Serie de presentaciones de actrices y actores jóvenes coordinada por la dramaturga Daniela Alí y el artista Eldy Ortiz.
Grisell Monzón, por Eldy Ortiz.
¿Cómo llegas a la actuación?
Desde niña siempre estuve vinculada al arte. Como tenía (tengo) mucha energía, mi mamá tuvo que encontrar un método para canalizarla, y como para cualquier madre con hijos de estas características, sus opciones eran el arte o el deporte. Ella prefirió el arte. Le encantaba anotarme en talleres de ballet y de música. Recuerdo que pasaba mucho tiempo mirando en la televisión los anuncios y las convocatorias para los coros infantiles; casi todo era en La Habana, y como vivíamos en Pinar del Río nunca me pudo llevar a ninguno; ese es un dolor que aún recuerdo. Jajajajaja.
La actuación vino por mi tío. Yo escuchaba que su trabajo era de actor, pero en realidad no tenía claro en qué consistía exactamente. Cuando tenía como diez años lo vi actuar por primera vez. En esa época vivíamos en España; él actuaba en un teatro hermosísimo de Valencia. La obra se llamaba Historia de un soldado. Recuerdo que todos los actores estaban vestidos de blanco y manipulaban unas marionetas de madera de más de dos metros de altura, con las que bailaban y cantaban; había música en vivo, en fin, todo un espectáculo; nunca lo olvidaré. Mientras miraba la obra, me vi a mí misma en ella. A partir de esa experiencia, busqué la manera de estar cerca de un escenario.
Grisell Monzón, por Eldy Ortiz.
¿Quiénes dirías que son tus principales maestros?
En todas las entrevistas lo digo: he sido muy afortunada, ya que cada maestro que ha aparecido en mi camino ha hecho de mí la persona y la actriz que soy hoy.
Mi primer maestro fue mi instructor de arte, Luis Manuel Valdez (hoy, mi amigo y hermano). Recuerdo que estaba en Noveno Grado (vivía en Pinar del Río) y quería presentarme a la Escuela de Instructores de Arte, por lo que comencé un taller de actuación que daban por las tardes. En un punto del proceso, Luis Manuel me pregunta: “¿Tú has escuchado hablar de la ENA?”. Yo respondí que no, entonces él me dijo que esa era la escuela para la que yo tenía que prepararme.
Ya en la ENA, mi primer maestro de esa época fue Sandor Menéndez Castillo. Con él aprendí el respeto y la disciplina con la que hay que enfrentar esta carrera. Luego, en tercer año, con Cheryl Saldívar y Yailín Coppola crecí mucho como actriz, sobre todo porque me sacaron de mi zona de confort y me enseñaron que la mejor manera de crecer como actoreses trabajar con varios directores.
Una vez graduada, tuve la dicha de entrar en El Ciervo Encantado, bajo la dirección de Nelda Castillo: mi segunda escuela, en la que reafirmé mi oficio; donde comencé a pensar no solo como actriz, sino como artista; donde nació mi inquietud y necesidad por experimentar en otras ramas artísticas como la danza y el performance.
Y Miguel Abreu: con él se ha desarrollado gran parte de mi carrera profesional; durante seis años hemos establecido un diálogo actriz-director totalmente recíproco, de trabajo, amor y respeto, que me deja lista para continuar mi camino como artista independiente.
Grisell Monzón, por Eldy Ortiz.
¿Por qué te interesa el teatro como lenguaje?
Porque siempre lo he visto como un espacio de total y absoluta libertad, de exploración tanto profesional como personal, por la acumulación de vivencias y procesos en los que estás descubriéndote todo el tiempo.
Porque el teatro, en comparación con otros medios de expresión, le brinda al actor un poco más de tiempo para explorar y explorarse. Podría decir que es una especie de laboratorio donde todas las formas son válidas, y son muy pocos los límites.
Es el espacio que no solo te permite contar una historia o una experiencia, sino también vivirla y transmitirla directamente, porque es algo vivo que está pasando aquí y ahora, y una vez que empieza solo puede terminar cuando cae el telón; solo eso puede detenerlo. Y como diría Heráclito, nadie puede bañarse dos veces en el mismo río, así es el teatro: aunque se repita una y otra vez la misma obra, todas las funciones serán diferentes. Ese es el reto constante, puesto que el público será distinto, y tampoco uno será el mismo de ayer, ni el de hoy. Porque el teatro es como la vida: lo que importa es el momento presente, por muy efímero que parezca.
También amo la imagen de mi cuerpo en el teatro, mi cuerpo como instrumento. Y como el teatro depende de mí, e irá conmigo donde quiera que yo vaya, allí donde yo esté podré hacer mi obra de teatro.
Grisell Monzón, por Eldy Ortiz.
Háblanos de tu proceso en la creación.
Todo depende de cuál sea el proceso en el que me encuentre. Los procesos varían, como mismo varían los métodos de actuación. No siempre utilizarás los mismos métodos, porque en la variedad está el éxito. Los procesos pueden ser más externos, a partir de una caracterización física, o más internos, a partir de sus emociones. Pero algo en común que tienen mis procesos es el trabajo con imágenes: construir a partir de ellas.
Y las preguntas, mis procesos están llenos de preguntas que voy respondiendo a partir de una investigación, y para cada proceso creo una banda sonora. Pero siempre trato de sorprenderme a mí misma en cada proceso, sin censurarme ningún instinto.
Grisell Monzón, por Eldy Ortiz.
¿Qué crees que le está faltando al teatro cubano actual?
Libertad, riesgo, inconformidad, espontaneidad y rigor.
Grisell Monzón, por Eldy Ortiz.
En estos tiempos de pandemia, ¿cómo crees que debiera reinventarse el teatro?
Como se está reinventando todo: digitalmente teatral. Estoy segura de que el teatro sobrevivirá, lo ha hecho hasta ahora y lo seguirá haciendo, pero son tiempos en los que hay aprender a buscar nuevas maneras. Es el momento de reinventarse, porque lo que no podemos hacer es detenernos. La vida no espera por nadie, por eso hay que fluir. Esa es mi filosofía de vida, siempre lo ha sido y siempre lo será.
Las personas que hacen teatro son artistas, y los artistas siempre van a encontrar una manera de expresar su arte. Estos son tiempos que ofrecen nuevas plataformas que llevan consigo nuevas maneras, eso no se puede negar. Solo que cada cual tiene que encontrar ese camino: un camino un poco más individual. Es una realidad, pero a fin de cuentas un camino que, de alguna manera, nos incluirá a todos.
Grisell Monzón, por Eldy Ortiz.
¿Qué quisieras ver próximamente en las tablas cubanas?
¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mucho teatro musical!!!!!!!!!!
Juannalise Ricardo: “Aplaudir hasta que me duelan las manos”
“Volver a los clásicos, atrevernos más en el lenguaje político y social, buscar diversas formas del decir y hacer con libertad, sin perder la esencia del teatro, esa conexión con el espectador. Mientras se haga con el corazón, como una manera de que sobreviva el alma, estaremos salvados”.