Isla silenciada: Cuba y la salsa en los márgenes de los Latin Grammy

Acabo de ver en tiempo cuasi real la emisión 25 de los premios Latin Grammy. Un evento que siempre consumí en dilatado referido, por cuanto canal de descarga pirata podía encontrar; y en tiempo “cuasi real” porque aquí en España la televisión pública se encargó de transmitir el show una noche después que ocurriera. Sé que puede sonar una obviedad, pero en mi país no tanto.

Debo admitir que tengo numerosos apuntes, algunos más relevantes que otros.

Entre las obviedades, destaca el triunfo de Juan Luis Guerra, quien se llevó cuatro gramófonos, un reconocimiento que, aunque merecido, me pareció algo exagerado. Karol G, por su parte, recibió numerosas tomas de cámara durante la gala, casi tantas como nominaciones y, por cierto, se convirtió en la primera mujer en ganar dos Latin Grammy en la categoría de mejor álbum urbano, esta vez con Mañana será Bonito (Bichota Season). Luis Fonsi con un traje rojo escarlata dejando una bonita energía en el escenario y Carlos Vives seleccionado Persona del Año.

En los primeros minutos de la gala, Eladio Carrión sorprendió con Mama’s Boy, una pieza íntima que condensa toda la esencia de su disco Sol María, dedicado a su madre. La interpretación fue casi perfecta: la aspereza de la voz de Eladio, que parece rozar los límites del dolor y la esperanza, junto a un coro de voces negras que elevó el performance a una dimensión sublime. Entre esas voces, estaba en la médula la cubana Daymé Arocena, quien aportó el arreglo coral que hizo brillar el momento.

Arocena y Cimafunk, dos de las pocas nominaciones cubanas de este año, reafirmaron que el potencial artístico de la Isla sigue dejando huella en escenarios internacionales. Sin embargo, su presencia también destaca una grieta inevitable: mientras artistas contemporáneos destacan individualmente, géneros históricos de gran peso cultural sienten haberse desvanecido del foco internacional.

¿Dónde están los artistas cubanos que representan la salsa, que parecieran haber sido relegados a un segundo plano en el mayor escaparate de la música latina?

Esa grieta se profundiza cuando, en el mismo escenario de los Latin Grammy, se rindió un homenaje a la salsa, un género que lleva el sello de países como Cuba en su ADN. Leyendas como Tito Nieves, Óscar D’León, Marc Anthony y La India compartieron el escenario con figuras emergentes como Christian Alicea y Luis Figueroa.

Sin embargo, la ausencia de cubanos fue evidente, no solo en este tributo, sino también en las nominaciones a “Mejor Álbum de Salsa”. ¿Qué explica esta exclusión? ¿Faltaron inscripciones de salseros cubanos? ¿Habrán sido invitados a participar en el homenaje y decidieron declinar o simplemente no se contó con ellos?

Estas preguntas no buscan desmerecer a los artistas leyendas que brillaron en el escenario, sino abrir una reflexión sobre cómo la industria parece haber relegado a los cubanos, a pesar de su peso histórico y su innegable relevancia cultural.



Homenaje a la salsa en los Latin Grammy, 2024.


La salsa cubana, un legado en riesgo

La salsa surge como un género musical bailable a finales de los años 60 y principios de los 70, principalmente en Nueva York. Esta ciudad, que ya albergaba una gran comunidad de inmigrantes caribeños, fue el escenario donde músicos de origen cubano, puertorriqueño y otros países de América Latina fusionaron ritmos afrocaribeños, como el son cubano, el mambo y la guaracha, con elementos del jazz y el rock estadounidense.

El término salsa se popularizó como una estrategia comercial, liderada por sellos discográficos como Fania Records, fundada por Jerry Masucci y el músico Johnny Pacheco, quienes promovieron la música de artistas como Celia Cruz, Héctor Lavoe, Rubén Blades y Willie Colón. Este movimiento marcó el auge de un género que se convirtió en símbolo de identidad para las comunidades latinas en Estados Unidos y América Latina.

Desde entonces, la salsa cubana ha contado con exponentes que han llevado el género a un público amplio y diverso. Alexander Abreu y Havana D’Primera han revitalizado la escena desde 2008, con un estilo que mezcla tradición y modernidad.

Por su parte, Issac Delgado, conocido como “El Chévere de la Salsa”, se ha mantenido como una figura clave desde los años 90, llevando la timba y la salsa cubana a un nivel internacional.

Leoni Torres, inicialmente asociado a la música popular, ha ganado reconocimiento con su incursión en la salsa y ha aportado un sello fácilmente distinguible por sus seguidores. Maykel Blanco y su Salsa Mayor; Elito Revé y su Charangón, El Niño y la Verdad, entre otros tantos, han sido esenciales en la evolución del género.

En 2024, la salsa cubana sigue siendo una fuerza cultural potente, aunque sus exponentes más destacados parecen haber tenido un papel menos visible en los premios de los Latin Grammy. La categoría de “Mejor Álbum de Salsa”, dedicada específicamente a reconocer trabajos discográficos completos, pone en perspectiva la relevancia de las producciones lanzadas durante el período de elegibilidad (del 1º de junio de 2023 al 31 de mayo de 2024). En este marco, la falta de lanzamientos inscritos o reconocidos resalta una aparente desconexión entre la vitalidad del género y su representación en escenarios globales.

Un álbum de salsa, según las bases establecidas para los Latin Grammy, incluye una variedad de géneros afrocubanos como el guaguancó, son montuno, guaracha, son y ritmos contemporáneos como la timba. Tradicionalmente, la salsa se caracteriza por una interacción entre un solista, coros y una orquesta de metales, bases rítmicas y percusión, con la clave marcando el ritmo.

Para ser considerado en esta categoría, un álbum debe contener al menos un 51% de material inédito, con un mínimo de cinco pistas diferentes o 15 minutos de duración total. Además, el 60% de las canciones deben incluir al menos un 60% de letras en español o lenguas y dialectos de Hispanoamérica.

Alexander Abreu y Havana D’Primera, con el estreno del sencillo La Carta en septiembre de 2024, entregaron una obra con un mensaje dirigido a las nuevas generaciones: una invitación a valorar y preservar las raíces de la música cubana. Igualmente, Issac Delgado ofreció dos sencillos durante el período: Vía Libre, lanzado en diciembre de 2023 junto a Pachy Naranjo y Alexander Abreu, y Una Sola Vez, estrenado en marzo de 2024.



Vía Libre Que Viene La Original reunió a icónicos artistas de la música cubana como Issac Delgado y Maikel Dinza, con la participación especial de Alexander Abreu. Este tema, un clásico de la Orquesta Original de Manzanillo compuesto por Candido Fabré y Wilfredo Salvador, da inicio al disco homenaje En Son de La Original.


Por su parte, El Niño y la Verdad, junto a Adonis y Osain del Monte, lanzaron el álbum Lo Que No Se Acaba en marzo de 2023, justo antes del inicio del período de inscripción. Aunque este trabajo no pudo considerarse para 2024, sus sencillos complementaron un año lleno de actividad para el grupo. También Maykel Blanco y su Salsa Mayor, con el disco ¡Presente!, lanzado en agosto de 2024, constituye otro de los pocos que lograron consolidar un trabajo discográfico. Leoni Torres presentó su álbum La Salsa No Engorda en noviembre de 2024.

Así, en un año donde la categoría premia producciones completas, la dispersión de lanzamientos en sencillos, fuera de la estructura de álbumes consolidados, se traduce en una ausencia de la salsa cubana en esta premiación.

Más allá de los méritos artísticos, esta desconexión entre los ciclos de producción y los criterios de inscripción, nos deja con interrogantes importantes sobre cómo los artistas cubanos pueden ajustar sus estrategias para asegurar que su música tenga la visibilidad que merece en estos escenarios, y si realmente les interesa hacerlo para competir por el galardón.

Podría erróneamente interpretarse como un problema de discriminación por parte de la Academia hacia los cubanos, debido a cuestiones políticas, pero es más probable que el inconveniente radique, en principio, en las prioridades y necesidades del propio artista.

La salsa cubana ha tenido su presencia en los Latin Grammy desde su primera edición en el año 2000, cuando Celia Cruz ganó el premio a “Mejor Álbum de Salsa” con A Night of Salsa. En esa misma categoría, la orquesta Los Van Van fue nominada con su álbum Llegó… Van Van, marcando un momento histórico.

Celia Cruz continuó brillando con triunfos icónicos como La Negra Tiene Tumbao (2001) y Regalo del Alma (2003), consolidándose como un referente del género. Por su parte, Issac Delgado también ha dejado huella con varias nominaciones por álbumes como La Fórmula (2001), En Primera Plana (2007) y Así Soy (2008).

La diversidad de estilos y propuestas también se refleja en la trayectoria de artistas como Willy Chirino, nominado en 2007 por 35 Aniversario – En Vivo, y Aymée Nuviola, quien llevó el nombre de Cuba a los Grammy con su álbum First Class to Havana (2014). Por su parte, Alexander Abreu y Havana D’ Primera han destacado en varias ediciones recientes, con trabajos como Cantor del Pueblo (2018) y Será Que Se Acabó (2021).

Incluso propuestas internacionales influenciadas por los ritmos cubanos, como Cuba Linda (2018) de la neerlandesa Maite Hontelé, subrayan la capacidad de la salsa cubana para inspirar a artistas fuera de la isla.

Además de los nombres consolidados, nuevas generaciones y proyectos innovadores como ADN (2018) de Alain Pérez y las colaboraciones interculturales en Cuba y Puerto Rico, Un Abrazo Musical Salsero (2017) han continuado posicionando a la salsa cubana como una expresión vibrante y competitiva en el panorama internacional. Cada nominación, aunque no siempre premiada, refleja el esfuerzo y la calidad de una industria que, pese a las limitaciones, sigue exportando talento al mundo.

Esta trayectoria demuestra que, aunque la salsa cubana ha enfrentado retos derivados de un mercado musical en constante transformación, su riqueza y diversidad no han pasado desapercibidas. Los artistas cubanos han logrado adaptarse a las exigencias internacionales y su participación en los Latin Grammy no solo celebra su legado, sino que también refuerza su capacidad de seguir siendo un referente global en el género.

El camino para que la música cubana recupere un lugar más prominente en los Latin Grammy parece depender de dos factores clave. Primero, una estrategia de producción ─si se quiere─ que se alinee con los criterios de la Academia, especialmente en la consolidación de álbumes que puedan competir en igualdad de condiciones con otras propuestas internacionales. Segundo, un esfuerzo consciente por parte de los artistas y productores cubanos para posicionar su música en mercados globales, donde la promoción y distribución digital juegan un papel crucial.

Si bien esto puede implicar ajustes significativos, también representa una oportunidad para que la salsa cubana amplíe su alcance y reafirme su relevancia en la escena mundial.



Celia Cruz, icono de la música cubana y única cubana ganadora del Grammy a la obra de toda la vida, revolucionó géneros como la salsa y el merengue. Su legado incluye 23 discos de oro y múltiples honores, como una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood.


Discriminación o desconexión

La inscripción en los Latin Grammys es un proceso que, a primera vista, parece directo: artistas, productores y discográficas deben presentar sus obras dentro de los plazos establecidos por la Academia Latina de la Grabación, para ser considerados para una nominación.

Sin embargo, este proceso es más que un simple trámite administrativo; es una maniobra estratégica que exige una cuidadosa planificación y una comprensión clara de las reglas y criterios de elegibilidad. Las obras inscritas deben cumplir con requisitos específicos relacionados con la fecha de lanzamiento y el idioma, lo que puede influir en la representación de géneros menos comerciales.

Convertirse en miembro de la Academia es un requisito previo esencial para participar en este proceso de votación y nominación. Existen dos tipos de membresías: asociado y votante.

La membresía asociada está abierta a personas involucradas en la industria musical grabada, como managers y productores ejecutivos. Mientras que la membresía votante está reservada para profesionales artísticos técnicos, incluyendo autores, compositores e instrumentistas. Los costos de estas membresías varían, según la ubicación geográfica del miembro. Este costo cubre no solo el derecho a votar y a inscribir obras, sino también el acceso a recursos exclusivos y eventos organizados por la Academia.

Una vez superada la fase de inscripción, los miembros votantes de la Academia, todos profesionales activos dentro de la industria musical, tienen la tarea de seleccionar las nominaciones. Este proceso no solo se basa en la calidad artística, sino también en la conformidad con los valores estéticos y comerciales predominantes en la industria, lo que a menudo pone en desventaja a géneros tradicionales y autóctonos.

Los miembros votantes, por tanto, ejercen un poder considerable, no solo en la elección de los ganadores, sino también en la configuración de las normativas y estándares de excelencia musical.

Este sistema, aunque diseñado para ser inclusivo y democrático, revela una desconexión palpable entre la valoración de la diversidad musical y las tendencias dominantes que favorecen géneros más mainstreams. La lucha por el reconocimiento y la valoración de la salsa cubana, en un panorama dominado por sonidos populares comerciales, evidencia los desafíos que enfrentan los ritmos tradicionales en lograr visibilidad y aprecio en los premios más prestigiosos del ámbito latino.

No es sencillo, nunca lo ha sido, pero, a pesar de lo engorroso del proceso, el estado de opinión sobre el certamen es a veces equidistante de lo planteado antes. Aunque no existe evidencia directa de discriminación política por parte de los Latin Grammy, los artistas cubanos, tanto aquellos que operan dentro del sistema cultural oficial como los independientes, enfrentan desafíos particulares que podrían interpretarse como barreras indirectas en su participación en estas plataformas internacionales.

Los artistas que están fuera de los circuitos oficiales suelen encontrarse con mayores obstáculos en términos de apoyo logístico y financiamiento, lo que puede afectar su visibilidad y sus posibilidades de ser reconocidos en eventos. Esta situación podría reflejar un desinterés implícito o una falta de entendimiento sobre las complejidades del contexto cubano.

La ausencia de inscripciones de artistas cubanos salseros en los Latin Grammy 2024 puede atribuirse a múltiples factores que trascienden el talento o la calidad musical. Uno de estos factores es la falta de un equipo de representación internacional sólido, ya que muchos artistas en Cuba trabajan en un contexto donde el acceso a recursos y redes profesionales internacionales es limitado.

La inscripción a los premios no solo demanda calidad artística, sino también un equipo que maneje trámites y promociones. Además, las restricciones políticas y económicas, incluyendo sanciones y limitaciones internacionales, pueden dificultar el financiamiento y el acceso a plataformas necesarias para la promoción efectiva de su música. Aunque los costos de inscripción no son elevados, la promoción requiere de inversiones significativas que pueden ser prohibitivas.

Por otro lado, algunos artistas podrían priorizar su mercado principal, donde ya cuentan con un público establecido y pueden considerar que, el esfuerzo necesario para competir por un reconocimiento internacional, no alinea con sus estrategias a largo plazo.

Asimismo, es posible que exista una falta de interés sobre los beneficios ─por llamarlos de alguna manera─, plazos y requisitos de la inscripción en los Latin Grammy, especialmente entre aquellos que no están vinculados a grandes sellos discográficos.

Finalmente, algunos artistas podrían mostrar un desinterés estratégico en buscar reconocimiento en Latin Grammys, prefiriendo concentrarse en la producción musical y sus actuaciones en vivo.



La vida es un carnaval de Celia Cruz es uno de los temas más icónicos y populares dentro del género de la salsa cubana.


En la edición de 2024 de los Latin Grammy, los artistas cubanos brillaron en sus respectivas categorías. Omara Portuondo, con su álbum Vida, se alzó con el premio en la categoría “Mejor Álbum Tropical Tradicional”, reafirmando su estatus como una leyenda viviente de la música tradicional cubana.

En el ámbito del jazz, Chucho Valdés y Paquito DʼRivera, acompañados por Reunion Sextet, obtuvieron el premio al “Mejor Álbum de Jazz Latino/Jazz” con su obra I Missed You Too!, destacando la maestría y el ingenio que estos virtuosos músicos continúan aportando al género.

Estos triunfos no solo elogian sus carreras individuales, sino que también destacan la presencia de la música cubana en el escenario internacional, donde, a pesar de los desafíos, sigue siendo un pilar fundamental en la cultura latinoamericana y mundial.

La ausencia de artistas cubanos en el homenaje a la salsa en los Latin Grammy 2024 es un reflejo de una desconexión multifacética entre la industria musical internacional y la escena cultural cubana. Aunque no parece haber una discriminación explícita, la falta de representación cubana, en un género donde la Isla es un referente histórico, apunta tanto a descuidos significativos por parte de la Academia como a desafíos internos de los propios artistas.

Por un lado, la industria musical tiende a priorizar artistas y estilos que se alinean con tendencias comerciales, dejando en segundo plano las raíces tradicionales. Por otro lado, los ciclos de producción y estrategias de inscripción de los artistas cubanos no siempre están diseñados para competir eficazmente en estos escaparates internacionales.

Esto resalta la necesidad de un esfuerzo conjunto. Mientras la Academia debe ser más inclusiva y sensible al legado cultural de géneros como la salsa, los artistas cubanos y sus productores deben adaptarse a las dinámicas globales para garantizar la visibilidad que merecen. Solo así podrá asegurarse que la música cubana mantenga su lugar en el panorama internacional como un pilar fundamental de la cultura latina.

Eso sí, y desde mi perspectiva como cubana y defensora a ultranza de nuestra cultura, urge que la Academia Latina de la Grabación siga refinando sus criterios de nominación. Si se pueden establecer categorías tan específicas y detalladas, también se debería empezar a considerar crear una para el reguetón cubano de reparto. Y no solo por la actual y desafortunada asociación de Cuba con este género, sino porque, al igual que la salsa, escribe capítulos cruciales en la historia musical de nuestra Isla, aún marginal en los reconocimientos de los Latin Grammy.





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