La industria automovilística mundial está cambiando rápidamente de marcha en respuesta al auge de los vehículos eléctricos (VE) chinos asequibles. Los fabricantes de automóviles tradicionales, que antes se centraban en modelos VE de gama alta, se apresuran ahora a desarrollar coches eléctricos más rentables. Este giro estratégico se debe a la inminente amenaza de perder cuota de mercado frente a los fabricantes chinos, que han logrado producir vehículos eléctricos de bajo coste.
Andy Palmer, presidente de la start-up británica Brill Power y antiguo consejero delegado de Aston Martin, destacó el nuevo enfoque de la industria. Brill Power, conocida por sus avanzados sistemas de gestión de baterías, afirma que su tecnología puede aumentar la autonomía de los VE en un 60% y permitir el uso de baterías más pequeñas y menos costosas. Esta innovación es especialmente significativa, ya que la batería es el componente más caro de un VE.
La urgencia de vehículos eléctricos asequibles responde al temor de que la demanda se ralentice debido a los elevados precios. Renault anunció recientemente sus planes de reducir los costes de los VE en un 40% para alcanzar la paridad de precios con los modelos que funcionan con combustibles fósiles. Del mismo modo, Stellantis se está asociando con la china CATL para producir baterías LFP más baratas y ha presentado el SUV eléctrico e-C3 de Citroën, a partir de 23 300 euros. Grandes empresas como Volkswagen y Tesla también están desarrollando vehículos eléctricos en torno a los 25 000 euros.
El impulso a la asequibilidad no se limita a los fabricantes de automóviles, sino también a los proveedores. OneD Battery Sciences, con sede en Palo Alto (California), ha desarrollado un proceso que integra nanocables de silicio en ánodos de grafito para baterías de vehículos eléctricos, lo que reduce costes y mejora el rendimiento. Esta innovación no sólo reduce casi a la mitad el coste de una batería para VE de 100 kWh, sino que también disminuye el peso de la batería en un 20%. General Motors es uno de los inversores y clientes de OneD.
En Alemania, Veekim está probando un innovador motor para vehículos eléctricos que utiliza ferrita en lugar de tierras raras, lo que podría reducir los costes del motor en un 20%. Este movimiento también supone un cambio estratégico para dejar de depender de los suministros de tierras raras dominados por China.
La reducción de costes es un tema universal en todo el sector. NXP trabaja para minimizar el número de unidades de control electrónico de los vehículos eléctricos, mientras que Siemens ha desarrollado software para reducir a la mitad el tiempo de desarrollo. Estos avances son cruciales en un momento en que los fabricantes europeos se preparan para la introducción de VE chinos aún más baratos, como el utilitario Dolphin de BYD, que rebaja casi un 30% el precio de competidores como el ID.3 de Volkswagen.
En Estados Unidos, a pesar de cierta protección frente a las importaciones chinas gracias a las subvenciones de la Ley de Reducción de la Inflación, los fabricantes de automóviles están igualmente interesados en reducir costes. GM, por ejemplo, ha desarrollado un paquete de baterías más económico para su renovado Bolt EV, lanzado dos años antes de lo previsto.
Los fabricantes de automóviles de gama alta no son inmunes a esta tendencia. Our Next Energy, con sede en Michigan, trabaja en baterías que prometen la misma autonomía a la mitad de precio, y entre sus clientes figura BMW.
Las innovaciones se extienden a piezas y procesos de fabricación. La empresa californiana CelLink ha conseguido importantes inversiones para una tecnología de láminas que sustituye a los mazos de cables tradicionales y permite la instalación asistida por robots. La empresa israelí Addionics está desarrollando nuevos materiales para electrodos que prometen una carga más rápida y una mayor autonomía, pero que atraen el interés de los fabricantes de automóviles sobre todo por su potencial de ahorro.
Este cambio en la industria subraya un momento crítico en la historia del automóvil, en el que la carrera por una tecnología rentable para los vehículos eléctricos no es sólo una cuestión de innovación, sino de supervivencia en un mercado cada vez más competitivo.
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