Terminó el 43 Festival Internacional de Cine de Moscú, el más extraño y puritano en la negrura de su código de vestimenta y la falta de un bufé en el descanso entre la ceremonia y la película de clausura.
Nikita Mikhalkov irónicamente se apartó del micrófono, que olía a desinfectante, para que los agentes de Rospotrebnadzor (Servicio Federal de Supervisión de la Protección y el Bienestar del Consumidor) en la sala entendieran que él los estaba cuidando a ellos, y no al revés.
La presencia de un cierto “observador” se disolvió en todo el programa del Festival, en todos los tiempos y géneros. Una hora antes del cierre proyectaron Últimas palabras, de Jonathan Nossieter, un desfile de estrellas europeas muriendo paralelamente de alguna enfermedad, al pie de un Partenón algo húmedo y frío. Después comenzaron Los paraguas de Cherburgo con acento finlandés. Se trataba de El café de mi memoria de Walto Balzar. Divertida película de cierre, pero luego ni siquiera hubo bufé.
Al salir al pasillo en el intermedio de la ceremonia de clausura, la gente despedía tensión. El vestíbulo Cuando salimos al pasillo, después de la ceremonia de clausura, la gente estaba tensa. El vestíbulo estaba algo oscuro. Pero resplandeciente, sensual y enigmática, la actriz Lynn Cruz brillaba en el vestíbulo de toda la “Rusia” junto al director cubano Miguel Coyula, que vestía de negro como se requería, como para proteger la descarada y brillante femineidad de su compañera frente a los agentes de Rospotrebnadzor.
En esta extraña y fría Rusia, que ya no recuerda su propio pasado internacional revolucionario, hoy se cuelgan trajes falsos para algunos banquetes, conferencias de prensa para la televisión, y en los periódicos que nadie lee, pero citan.
Los reporteros no se apresuraron a encontrarse con los creadores de la película Corazón azul de una Cuba en otro tiempo muy fraternal con nosotros. ¿Qué pasa? Rusia hoy “ama con los oídos” y “cree con los oídos”. La película es muy visual, es cine verdadero y trata sobre un “futuro-presente” inimaginable, en particular la sufrida Cuba; película traída por los autores no sin dificultad y —tal vez incluso con riesgo— a través del océano Atlántico al programa competitivo del Festival. Pero no recibió la atención de la prensa y el jurado. Y en el “concurso” no obtuvo nada, ni siquiera “mención”.
Póster de Corazón Azul.
Fue tan extraño, que me sentí incómoda con mi país —o con lo que quedaba de él—. Los miembros del jurado aparentemente estaban tan atormentados por la pandemia y tan lejos —el presidente canceló su vuelo a Rusia y apareció en todas las conferencias de prensa solo en una pantalla desde Filipinas— hablando de las preocupaciones de Rusia, de la necesidad para una mayor comprensión para el “Cine de Arte” y de los “juegos con el tiempo” y las “esperanzas socialistas”… Entonces pensé: si Kim Ki-duk reviviera ahora ante ellos para presentar su película, tampoco se darían cuenta.
La película Corazón azul de Miguel Coyula y Lynn Cruz se proyectó el 26 de abril de 2021 en el Centro de Prensa. Alguien recordó de inmediato la película Soviética Soy Cuba, de Mijaíl Kalatózov y Yevgueni Yevtushenko (1964). Yo tenía 3 años cuando este filme en blanco y negro llegó a nuestras pantallas, y honestamente solo ahora la vi completa con motivo de Corazón azul.
Experimenté la alegría del descubrimiento. La película mostraba las hojas blancas de la caña de azúcar contra un cielo gris ceniciento. ¿Cómo lo hizo el operador Urusevsky? El cielo en un día soleado y brillante es gris, y las plantas irradian luz como si estuvieran empapadas de sol. Urusevsky hizo más de lo que pudo imaginar el director, mostró a Cuba como un fragmento de “paraíso en la tierra”. Me enamoré de este efecto más que de todo lo demás en la película y recordé que este es el mismo caso del que habló Otar Ioseliani en 2011, durante la proyección de Prensa de su filme “Chantrapas”, sobre la película “Cuando vuelan las cigüeñas”, de Mijail Kalatozov “¡Es una gran película del gran camarógrafo Urusevsky!”.
En el Corazón azul de Coyula, el curso del pensamiento y los enfoques de la imagen son diferentes. La película —filmada por el fotógrafo y director Miguel Coyula— está dominada por el negro combinado con azul y morado, la incertidumbre es negra y el amarillo, si aparece, es en el color de los árboles torturados, un mundo de vilezas es aniquilado por poderes incomprensibles.
En un ambiente tan ácido, el hombre mismo, con su físico blanco-azul-rosa y una cultura basada en el papel y el lienzo, lienzo, ya es “prescindible”. La cultura también es superflua. Entonces, ¿en qué consiste la “noosfera” de la existencia? ¿Debemos entender que eso es la Cuba de hoy? La misma “isla del amanecer carmesí” —cita de la canción Cuba, mi amor, con letra de S. Grebennikov y N. Dobronravov—, pero ahora similar a una fogata de vagabundos en las ruinas de una casa sin terminar.
Fotograma de Corazón Azul.
La casa aparece en la película como un cuadro de hormigón, con paredes y ventanas rotas. Y nos sentamos y caminamos dentro de ella detrás de la heroína Lynn Cruz, como detrás de Alicia en un espejo quemado. En lugar de reinas y flamencos, parterre verde y hierba recortada en la tediosa perspectiva del parque con una pared al final, una oscuridad sin fondo se avecina a nosotros, los restos de concreto se desmoronan hasta convertirse en polvo, océano helado e inhóspito, con piedras afiladas en la costa, sin arena de seda, sin pájaros, caras deformadas y quemadas en las pinturas, un hombre gordo enloquecido que corta con un machete gruesos álamos amarillos en un parque de la ciudad. Frente a esta estúpida “creación de Dios”, uno realmente solo puede preguntarse, al igual que hace una niña: “¿Usted es del campo?”.
Lo que sucede a continuación es tan salvaje como la Biblia canónica de hoy: el machete rompe el vientre de su propio dueño.Bien merecido. Pues entendemos por la mirada penetrante de la niña que no debes destruir los árboles —los restos del paraíso— en la ciudad: “Tú no los plantaste, así que no tienes derecho a cortarlos”.
Pero no hay forma de enmendar el error: estos últimos tiempos, solo alcanzan para la retribución inmediata. Esta niña-ángel asume la función de la mano punitiva del Dios creador del mundo, o el arcángel Miguel. Pero, al mismo tiempo, ¿qué tiene en su cabeza, qué ideología hay, qué fe la impulsa? ¿O es simplemente una señal del punto de comando secreto: “¡encontrar y neutralizar!”? Aún no lo sabemos. Simplemente, estamos “observando”.
Nosotros mismos estamos en un lugar seguro, incluso si el héroe observador está en el lugar y en el tiempo de un completo absurdo: en la vida después de la muerte, el “limbo”, en la “ciudad muerta”. Es la hora local, la actual y la continuada. Pero hay una sensación de que puedes salir del laberinto solo si te pierdes en él. Y si entras en él, te mueves y lo observas como un hecho, puedes salir a la luz en algún lugar. Porque quien nos introdujo en el laberinto, seguramente sabe dónde está la salida y es necesario captar sus “señales”, y escuchar los sonidos que nos permiten entrar. Los creadores de la película Corazón azul nos abren las puertas y nos dan tiempo para escucharlos desde un silencio difícil.
Es un estado raro, pocos directores lo han podido transmitir, pero nosotros, el público, lo necesitamos mucho hoy, como una especie de sesión para “mirar dentro de nosotros mismos” y luego hacia el futuro. En mi juventud, experimenté algo similar con Stalker. Los creadores de esta película también lo han conseguido.
La cuestión de creer en el futuro es hoy algo doloroso para todos. Es difícil responder públicamente la pregunta sobre el futuro, en un país ya desconocido que durante dos años lleva “rastrillando muertos” como la “ciudad muerta” de la película. Corazón azul tardó diez años en filmarse mientras el país, su mentalidad y sistema político, cambiaban. El director y la actriz la hicieron juntos y crecieron con ella en su tierra natal, en busca de la imagen del fututo…
“Cuando Fidel Castro habló al país y a la nueva generación, los estudiantes, dejó claro que cultivaba a los jóvenes como semillas para lanzarlos al futuro. Nos llamaron así: ‘Semillas del 2000’”, dijo la actriz, productora y diseñadora de maquillaje y vestuario Lynn Cruz.
“Cuando el ideal del comunismo en el país se quebró, yo tenía 12 años, nuestra generación se aferraba a los ideales anteriores, y el camino ya no estaba allí… Hemos estado haciendo la película durante diez años y la realidad ha cambiado. Miguel está censurado en Cuba, así que muchas veces tuvo que montar la cámara en un trípode, calcular nuestra ubicación en el marco del cuadro y la cámara entonces nos filmó sola. No filmamos mucho tiempo en lugares públicos para no llamar la atención de la policía. Tuve que producir por necesidad: la experiencia en proyectos teatrales fue útil. Vivirás lo mismo que nuestro país, solo que más tarde”.
Sí… Pero de alguna manera no quiero aceptar esta realidad sin luchar. Aunque Mikhail Kalatózov en su película, durante la escena de una procesión masiva de estudiantes desde las escaleras de la Universidad de La Habana, muestra mucha “poesía” una paloma blanca, estudiantes con pantalones blancos, en ese momento dispararon a la multitud no solo con cañones de agua; en Corazón azul, no hay ilusiones: la bala puede alcanzarte en cualquier momento y salir de la nada, no necesariamente desde un uniforme, sino también desde el pensamiento de un vecino sentado en un banco. El pensamiento se vuelve físico, pero al mismo tiempo existe mucha agresión oculta en los pensamientos de las personas. Y esta agresión provoca una agresión de represalia, y mata todo a su alrededor. Así que la idea de vivir en una “ciudad muerta” en un país determinado se traduce en una parábola sobre el comienzo de los comienzos, sobre la vida después de la muerte.
Aunque Mikhail Kalatózov en su película, durante la escena de una procesión masiva de estudiantes desde las escaleras de la Universidad de La Habana, muestra mucha “poesía” porque en ese momento dispararon a la multitud no solo con cañones de agua; en Corazón azul, no hay ilusiones: la bala puede alcanzarte en cualquier momento y salir de la nada, no necesariamente desde un uniforme, sino también desde el pensamiento de un vecino sentado en un banco. Así que la idea de vivir en una “ciudad muerta” en un país determinado se traduce en una parábola sobre el comienzo de los comienzos, sobre la vida después de la muerte.
Los personajes viven mayormente en silencio. Estamos en las ruinas de una “ciudad muerta” o “instituto” —como Hogwarts, o en la nueva novela de Stephen King (The Institute) o en la película “Los cisnes feos” de Konstantin Lopushansky, basada en el relato de los hermanos Strugatsky; estos son los ejemplos más cercanos a esta autora—. Este “instituto” cerrado dentro de la “ciudad muerta”, ha sido fundado —entendemos la insinuación opaca— por Fidel Castro con niños especialmente talentosos, arrebatados a sus padres. El Estado engendró personas con supercapacidades para el futuro. Pero de repente la ciudad se extinguió y las “semillas del futuro” se dispersaron en busca de tierra, un campo para vivir en el espacio de piedra abandonado por la gente. Esta es una ciudad laberíntica en la que, si no estás seguro de lo que buscas, puedes vagar, como en una pesadilla, toda la vida terrenal.
Pero la heroína encuentra a su madre en ella, es decir, su cuerpo original, células nativas, vista y olor, suavidad. Y en medio de la negrura general y el frío vacío del espacio, la chica guerrera de mirada tensa se calma en suave paz en una suerte de cama o trono: la casa de su madre en medio del vacío… En esencia, esta es también la historia de un “observador” en el fin del mundo: no hay nada con qué alegrarse, nadie con quién hablar y nada de qué hablar. Es este el mundo donde han extirpado el ser humano, o más específicamente, su capacidad de desarrollo. Pero, dado que la actriz es hermosa y plástica, como una pantera, no hay indicio de impotencia en ella. Y, al ver cómo se duerme junto a su madre, de alguna manera crees que descansa, pero no para siempre. Simplemente crees en esto: es la persuasión de la imagen.
La actriz Lynn Cruz.
Tenía muchas preguntas para Miguel Coyula cuando lo encontré en privado después de la conferencia de prensa: El Estado que soñaba Fidel Castro, una especie de paraíso comunista, no se hizo realidad. ¿Tiene la sensación de que la gente misma lo destruyó con su incredulidad en el ideal? Existe una idea y práctica de que un pensamiento se materializa si mantienes su imagen en tu mente y la deseas, es decir, “crees”. Pero esto no puede tener distracciones, es imposible con un pensamiento admitir, ni siquiera por un minuto, algo opuesto. Tan pronto como la gente en la URSS abandonó su fe en el “comunismo” y se ocupó de la “comodidad”, ¡el país se derrumbó! Poco a poco, una imagen clara del futuro, que mantuvieron durante setenta y cinco años con toda su ideología, fue desplazada de la conciencia del pueblo.
Este futuro de repente fue ridiculizado, vulgarizado y humillado por el nuevo Estado. Vimos la lucha por el poder en la televisión y le confiamos al ganador todo lo que construyeron nuestros padres y abuelos. Al mismo tiempo, el ideal del futuro desapareció, como la herencia, la energía de la creación desapareció, el camino (Tao) desapareció, no había hacia dónde moverse. ¿Pero no ha sucedido todo eso porque nosotros mismos hemos dejado de creer en los ideales del futuro?
Los cubanos son los descendientes de los españoles, es decir, la base de la mentalidad son los cristianos y ellos también, según el “Apocalipsis” de Juan el Teólogo, tendrán una “ciudad del cielo” en el “fin del mundo”.
¿Y qué se trazó como futuro en la ideología de Fidel Castro?
¿Cuál imagen: “La ciudad de oro” o “ el jardín del Edén”?
Sabemos muy poco sobre esto.
¿Qué creía el propio Castro y por qué los cubanos perdieron esta fe tan fácilmente?
Como artista, ¿qué estás construyendo internamente: “El Jardín del Edén” o “La Ciudad de Oro”?
“Por supuesto, mantuve este pensamiento todo el tiempo, estaba buscando una imagen… En nuestra crianza, la Biblia estaba ausente. Materialismo: todo en el mundo tiene principio, desarrollo y fin… En La Habana de los años 60, bajo la influencia de cineastas europeos y soviéticos, se creó un cine muy fuerte, y más tarde una escuela de cine. Si bien la ideología era fuerte, la escuela floreció a su manera: aunque el cine es un instrumento de ideología. Una ideología, por supuesto, ‘aplastada’. Cuando murió Fidel Castro, la gente comenzó a hablar más abiertamente sobre la pobreza y la miseria. El Estado abandonó los ideales colectivos comunistas por ‘fracasados’, y la gente tuvo que aprender a sobrevivir por su cuenta. Muchos cubanos no estaban acostumbrados a esto. Hoy la escuela de cine está en decadencia. Pero todo tiene un comienzo, una continuación y un final”.
Pero esto todavía no es un verdadero “final”. ¡La creencia en “la vida después de la muerte” impulsa toda la cultura de la humanidad! Puedes ser ateo, no creer en los mitos, pero me parece que un artista no puede hacer eso, todavía revela los arquetipos de la conciencia, puedes ver esto en tu película. Todos los pueblos tienen una parábola en su mentalidad sobre el grano que cobra vida después de la muerte de la cáscara del grano. Es decir, la muerte es al mismo tiempo el comienzo de una nueva vida. ¿Y qué esperaba Fidel Castro “en el final del régimen comunista”? ¿Por qué te preparó como las “semillas de la década de 2000”? ¿Qué piensas?
“Esta es una pregunta muy difícil y personal. Somos ateos. Después de la muerte no hay nada…”.
Y como artista, ¿qué ves tú personalmente? ¿Qué ves “ahí”? “¡Ya le has hecho esta misma pregunta en la conferencia!”, me corta un “escolta” con chaqueta negra y walkie-talkie que apareció de repente… Estábamos parados extraoficialmente junto al refrigerador de agua del centro de prensa.
Miguel pensó: “No hay nada… Un vacío…”, y suspiró repentinamente antes de ser llevado por el “escolta”; desapareciendo detrás de la entrada del centro de prensa, junto a Lynn Cruz, para la próxima entrevista…
Miguel Coyula y Lynn Cruz durante el 43 Festival Internacional de Cine de Moscú.
Al cierre del Festival nadie nos molestó, no hubo “escoltas”. Saco de mi bolso mi libro sobre el folclor tradicional de los campesinos rusos. Era lo único que traía conmigo. Aquí al menos tendrán este regalo agradable, y le presento el libro a Lynn Cruz, bella dama y artista de cine, mostrándole la obra de arte en la portada del libro. Luego supe que Miguel está enseñando activamente “métodos de cine de guerrilla” fuera de Cuba (Estados Unidos y América Latina). En su patria, luego de filmar la película Nadie (2017) sobre el censurado poeta cubano Rafael Alcides, está oficialmente “excluido de la profesión”.
“En Cuba se puede hacer una crítica moderada e indirecta al Gobierno, pero no se puede mencionar a Fidel Castro de ninguna forma crítica —moderada o directa—, simplemente no se le puede mencionar en absoluto, a no ser para hacerle loas. Si lo haces, serás incluido en la lista negra, como nosotros, Rafael Alcides y muchos más antes que nosotros. Corazón azul corre el mismo destino. El nombre de Fidel Castro no puede ser mencionado negativamente en ninguna expresión artística en Cuba, o serás censurado de inmediato. Después de su muerte, el Gobierno no quiere, —aun con más fuerza que antes— hablar mal de la Revolución. Hoy hay mucha represión contra los artistas independientes, no solo en institutos de cine, sino también en espacios alternativos”, explicó el propio Miguel Coyula. En resumen, si caes bajo la censura, entras en una realidad alternativa.
“¡Entonces necesitaras este libro!”, digo de alguna manera en inglés. Aquí está la “base” de la cultura rusa y eslava: ¡rituales y canciones de personas que creen que la tierra está viva! Mi abuelo defendió a Europa y a Rusia durante la Primera Guerra Mundial en los Cárpatos y en 1985 seguí inesperadamente sus pasos en una expedición etnográfica hacia Polesia occidental —entonces era la Bielorrusia soviética—, desde Ucrania y Polonia solo hay 5 kilómetros, y hasta 1917 era un mismo país: Rusia. Y allí, en el cementerio del pueblo de Lisitsk, hay enormes cruces negras. ¡Enormes! Los residentes creen que los primeros habitantes de estos lugares eran gigantes y estas cruces son adoradas. Los viejos campesinos creen que en el fin del mundo los “señores” cobrarán vida y se encontrarán con sus descendientes, y todos vivirán juntos. Creen que mientras la tierra esté viva, todos los muertos en ella también cobrarán vida como semillas. ¡Y para que la tierra viva, la gente le canta canciones! Esta es una creencia muy antigua.
Un año después vivieron la tragedia de Chernobyl, ¡pero todavía hoy cantan! Aparentemente, la fe es lo más importante. “¿Entiendes? ¡Tenemos que creer! Esto es importante”. Le digo en inglés: “Vi MAST belif! Anderstand?”.
Mi inglés es para desechar, tras algunas pausas y gestos, de alguna manera logro escribir en la portada del libro: “¡Nos vemos en Rusia!”. “¡Ven a Cuba!”, dice Miguel inmediatamente. Los tanques marcharon a lo largo de Tverskaya frente al cine Rossiya. Adiós al ensayo del desfile. Pequeña creencia en un mástil…
Moscú – Yoshkar-Ola. 29 de abril al 16 de agosto de 2021.
Marina Kopylova es miembro del Gremio de Historiadores de Cine y Críticos de Cine de la Unión de Cineastas de Rusia.
Este artículo fue escrito tres meses después del final del Festival internacional de Cine de Moscú en Rusia, traducido y publicado aquí con el permiso de su autora.
PD : En octubre de 2021, Corazón Azul se presentará en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara.