir de ese relato, se han ido elaborando numerosas leyendas sobre los hechos y la personalidad de estas tres figuras. Según la interpretación de José Luis Sicre, en el tiempo en que fue escrito el Evangelio de Mateo se estaba produciendo un incremento de conversiones paganas al cristianismo frente a las de los propios judíos. La incursión de estos fragmentos sobre los magos de Oriente en el Evangelio de Mateo subraya este hecho y lo utiliza como argumento de conversión: si los de fuera vienen y lo adoran (se convierten) “¿cómo no os dais cuenta los que lo tenéis entre vosotros?”.

Según la interpretación ofrecida por Eric Rodríguez, se tiene lo siguiente: Ya el término griego μάγος (literalmente “magos”) había caído en un uso peyorativo o deteriorado desde al menos el siglo III a. C. (cf. versión Septuaginta) por la extracción de su origen y contexto cultural, y que es como se usa aún en la época del Nuevo Testamento dice: “… ἰδοὺ μάγοι ἀπὸ ἀνατολῶν παρεγένοντο εἰς Ἱεροσόλυμα”. “… y he aquí (unos) magos desde Oriente se encontraban por Jerusalén”. Mateo (2:1) 

A diferencia de los magos que ya se encontraban dispersos en tierra de Israel y todo el mundo helénico, el énfasis que se emplea al decir “de Oriente”, marca un cambio de connotación: el autor busca traer a la mente un personaje asociado con el Oriente, diferente a los sabios convencionales de Israel (rabinos), que conociera además las profecías mesiánicas y que fuera autoridad bíblica para el lector judío (ya que se acepta a nivel general que el Evangelio de Mateo fue escrito para hebreos y, aun, en lengua hebrea, según el testimonio de casi todos los padres de la Iglesia).

El Evangelio del Pseudo Tomás, un texto apócrifo del siglo II, aporta más detalles, indicando que los Reyes Magos tenían vínculos familiares y que llegaron acompañados de tres legiones de soldados de Persia, Babilonia y Asia. 

En su libro “La infancia de Jesús”, el Papa Benedicto XVI sugiere que los Reyes Magos podrían haber venido de Tartessos, una región histórica ubicada entre Huelva, Cádiz y Sevilla en Andalucía, España. 

Según Benedicto XVI, la tradición ha leído la historia de los Magos a la luz del Salmo 72:10 e Isaías 60, interpretándolos como reyes de los tres continentes conocidos en esa época: África, Asia y Europa. 

El secretario general de la Conferencia Episcopal, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, aclara que el Papa no afirmó que los Reyes Magos fueran andaluces, sino que representaban a todos los hombres buscadores de Dios de todos los tiempos y lugares, incluyendo el mundo conocido hasta entonces, cuyo límite occidental era Tartessos.


Los Reyes Magos y su historia

La historia en el Evangelio de Mateo narra que los magos, guiados por una estrella, llegaron a Belén, donde visitaron a Herodes el Grande, en Jerusalén, quien, con intenciones ocultas, les pidió que le informaran sobre el lugar exacto del nacimiento del “Rey de los judíos” para poder adorarlo, aunque su verdadera intención era matarlo. 

En Belén, los magos encontraron a Jesús y lo adoraron, ofreciéndole oro, incienso y mirra. Debido a que trajeron tres regalos, se asumió que eran tres los magos, aunque algunas tradiciones indican que podrían haber sido cuatro, siete o incluso doce. Tras ser advertidos en un sueño sobre las intenciones de Herodes, los magos no regresaron a Jerusalén. Esto llevó a Herodes a ordenar la matanza de todos los niños menores de dos años en Belén, conocida como la matanza de los inocentes. 

Los nombres de los Reyes Magos, tal como se conocen hoy, aparecieron por primera vez en la iglesia de San Apolinar Nuovo en Rávena, Italia, en un mosaico del siglo VI que los muestra vestidos a la moda persa y llevando regalos a la Virgen María y al Niño Jesús. Con el tiempo, se añadieron más detalles simbólicos a su figuración, como ser los representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, las tres edades del hombre y los tres continentes conocidos (Asia, África y Europa).

La tradición esotérica aplicada al cristianismo sugiere que los Reyes Magos procedían del lugar donde se encontraba el Preste Juan. Una leyenda medieval relata que, tras la resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los encontró en el reino de Saba, donde los bautizó y consagró como obispos. Más tarde, fueron martirizados y sus cuerpos, hallados por Santa Elena, fueron trasladados a Constantinopla y luego a Colonia, Alemania, por Federico I Barbarroja, en el siglo XII. La Catedral de Colonia, donde se cree que descansan sus restos, se convirtió en un importante centro de peregrinación.

Las diversas tradiciones sobre los Reyes Magos varían en cuanto a su número. 

Orígenes, un conocido escritor eclesiástico del siglo III, fue el primero en referirse a tres Reyes Magos. 

En el siglo V, el papa León I el Magno estableció oficialmente su número en tres para toda la cristiandad. En el siglo VI, en la iglesia de San Apolinar Nuovo en Rávena, Italia, se les asignaron los nombres de “Melchor”, “Gaspar” y “Baltasar”. 

Los armenios, por otro lado, creen que fueron doce los Reyes Magos, asignándoles doce nombres diferentes. Estos nombres no se mencionan en la Biblia. 

Las primeras referencias a los nombres de los Reyes (Melchor, Gaspar y Baltasar) parecen remontarse al siglo V, en textos como el Excerpta latina barbari y el Evangelio armenio de la infancia. 

En la tradición siríaca, se les conoce con nombres diferentes: Larvandad, Gushnasaf y Hormisdas. Además, los Reyes Magos también son conocidos como los Santos Reyes.





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