La poesía une a los hombres de buen corazón

Por estos días, que no son los mejores de mi vida pero tampoco los peores, ando entrando y saliendo, cual salticos de niña entre los charcos luego de la lluvia, de Entre el grito y la página en blanco, poemario que me regocija en descubrimiento, en el deslumbramiento por su autora: la poeta Mayda Pérez Gallego, nacida en Holguín el 11 de agosto de 1948, justo un día después que mi pequeña Daniela, si las acerco en el tiempo.

Sus amigos la llamaban MPG. Y yo no soy, como Luis Caissés, prologuista de este libro de bolsillo, de la generación que la visitaba en el balconcito de su cuarto para disfrutar del iniciador, para aquellos años 90, ritual del té, que era su “acto de fe aglutinador de los amigos”.[1]

Pero, como la poesía une a los hombres de buen corazón, yo llegué a sus versos a los 35 años, cuando la magia de la vida me hizo descubrirlos en la justa sabiduría de esos ya un poco lejanos días. 

Físicamente la conocía y llevaba un tiempo tras la pista de su lírica, pero el azar concurrente quiso que nos encontráramos una noche de Dios en el Centro Hanssen y que ella descubriera que no soy ni tan bajita, ni tan blanca, ni tan gordita. Mientras, yo descubría, tan solo con abrir el libro, que teníamos muchas cosas en común. 

Porque como tú, Mayda, casi abandono la carrera de Letras en la Universidad de Oriente, en cuarto año, cuando me tocó, en 2006, darle el último adiós a mi padre, y tenía una pareja que se estaba marchando de Cuba hacia España a cumplir sus sueños, a quien casi me le uno en el intento. 

A Mayda Pérez Gallego le tocó salir de Cuba, pero regresó. A mí, la vida me ha estado trazando otros puentes hacia el mundo. En 2011, 2017 y todavía en 2022 regresan los aires, no tan frescos, para incitarme una vez más al salto, a trasplantar mi raíz de cubana rellolla. Pero no, Mayda, mi tronco es vigoroso como el tuyo y está plantado, a porfía del destino, en su natal Holguín, en la misma casa que me acunó al nacer.

Y “Fragilidad” es el poema de tu libro que dedico a ese amigo que estuvo de paso por otras tierras y donde dices:

Como último deseo
pediría tu mano cerca de mi almohada
            la suavidad de tu aliento
           tu fragilidad desnuda.
Como último deseo pediría velar
otra vez         tu sueño.
[2]

Entre el grito y la página en blanco fue Premio de la Ciudad en 1996 y ya en 1990 Ediciones Holguín le había publicado Territorio de sueños. En definitiva, Entre el grito y la página en blanco se publicó en Bilbao, en 2002, dentro de la Colección Poesía Indefensa, que no buscaba “las firmas cotizadas y ostentosas, sino las voces (por humildes, diminutas o recónditas que sean)”[3] que conmuevan “hasta hacerse imprescindibles”.[4]

Desde el primer poema, “Errata”, hace cómplice suyo al lector, pues le dice:

Este libro        amor mío
es para ti.
Pero como es de mí para ti
tiene efectos especiales
(y he ahí su primera errata
pues donde dice efectos debes leer       más bien
afectos).
La dedicatoria queda al final
(como esperando).
Esperando que cruces
entre el grito y la página en blanco
entre el autor y esta mujer que mira el título
piensa
y apenas osa escribir:
este libro       amor mío       es para ti.
[5]

En esta ciudad falta ya tu presencia, Mayda, desde tu inesperada partida en el verano de 2019. Pero tu poesía nos sigue uniendo en apretado corazón. Y es que en “lo íntimo, está la lágrima. En lo confesional, tu reclamo al universo”.[6]

Sin mucha esperanza, me entregaste todos tus libros publicados (Territorio de sueñosEntre el grito y la página en blanco, y Golpes de lluvia) —todos editados por Ediciones Holguín— para que con mi alegre impulso de fe los digitalizara y entregara a manos amigas, las mismas que defendieron e hicieron posible su publicación en el poemario Mis rejas y mis rosales (Ediciones La Luz, 2019). Pero no pudiste verlo terminado, aunque estuviste al tanto de su proceso editorial hasta último momento. 

En su prólogo, tu entrañable amigo, el poeta Ghabriel Pérez, dice: 

A pesar de su poesía extraordinaria, Cuba prácticamente no la conoce. […] Cualquiera diría que esta singular voz —alejada de antologías, de modesto perfil mediático—, quedó fuera de toda generación, movimiento cultural, corriente poética de su tiempo. Pues la que en 1981 obtuvo el Premio Poesía de Amor Varadero y una mención en el David de 1985, ha sido, sobre todas las cosas, amiga del silencio.[7]

Ay, Mayda, a mí me quedaron tantas horas de conversación, tantos cafés que degustar juntas en algún sitio de la ciudad. Pero tus amigos te sienten y te sentirán siempre presente. 

Tus versos vibran en nuestras madrugadas de poesías lejanas. Tu blanca cabellera nos ronda y acompañan tus manos que tomé aquella tarde en que, sin saberlo, nos despedíamos. El amor está en toda tu obra, el amor y la soledad, el dolor por lo perdido y tantas veces acariciado y temido, como “Sombras”:

¿Serás ya solo eso:
un final      un comienzo
una lluvia inacabable?
Afuera        ese lento caer.
Adentro
Este dolor que escampará también
cuando busque          una vez más
la risa        la voz
el cuerpo que nunca serás tú
pero que jamás se te pareció tanto.
¿Serás ya solo eso:
otra sombra que tampoco?
[8]

En la radio navega tu voz. Te escuchamos decir. Te vimos en la pantalla local en aquellos tantísimos guiones que escribías para sobrevivir. Tu verso breve y conciso tiene un hálito de pasiones remotas y amores que se quedaron sin florecer. En tus páginas que no están en blanco volví a recorrer las amadas calles santiagueras y las de nuestra ciudad. Sacabas la matica al balcón, que veremos siempre ahí, en estos tiempos tan difíciles.

Gracias amiga por tu mano tibia y tu abrazo maternal. Gracias por permanecer hecha versos. A ti volveré siempre como en una eterna conversación entre las mujeres que somos, de distantes generaciones, pero con tantas deslumbradas coincidencias.


Bonus:

Ahora y hasta

Quiero que esté conmigo ahora que llueve.
Abrazarte hasta mañana, pasado, un ratico.
Abrazarte tan ola que te irrites,
tan sol que te ardas,
tan guerra que te rindas.
Quiero que estés conmigo ahora y no tan simple.
Hasta el cansancio agradecido y el cigarro,
hasta la cama revuelta y mi voz después en calma:
hasta otra lluvia, amor.

Mayda Pérez Gallego (Holguín, 1948-2019).




[1] Luis Caissés: “Amistad, calidez y silencio”, en Mayda Pérez Gallego: Entre el grito y la página en blanco, Eguzki Argitaldaria, Bilbao, 2002, p. 3.
[2] Mayda Pérez Gallego: ob. cit., p. 29.
[3] Ibídem, contracubierta.
[4] Ídem.
[5] Ibídem, p. 9.
[6] Ghabriel Pérez: “Una mujer cronopio como los sellos”, apud. Mayda Pérez Gallego: Mis rejas y mis rosales, Ediciones La Luz, Holguín, [s. a.], p. 5.
[7] Ibídem, p. 11.
[8] Mayda Pérez Gallego: Mis rejas y mis rosales, ed. cit., p. 91.


© Imagen de portada: Mayda Pérez Gallego.




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Sobre ‘Gimnasio’ de Juan Abreu

Mariano Dupont

Juan Abreu es un enemigo declaradomilitante, de la vulgaridad e imbecilidadde la sociedad contemporánea, contra las que hay que escribir.






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