‘Vuelve a contármelo todo’, esa obra que desvela al director Pepe Bablé

Abel González Melo es uno de esos nombres que en la cartelera teatral te hace volver los ojos. Para cada grupo que lo elija, será no solo un éxito de público, sino una oportunidad de estudiar el alma humana bajo un lente inusitado; la oportunidad de poner a prueba valores y preconcepciones sobre lo que entraña ser humano. 

En Vuelve a contármelo todo, un matrimonio de actores de teatro destejen, en medio de un ensayo, varios de los sucesos que los han colocado en el centro de poder de su compañía teatral. A propósito de esta reciente producción del grupo portugués Lendias d´Encantar con los actores cubanos Yakelín Yera y Rey Montesinos, conversamos con el destacado director español Pepe Bablé, en medio de una de las pausas entre las agotadoras jornadas de ensayo.

Quisiera que me contaras brevemente —todo lo breve que pueden ser resumidas casi tres décadas de trabajo como director del Festival Internacional de Teatro de Cádiz— tu relación con el teatro iberoamericano.

Resumir veintisiete años de relación con el teatro iberoamericano a través de un evento tan particular como el FIT de Cádiz es una tarea bastante complicada. El Festival se creó para ser un acontecimiento al servicio de ese teatro y de sus particularidades, y es por lo que trabajé y puse todo mi empeño durante mi etapa. 

Siendo Latinoamérica un amplio territorio geográfico, político, social, económico, artístico, etc., es por lo que, humildemente, siempre he opinado que no se puede establecer una sola línea de relación estratégica, dado que cada país y cada uno de sus territorios requieren un tratamiento específico a partir de sus  propias potencialidades y carencias. 

Bajo estas premisas, y creyendo que a través del diálogo franco y de la convivencia, y también de la connivencia artística, es como se podría colaborar con la verdadera imbricación escénica iberoamericana, establecimos una serie de proyectos que facilitaran dicha pretensión. 

Fueron años de muchos intentos donde cometimos errores, pero también obtuvimos grandes logros; muchos de los cuales hoy, afortunadamente, son reconocibles y demostrables, tanto en Europa como en muchos países del entorno iberoamericano. En la actualidad, hay un sinfín de creadores, grupos, estilos, tendencias y muchos eventos e iniciativas, plenamente asentadas en sus propios países y en Europa, a los que el FIT de Cádiz ayudó en su establecimiento. 

Durante mi etapa, el Festival siempre tuvo presente sus principios fundacionales: ser una plataforma de exhibición y de análisis, estudio e interacción de sus artes escénicas y de sus protagonistas. Más allá de vaivenes económicos y políticos, siempre sostuvo su ideario: ser solidarios con las minorías, fiel defensor de las tradiciones, guardián de lo clásico, instigador de lo novedoso y emergente, provocador del diálogo permanente entre distintas sensibilidades, eficaz mediador cultural y sostén de cuantas iniciativas redundaran en un bien común para el desarrollo de las artes escénicas latinoamericanas. 

En lo personal, estos veintisiete años (en verdad treinta y cuatro, porque trabajé en él desde su fundación) me han hecho ser la persona que hoy soy. Tener la suerte de viajar por ese amplio continente, conocer de primera mano su cultura, ahondar en sus artes y aprender de sus gentes, me ha otorgado el privilegio de poseer una cosmovisión vital para entender al otro y, lo que es mejor, para poder entenderme a mí mismo. Ese es el verdadero pago que me he llevado por mi dedicación durante todos estos años. 

¿Qué dirías de Cuba en este contexto del teatro iberoamericano?

Cuba siempre fue un país especial por el que preocuparse y el FIT siempre lo hizo. Tuvo a su teatro, y al conjunto de sus artes, como ejemplo de pujanza creativa dentro del universo teatral. Cuba es una de las potencias esenciales del teatro latinoamericano. Ser poseedora de la herencia de distintas escuelas, el talento de sus autores, grupos y artistas, y la capacidad analítica y crítica de sus teatrólogos, así lo avalan. 

Durante mi etapa en la dirección del Festival siempre mantuve una relación muy estrecha con la Isla y puse en marcha varios proyectos para el asentamiento de sus artes en Europa y en el resto del mundo. Uno de ellos fue el proyecto “Cuba, un lugar en el mundo”, como resultado de varios años de trabajos con sus instituciones culturales. 

Su teatro, danza, música, dramaturgia, pensamiento crítico y artes plásticas, siempre tuvieron un lugar preponderante en el Festival y, en los últimos años de mi dirección, incluso se propiciaron diálogos entre las diferentes Cuba existentes en la actualidad, desde el respeto, la igualdad y la solidaridad con el otro. 

En lo personal, Cuba significó, y significa, mucho en mi vida. Llegué a ella como hombre de teatro y como hombre de teatro siempre me trató; hecho que no pasó en otros lugares. Pero Cuba es un paradigma tan específico y con tantas acepciones que cada quien la vive y siente de manera distinta; así que yo también la viví, y la vivo, a la mía. 

Mi relación con Cuba ha pasado desde la fascinación de conocer y de poder experimentar aquella realidad, tan ansiada e idílica, y de apreciar sus logros y conquistas, hasta tener que convivir con sus avatares y contradicciones; esas mismas que actualmente me invaden pero que no son menoscabo de mi admiración y solidaridad con sus gentes.

Uno de tus proyectos —no el único— está en el Alentejo portugués. ¿Me hablas de tus proyectos de ahora y de este en particular?

Desde que anuncié mi despedida del Festival por mi jubilación, dije que me retiraba de mi función administrativa (aunque ejercí como su director, en realidad siempre fui un empleado público del Ayuntamiento de Cádiz) pero no de la artística, en la que espero estar activo hasta que mi cuerpo y mi cabeza aguanten. 

Ahora vuelvo a dirigir teatro de una manera más tranquila y asidua, tanto en proyectos propios como en los que me piden colaboración. Y uno de ellos es este en el que mis compañeros portugueses de Lendias d´Encantar han tenido la gentileza de contar conmigo. 

Paralelamente, acabo de terminar un trabajo de recopilación estadística de los treinta y cuatro años que estuve vinculado con el FIT de Cádiz. Es una especie de evocación de aquellos años con el reflejo de datos objetivos sacados de las memorias anuales del festival, programas oficiales, catálogos, reseñas periodísticas, anecdotarios y con la nominación de las temáticas y personas que asistieron a los eventos, reuniones, congresos, encuentros, presentaciones de libros, publicaciones, proyectos, etc. 

Estos trabajos van a ir acompañados de artículos de personalidades del campo de la creación y de la investigación teatral que nos han acompañado en el transcurso de esos años. Como la memoria es frágil y son tantos los logros alcanzados por el festival durante esa etapa, me ha parecido oportuno legar este trabajo, tanto a las generaciones venideras como a aquellos que lo vivieron pero que no lo recuerdan, como evidencia de que aquel sueño, acariciado por muchos, pudo hacerse realidad. Ahora estamos a la espera de su publicación el próximo año.

Vuelve a contármelo todo tuvo una lectura dramatizada en marzo de 2019 en Casa de América de Madrid, dirigida por su autor, Abel González Melo, e interpretada por los actores españoles Paula Iwasaki y Guillermo Serrano. Luego tuvo un estreno en Miami con los actores Adrián Mas y Laura Alemán. ¿Conocías de estos montajes? 

De estos montajes supe por el propio Abel y por lo que pude seguir a través de las redes sociales y periódicos. Esta obra tiene una relación y una intrahistoria muy graciosa conmigo, ya que se escribió para que la hubiera montado con nuestro grupo Albanta

Como no pudo ser, por motivos que no vienen al caso, Abel la reescribió con menos personajes y la colocó en el panorama teatral a través de esa lectura y de ese montaje que citabas. Que ahora la esté montando con Lendias d´Encantar es como si se cumpliera con una “justicia poética”. 

Desde hace tiempo tenía la invitación de este grupo para dirigir un espectáculo y, por falta de tiempo, no la había podido aceptar. Así que en cuanto quedé libre del trabajo que conllevaba la organización del festival, dije que sí y empezamos a organizarnos. Me dieron la oportunidad de que eligiera el texto, pero propuse que fuesen ellos quienes lo hicieran. Como en principio Julio César Ramírez iba a ser uno de los actores, fue también el encargado de la elección del texto y propuso dos de Abel González Melo. 

La idea me encantó porque nos une una gran amistad. Trabajar con él es un gusto enorme y ya tuve el honor de estrenar un texto que escribió especialmente para mi grupo Albanta: “Cádiz en mi corazón” (Postales de un viaje imposible), que tantos éxitos nos hizo acaparar. Así que dije sí encantado y, cuando decidimos entre todos que fuese Vuelve a contármelo todo, me reencontré con un texto que me hacía sentir un bienestar general, producido por la oportunidad de poder enfrentarme a una obra con la que me unían muchas cosas. 

Así que empezamos el proyecto con Yakelín Yera y Julio César Ramírez. Luego Julio tuvo que dejarlo por problemas personales y fue cuando nos encontramos con Rey Montesinos. Una pareja de profesionales cubanos para los que parecen haber sido creados esos personajes.

Abel González Melo es uno de los dramaturgos cubanos contemporáneos más reconocidos con quien tienes ya una relación teatral desde hace años. Como director, ¿qué dirías que hay en su dramaturgia que resulta el mayor reto para ti?

La dramaturgia de Abel tiene algo que descoloca. Cuando te enfrentas a cualquiera de sus textos, en principio sus temáticas y personajes pueden parecerte fáciles de abarcar y de comprender; pero, cuando te metes en ellos, es cuando empiezan a aparecer la gran cantidad de aristas que los hacen profundos e insondables. Por lo que es una dramaturgia sugerente y apetecible para cualquier intérprete o director de escena. 

Trabajar sus textos es montarse en una montaña rusa llena de curvas y loopings de sensaciones y provocaciones, pero también un juego, un maravilloso divertimento que puede convertirse en perverso o no según las temáticas, aunque siempre gratificante.

Vuelve a contármelo todo es como asomarse a lo profundo de almas envilecidas por el poder. ¿Cuántas noches de desvelo te han dejado estos personajes, Macbeth y Lady Macbeth, ahora como actores de una compañía de teatro?  

Noches, tardes y mañanas de peleas, desvelos y análisis. Esta es una obra con unos personajes que dan mucha guerra. ¿Son una actriz y un actor que intentan representar a estos personajes? ¿O son estos personajes los que necesitan hacerse reales, aferrándose al alma y cuerpo de esta actriz y de este actor? Es ahí el dilema de esta historia que, no por mil veces contada, nos parece siempre la misma. 

Como la memoria es permeable, los acontecimientos que se recuerdan sufren las transgresiones propias de la erosión del tiempo. Y estos actores, él y ella, ella y él, reviven y viven lo que fue, lo que pudo haber sido, o tal vez lo que sueñan que pueda ser. En definitiva, es un juego escénico provocador y confuso que puede tener mil lecturas distintas; tantas como espectadores quieran sumergirse en la historia que se cuenta en tiempo real. 

Vuelve a contármelo todo en el futuro…

Esperemos que el futuro sea benévolo y que este montaje tenga un buen recorrido y que pueda verse por distintos escenarios. Que nos dé también la oportunidad de volver a vernos y hablarnos, aquí, allá, o en donde sea. Mientras, yo seguiré haciendo lo que mi cuerpo y las circunstancias me permitan. Y ojalá que sea mucho y prolijo.  


‘Vuelve a contármelo todo’ (galería):





© Imagen de portada: Pepe Bablé




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