¿Está muerto el cine cubano? / Is Cuban Cinema Dead?

El cine cubano se enfrenta a uno de los momentos más difíciles de su historia desde la creación del ICAIC en 1959, poco después de que la Revolución triunfara contra el régimen de Batista respaldado por Estados Unidos. 

El cine cubano ha tenido momentos de realización cinematográfica valiosa y apasionante, con directores como Nicolás Guillén Landrián en la década de 1960, con su estilo revolucionario y poco ortodoxo de hacer cine; Tomás Gutiérrez Alea, con las películas más conocidas de la filmografía cubana, como Memorias del subdesarrollo (1968) Fresa y Chocolate (1993); Gloria Rolando, con sus documentales sobre la lucha afrocubana como 1912, voces para un el silencio (2013); y, por último, Fernando Pérez, que realizó la película más representativa del Período Especial, Madagascar (1994). 

Las películas mencionadas, junto a sus directores, se erigen como narraciones inolvidables e icónicas de la realidad cubana. Son películas que permanecerán en la conciencia de académicos y cinéfilos. Todo esto para decir que la nostalgia lleva a la eterna y urgente pregunta: ¿está muerto el cine cubano y cómo luce su futuro?

Yo sostengo que el viejo cine cubano, que ganó popularidad y fama en el pasado, es cosa del pasado y que no es probable que se regrese a los “tiempos dorados” por las siguientes razones: el actual estado económico y político de Cuba; el asfixiante embargo estadounidense; cambios erróneos en la administración del ICAIC; el éxodo masivo de cineastas cubanos que abandonan la Isla; la legislación opresiva sobre la libertad creativa, tal como el Decreto-Ley 373. 

En 2019, el Decreto-Ley 373 se implementa como una legislación de control que requiere que los cineastas sostengan un fuerte mensaje pro-revolucionario, si quieren hacer películas en Cuba. Importantes cineastas cubanos de hoy, como Miguel Coyula, enfatiza en su artículo “Cuba es el país con el mayor índice de cineastas independientes” que el Decreto-Ley 373 es sólo una herramienta opresiva para censurar y limitar cualquier arte visual que sea crítico con el gobierno. 

Si reparamos en el cine cubano a partir de 1959, se supone que sea crítico. Por lo que intentar censurarlo es, en mi opinión, esencialmente cerrar las puertas a su creatividad y visibilidad.

El actual estado económico y político de Cuba hace que sea en gran medida imposible que los cineastas adquieran materiales como cámaras, computadoras para editar, softwares de edición y mucho más. 

Con la gran inflación experimentada por la moneda local CUP, que varía mucho de un día a otro y fomenta un mercado negro monetario, los cubanos de la Isla se ven imposibilitados de adquirir objetos cotidianos básicos, lo que limita su capacidad de ahorrar y comprar materiales para hacer películas.

El embargo estadounidense sigue vigente y esencialmente crea un dominio asfixiante sobre el pueblo cubano. El embargo, que ha permanecido en vigor durante más de 60 años y ha visto momentos de leyes aún más restrictivas, como la Ley Torricelli (1992) y la Ley Helms-Burton (1996), ha paralizado aún más la economía cubana y su capacidad para obtener financiación y ayuda en relación con las artes. El embargo y su presencia son repugnantes y de gran impacto.

El reciente cambio de presidencia del ICAIC en noviembre de 2023, del apreciado Ramón Samada al muy criticado Alexis Triana, ha consolidado aún más la incapacidad del gobierno cubano de poner a cargo de su institución cinematográfica a alguien a quien los cineastas que quedan puedan admirar y considerar. 

Cuando Ernesto Daranas presentó su película Landrián en el Festival de Cine de La Habana, en su ya famoso discurso él le mencioó al público (en el que yo estaba presente) acerca del mal rumbo que va tomando el ICAIC, únicamente agradeciendo a Ramón Samada, sin mencionar al actual presidente del ICAIC. 

Por lo demás, Alexis Triana no estaba presente para esa proyección, lo cual dice mucho sobre los conflictos internos entre los grandes cineastas que quedan en Cuba y el establishment del ICAIC. Hay una distancia entre el ICAIC y los cineastas cubanos como nunca se había visto.

Los cineastas cubanos se están yendo. Como mencioné en el párrafo anterior, Ernesto Daranas agradeció en su discurso a todos los cineastas que aún permanecen en Cuba, que no son muchos. 

Algunos cineastas importantes, como Fernando Pérez, permanecen en Cuba y luchan a diario para ayudar a que la generación más joven produzca películas cubanas de calidad. Pero un gran volumen de gente se ha seguido yendo en el último lustro. 

Muchos cineastas que se gradúan en las escuelas de cine de Cuba, tanto cineastas prometedores como cineastas de mayor edad, se sienten más atraídos a mudarse a los Estados Unidos y Europa. Cuando creas un ambiente que no beneficia al artista, los artistas empacan sus cámaras y se largan.

Lo que espero haber logrado con estos puntos es enfatizar que la situación actual en Cuba es terrible. Después de visitarla en diciembre de 2023, se puede percibir y sentir esa lucha. Y uno termina teniendo la sensación de que no hay un futuro mejor a la espera. 

En cuanto al cine cubano, ¿qué pasará? ¿Nosotros, como estudiosos de los medios cubanos, simplemente miraremos retrospectivamente todo lo que fue y no lo que ahora es? 

Termino con el único rayito de esperanza que me esfuerzo por ver, que son los cineastas cubanos independientes de fuera de la capital. Un ejemplo sería el cineasta guantanamero Daniel Ross, quien, a pesar de todos los obstáculos y la falta de financiamiento, pretende crear películas que cuenten la dura realidad de su región. 

El futuro del cine cubano, si es que no está ya muerto, son esas voces de fuera de la capital cubana.

Invito a los optimistas y pesimistas a aportar sobre este tema: jriordan@utexas.edu



Is Cuban Cinema Dead?

Cuban Cinema is faced with one of its hardest moments in its history since the establishment of the ICAIC in 1959, shortly after the revolution triumphed over the US backed Batista regime. Cuban cinema has known moments of valuable and exciting filmmaking with directors like Nicolás Guillén Landrían during the 1960’s with his revolutionary and unorthodox style of filmmaking; Tomás Gutiérrez Alea with the most well-known films in Cuban filmography like Memorias del Subdesarrollo (1968) and Fresa y Chocolate (1993); Gloria Rolando with her documentaries about Afro-Cuban struggle like 1912, Breaking the Silence (2013); and lastly Fernando Pérez, who made the most representative film of the Special Period, Madagascar (1994). These films mentioned, alongside their directors, stand as memorable and iconic storytellers of Cuban reality. Films that will remain within the consciousness of scholars and film lovers. All of this to say, nostalgia leads to the eternal and urgent question, is Cuban Cinema dead? What does the future of Cuban cinema look like? 

I argue that the old Cuban cinema which rose in popularity and fame in the past is in the past and to return to the ‘golden days’ is not likely because of the following reasons: The current economical and political state of Cuba; the suffocating US embargo; wrongful changes in ICAIC administration; The massive exodus of Cuban filmmakers leaving the island, oppressive legislation on creative freedom like Decreto-Ley 373.  In 2019, Decreto-Ley 373 is implemented as a controlling legislation that requires filmmakers to uphold a strong Pro-Revolutionary message if they want to make films in Cuba. Important Cuban filmmakers of today, such as Miguel Coyula, emphasizes in his article Cuba es el país con el mayor índice de cineastas independientes that Decreto Ley 373 is just an oppressive tool to censor and limit any visual art that is critical of the government. If you see Cuban film since 1959, it is meant to be critical and to attempt to censor it, in my opinion, is essentially closing the doors for creativity and visibility.

The current economical and political state of Cuba makes it largely impossible for filmmakers to acquire materials such as camera’s, computers for editing, editing software and much more. With the large inflation experienced from the CUP, which varies largely from day to day and is fostering a black market of currency, local Cubans are finding themselves unable to purchase basic daily objects, which limits the ability to save up and purchase material to make films. 

The US embargo remains in effect and essentially creates a stranglehold on the Cuban people that is suffocating. The embargo, which has remained under effect for over 60 years, and has seen moments of increasing debilitating bills, Torricelli Act (1992) & Helms-Burton Act (1996), have further crippled the Cuban economy and its ability to get funding and help in relation to the arts. The embargo and its presence is shocking and disgusting. 

The recent change of ICAIC presidency (November 2023), from the beloved Ramón Samada to the heavily criticized Alexis Triana, has further cemented the Cuban government’s inability to place in charge of its film institution someone who the filmmakers who remain admire and appreciate it. When Ernesto Daranas’ presented his film Landriánat the Cuban Film Festival, in his now famous speech, he articulated to the audience (which I was present in) about the wrongful direction the ICAIC is taking, alongside only thanking Ramón Samada and not mentioning the current ICAIC president at the time. Additionally, Alexis Triana was not present for the screening, which speaks volumes about the inner conflicts between the great filmmakers left in Cuba and the ICAIC establishment. There is a distance between the ICAIC and Cuban filmmakers like we have not seen ever before.

Cuban Filmmakers are leaving. As I mentioned in the previous paragraph, Ernesto Daranas thanks in his speech all the filmmakers who still remain in Cuba, which weren’t many. Some important filmmakers like Fernando Pérez remain in Cuba and fight’s daily to help this younger generation produce quality Cuban films, but… people are just leaving in very large numbers in the last half-decade. Many filmmakers who graduate from Cuba’s film schools, up and coming filmmakers, older filmmakers are finding themselves more attracted to moving to the United States and Europe. When you create an environment that doesn’t benefit the artist, they will pack up their cameras and leave. 

What I hope I’ve done with these points, is emphasize that the current situation in Cuba is dire. After visiting in December of 2023, you can sense and feel the struggle and end up having this feeling that a brighter future does not await. In regards to Cuban Film… what will happen? Will we as scholars of Cuban Media just look back at all that WAS and not what IS? I leave with the one small glimmer of hope that I strive to see, which is independent Cuban Filmmakers from outside of the capital emerge from the outside. An example would be the Guantanamo Filmmaker Daniel Ross, who besides all the obstacles and lack of funding, aims to create films that tell the harsh reality of his region. The future of Cuban film, if it isn’t dead already, is voices from outside the capital. 

I encourage response from optimists and pessimists on the topic: jriordan@utexas.edu 





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VI Premio de Periodismo “Editorial Hypermedia”

Por Hypermedia

Convocamos el VI Premio de Periodismo “Editorial Hypermedia” en las siguientes categorías y formatos:
Categorías: Reportaje, Análisis, Investigación y Entrevista.
Formatos: Texto escrito, Vídeo y Audio.
Plazo: Desde el 1 de febrero de 2024 y hasta el 30 de abril de 2024.