Uno de cada cien residentes de la Franja de Gaza ha muerto

El conflicto entre Israel y Hamás ha provocado un número de víctimas sin precedentes en la Franja de Gaza. Más de 20 000 personas han perdido la vida desde el inicio de las hostilidades el 7 de octubre, según cifras publicadas por el Ministerio de Sanidad de Gaza. Esta asombrosa cifra no sólo refleja la intensidad del actual conflicto, sino que lo convierte en uno de los más mortíferos de la turbulenta historia de la región.

La situación se agravó cuando militantes de Hamás lanzaron un ataque contra territorio israelí, que fue respondido con contundencia por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). La posterior estrategia militar de Israel incluyó un bombardeo aéreo exhaustivo y una invasión terrestre de Gaza. El número de víctimas es tal que casi uno de cada cien residentes de la Franja de Gaza ha muerto, un índice de pérdidas que casi no tiene precedentes en los conflictos modernos.

La exactitud y el origen de las cifras de víctimas se han convertido en puntos de debate y escrutinio internacional. Aunque los medios de comunicación y las organizaciones humanitarias citan ampliamente las cifras del Ministerio de Sanidad de Gaza, funcionarios israelíes y estadounidenses han expresado su preocupación por su fiabilidad. Estos funcionarios señalan la posibilidad de una clasificación errónea entre muertes de combatientes y civiles, dado que el Ministerio de Sanidad opera bajo la administración de Hamás, un grupo que tanto Israel como Estados Unidos designan como organización terrorista.

A pesar de estas preocupaciones, diversos organismos internacionales y grupos académicos independientes han intentado verificar las cifras. Un estudio realizado por expertos de la Universidad Johns Hopkins, centrado en el número de muertos entre el personal de la ONU en Gaza, no encontró pruebas que sugirieran que las cifras comunicadas estuvieran infladas. Esto da credibilidad a las cifras del Ministerio de Sanidad, aunque el estudio también reconoce las dificultades inherentes al recuento exacto de víctimas en una zona de conflicto, especialmente si se tiene en cuenta la posibilidad de que haya muertes no registradas bajo edificios derrumbados y en zonas inaccesibles.

En medio de la tragedia, la respuesta mundial ha oscilado entre una cautelosa verificación de los datos y una alarma total por las implicaciones humanitarias. El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, se refirió a las cifras del Ministerio de Salud de Gaza en una declaración reciente, afirmando que el número real de muertos podría ser incluso mayor de lo que se ha informado. Esta afirmación se hace eco de la preocupación por el grave estado del sistema sanitario de Gaza, que se ha visto desbordado por el gran número de víctimas.

Las ramificaciones políticas del conflicto y su consiguiente crisis humanitaria se dejan sentir en todo el mundo. El gobierno de Biden en Estados Unidos ha empezado a presionar a Israel para que modere sus acciones militares. El presidente Biden, en un cambio respecto a anteriores posturas estadounidenses, ha criticado abiertamente los “bombardeos indiscriminados” de Israel, lo que indica un creciente malestar mundial por la situación. El consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, se ha hecho eco de esta postura, abogando por una transición hacia “operaciones de menor intensidad” en la región.

El elevado número de víctimas civiles en Gaza plantea profundos interrogantes sobre la naturaleza y el desarrollo de las operaciones militares, especialmente en zonas densamente pobladas. El uso de munición pesada, incluidas las bombas de gran tamaño y la artillería no guiada, en estos entornos ha sido motivo de controversia y ha suscitado críticas tanto de grupos internacionales de derechos humanos como de analistas militares. La situación también pone de relieve las complejidades y los dilemas éticos inherentes a la guerra moderna, en la que las líneas que separan a los combatientes de los civiles son a menudo difusas, y en la que el impacto de la tecnología militar puede tener consecuencias imprevistas pero catastróficas.


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