Perdóname esta tristeza tan profunda que me embarga, que no es digna de la obra de todo un pueblo guiado por ti hacia el futuro”.
La poesía del patíbulo
En verdad os digo: todo es muy raro respecto a la Revolución Cubana. Sobre todo, cuando se mira en detalle cada detalle de su épica más realista.
Sobre la necesidad de una esclavitud cubana
En la foto de este lunes vemos al negro Esteban Montejo, sonriente y con medalla, junto al blanco Miguel Barnet. Por supuesto, nunca coincidieron en vida. La foto es falsa. Un montaje a lo Korda. A la cara, a lo descarado.
La dictadura del doble
Como en el final del cuento “El muñeco” de Virgilio Piñera (durante décadas censurado por Virgilio Piñera en Cuba), los cubanos aguardamos ahora estúpidamente ser despedazados por las manos de nuestra propia inocencia.
Tiranía y ternura
Hombres y mujeres solventes sonríen como si estuvieran observando a dos criaturitas con reminiscencias humanas, ambas domesticadas por el amor de un pequeño príncipe llamado Fidel.
Nestorianismo y empiriocriticismo
“Soy un caso único en el panorama literario cubano. No te sientas mal: es imposible no imitarme. Primero, porque soy inevitable. Y, segundo, debido a que vivimos en una época de decadencia artística: padecemos de una fatiga del genio rayana en la crisis nacional”.
1959, antes y después de los americanos
Un archipiélago CUBAG que, en palabras de su compatriota el poeta Allen Ginsberg, una década después ya necesitaba de urgencia “de un administrador psíquico astuto, alguien con capacidad ejecutiva para la propaganda externa y la armonía interna.
De las mujeres, por las mujeres, y para las mujeres
Los sobrevivientes a Fidel somos ahora sus bastardos.
El Korda de los Nikitas
Por este lunes de post-revolución, les dejo este testimonio gráfico de Korda, que viajó con su tan amado ‘top model’ de verde olivo (porque Fidel fue quien hizo fotógrafo al cheo publicista de Korda, eso que nadie lo dude).
Pow Wow, The Cuban Boy
El indio está solo en alma. Es un misionero de los ‘Creek Indians’ de Oklahoma. Un nombre que, en aquella Habana trans-capitalista del viernes 17 julio de 1959, seguro sonaba a algo así como un buen equipo de básquet.