Peso Pluma: el latino que se convirtió en mexicano


Peso Pluma | BZRP Music Sessions #55.


Aunque Linda Hutcheon defiende en su ensayo “La política de la parodia postmoderna”[1] el espíritu crítico de esta, existen elementos en su texto que pueden ayudar a ilustrar el ascenso meteórico de un músico como Hassan Emilio Kabande Laija, conocido artísticamente como Peso Pluma —nombre artístico heredado de la agrupación a la que pertenecía—. Especializado en el subgénero musical de corridos tumbados, su proyección puede analizarse con los recursos discursivos de una parodia, pero sin tener las intenciones críticas inherentes a ella.

En este texto no se analizará musicalmente la trayectoria del intérprete mexicano, nacido en Zapopán en 1999; sino cómo a través de su construcción visual y su proyección audiovisual (redes sociales, videoclips) Peso Pluma se ha convertido en una historia de “latino de éxito” diferente, que intenta romper ciertos moldes.

Hasta hace muy poco, el modelo de triunfo para el latino estaba en la asimilación cultural completa de su nueva vida en Estados Unidos. Aun aunque no viviera a tiempo completo allí o escogiera ciudades multiculturalmente migrantes como Miami, su forma de comportarse, de expresarse en público, debía ser a través de la adopción de la cultura estadounidense.

La herencia de la nacionalidad de origen era algo reservado al espacio íntimo, familiar. En la esfera pública lo latino podía ser algo chic o exótico, un momento jocoso, una palabra en español largada “sin querer” o un baile de salsa. Incluso bajo la palabra “latino” (pronúnciese con doble t y ou) debían entrar, y sigue entrando para algunos tópicos, todas las culturas, tan vastas y diversas como las que integran el subcontinente sudamericano.

Doble P parece apoderarse de la realidad posmoderna para subvertir ciertos cánones estéticos.

De pronto, algo parece haber cambiado. Peso Pluma no vive en Estados Unidos, su nombre artístico es en español, no por fatalidad, sino por elección. El género musical que defiende Doble P —como también se le apoda— no puede ser fácilmente encasillado en lo latino, algo así como el “pop-rock latino”, sino que debe ser dicho con todas sus letras: el tumbado corrido mexicano.

Uno de los primeros elementos que lleva al éxito meteórico de este músico es una fórmula que se sale de lo establecido en el marco de la latinidad “tradicional” que mencionaba antes. Es justo decir que a Peso Pluma le preceden casi veinte años de una industria musical estadounidense enfocada en el reguetón y la bachata, con exponentes como Calle 13, Shakira —que también incursionó en estos géneros—, Carol G., Becky G., Romeo Santos y Aventura, hasta Bad Bunny, quienes ha extendido un poco la representación de lo latino en Estados Unidos.



Peso Pluma – “Bye”.


Sin embargo, la industria musical y sus medios comienzan a reconocer a Doble P a partir de un concierto de gran éxito en Canadá, por lo cual la noción de mercado “norteamericano” se expande más justamente en cuanto a lógicas geográficas se refiere. Luego de este concierto llegarían las cada vez más tradicionales cifras de reproducciones, reels y videos de Tik Tok e Instagram. Todo esto sin que Doble P reduzca los signos mexicanos de su imagen.

Haciendo un poco de historia, tenemos que los géneros musicales de este país, reconocidos como tradicionales o regionales, han sido siempre un bastión de resistencia cultural ante los procesos de asimilación estadounidenses. Incluso en la representación de la representación que pueden considerarse los Latin Grammys, la música regional mexicana siempre ha tenido su apartado único; así como tan única es la imagen de los sombreros charros. Pero Doble P parece apoderarse de la realidad posmoderna para subvertir ciertos cánones estéticos asociados a este género musical tradicionalmente establecidos.

¿Qué lleva ahora a Peso Pluma a esta cumbre del éxito?

Según recuerda Hutcheon: “La interpretación prevaleciente es que el posmodernismo ofrece una cita de formas pasadas exenta de valoración, decorativa, deshistorizada, y que ese es un modo de obrar sumamente idóneo para una cultura como la nuestra, que está sobresaturada de imágenes”.[2]

La “interpretación posmoderna” de la que habla Hutcheon es parodiada por Peso Pluma, quien admite conscientemente que este tipo de música regional mexicana es la que le nace interpretar, pues siempre la oyó en su casa, pero quiere hacerlo a su manera y con su “propia forma de vestir”, que abarca desde una clásica gorra bolchevique hasta un traje Luis Vuitton, pasando por el intento de deshistorizar una prenda de tanta importancia política para Latinoamérica como el pasamontañas. Por supuesto, todas estas elecciones están tanto en la mezcla entre las llamadas subculturas de los latinos en Estados Unidos, como en su propia historia personal en el deporte como jugador del equipo de fútbol Los chivas de Guadalajara.

No ha sido Peso Pluma el primero en acometer esta disrupción estética. Sucedió antes, por ejemplo, con Ariel Camacho. Pero sí es el primero en destruir por completo el ícono regional.

El pastiche al que el músico somete su imagen y sus videoclips va un poco más allá, llega a una apropiación de género, lo cual muchas veces se asocia a avances de la agenda política del movimiento feminista y solo representa pequeños compromisos del statu quo.

Otra de las razones por la que Peso Pluma triunfa es el nacionalismo.

Así, Peso Pluma y sus congéneres músicos, mientras interpretan letras de incuestionable machismo, reclaman el color rosa, el hablar bonito a “las morras”, pero siguen defendiendo la familia tradicional, la creencia en Dios desde la institución Iglesia y la armadura de príncipes azules; mientras fuman porros en Ámsterdam, aprecian y veneran el fútbol y sus jugadores que se convierten en íconos transnacionales.


https://youtu.be/TK4o6ucgcKI

Peso Pluma, Eslabón Armado – “Ella Baila Sola”.


Pero la música regional mexicana siempre fue así. Entonces, ¿qué lleva ahora a Peso Pluma a esta cumbre del éxito? Nacido en México, el cantante destacó precisamente por su ruptura entre el estilo y el género musical que defiende. Se podría decir que es un latino que ha asimilado completamente la industria hip-pop o “gansta” en su vestimenta. Ni pareciera que se lo plantea de manera muy racional, es solo que así se viste su generación; pero no puede abandonar el peso familiar y entonces decide cantar la música que siempre oyó en sus fiestas de la infancia.

El éxito de Doble P sugiere que México ha decidido reclamar su huella de imperio por todo el mundo, no solo en su vecino y amor tóxico Estados Unidos. En un mundo aparentemente hiperconectado, la bandera del águila, la serpiente y la tuna viaja más allá de su continente originario.

Otra de las razones por la que Peso Pluma triunfa es el nacionalismo, aunque habría que agregarle el prefijo trans, en tanto la búsqueda de “lo mexicano” en el mundo. Mientras algunas expresiones artísticas de la cultura chicana mixturaban lo nuevo del país en que crecían sus hijos con lo tradicional de sus padres, Doble P no ha emigrado. Desde el centro de México extiende su corrido tumbado y lo consumen grandes masas, a veces incluso sin comprender totalmente la letra.

Esto tampoco es un fenómeno nuevo, los llamados países del sur global se han pasado años consumiendo la cultura angloparlante sin entenderla totalmente. Lo que sucede con el músico mexicano es que trae a la palestra pública un nuevo tipo de nacionalismo, extremadamente cómodo y manejable para los poderes.

Peso Pluma podría definirse como un dispositivo transcultural.

Un elemento a tener en cuenta es que “el género del corrido es y sigue siendo una suerte de ajuste de cuentas, de empoderamiento, una búsqueda de consuelo”,[3] según comentara al periódico El País el profesor Juan Carlos Ramírez-Pimienta, de la facultad de estudios fronterizos de la San Diego State University-Imperial Valley.

Este “empoderamiento” conecta muy bien con uno de los principales grupos de consumidores de la música y la imagen de Doble P: los centennials o generación Z.

Según varios estudios y artículos antropológicos, este segmento etario es muy dado a expresar lo que siente de formas más públicas que sus predecesores; así que, si las generaciones pasadas encontraban en la música regional mexicana la única vía de expresarse a través de la metáfora de dichas canciones, ahora Peso Pluma solo estaría expresando “solo” sus más sinceros sentimientos. Pero estas emociones vendrían asentadas en un discurso machista en que retorna la romantización de los duelos de pistolas y la violencia, todo supuestamente en nombre del amor.

Peso Pluma podría definirse como un dispositivo transcultural. Ha tomado todo elemento internacional que le interesa y lo ha incorporado a su imagen, mientras desde su corazón defiende la música y la cultura con la que fue criado. En términos generales, esto sería un noble intento de defensa de las tradiciones si estas no vinieran cargadas con tantas violencias que el músico devuelve ahora de manera acrítica.





Notas:
[1] Linda Hutcheon: “La política de la parodia postmoderna”, en Desiderio Navarro (comp.): El postmoderno, el postmodernismo y su crítica en criterios, Centro Teórico-Cultural Criterios, La Habana, 2007, pp. 299-313.
[2] Ibídem, p. 300.
[3] “¿De qué habla la ropa de Peso Pluma?”, en https://elpais.com/mexico/2023-06-11/de-que-habla-la-ropa-de-peso-pluma.html.




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