La Fracción: por qué, y por qué no más

La Fracción fue un proyecto (en el sentido en que la palabra “proyecto” permite definir una iniciativa sin comprometerse a describirla quirúrgicamente, como si se tratara de una mondonguera que da señales de vida e hiciera falta computarla con pelos y señales) que existió entre los años 2013 y 2015, un espacio mensual en el tabloide Noticias de Arte Cubano.

Nos daban un pedazo, variable, en una página del periódico, y en él publicábamos una ilustración, un texto, un juego interactivo o cualquier otro contenido acorde con los resortes editoriales del soporte impreso y las posibilidades del conceptualismo.

Digo que “nos daban” ese pedazo porque, aunque era yo quien le había dado la forma básica a la sección y me ocupaba de lidiar con el equipo que realizaba el periódico y la directora del sello Arte Cubano Ediciones (Isabel M. Pérez Pérez), tenía cerca casi todo el tiempo, debatiendo y confrontando, a Yornel Martínez y Reynier Leyva Novo, los dos artistas en los que pensé inmediatamente cuando surgió la posibilidad de tener este espacio en una publicación oficial.

Publicamos inicialmente piezas de nosotros, y poco a poco fuimos sumando a otros artistas, fallecidos o contemporáneos, que se encontraban en sintonía con lo que pretendíamos.

La idea surgió en 2013, durante el Festival Internacional de Videoarte de Camagüey. Asistí al evento y tuve la oportunidad de conversar mucho con Anaeli Ibarra, que entonces era parte del equipo que editaba el Noticias de Arte Cubano. Yo tenía la idea de publicar una ilustración interactiva, como las que aparecen en los libros didácticos para niños: la silueta de un fusil AK-47 soviético junto a la de un M-16 norteamericano, encabezadas por un texto que decía: “Marque las diferencias”. A Anaeli le gustó la idea, gestionó la publicación de mi pieza y me propuso que llevara una sección periódica con trabajos similares. Acepté, y convenimos en que podíamos publicar incluso el trabajo de otros artistas.

Así surgió la sección.


Julio Llópiz-Casal - La Fracción

Me sedujo poder hacer algo como La Fracción porque, en primer lugar, me interesaba y me interesa explorar esas posibilidades. Poder crear y reflexionar en torno a ideas y proyecciones que no son solamente las de las galerías y otros circuitos convencionales de exhibición en las artes visuales.

Pienso en la revista FILE, publicada por el colectivo canadiense General Idea, y en los catálogos al cuidado de Seth Siegelaub que incluyeron trabajos muy especiales de Lawrence Weiner o Sol LeWitt. La historia del arte conceptual está llena de ejemplos de este tipo: publicaciones no convencionales e infiltraciones en espacios editoriales para canalizar ideas atípicas o subversivas.

Respecto al contexto Cuba, me han inspirado siempre proyectos como el periódico Lunes de Revolución y el tipo de gráfica y contenido que publicó,así como las revistas Signos, Memorias de la posguerra o Enema. De igual manera, me seduce la vida que cobraron personajes del humor gráfico como el Bobo de Eduardo Abela y el Salomón de Chago Armada. O, más recientemente, los personajes de Lázaro Saavedra, nacidos en dibujos y publicaciones impresas y compartidos luego en su proyecto digital Galería I-Mail.

La Fracción nació del procesamiento de las referencias internacionales que hacen sombra en el contexto, y de este entramado nacional que se me antojó asumir como una genealogía en el arte cubano.

La sección arrancó entonces con la citada pieza de “Marque las diferencias”. La acompañó una ilustración de Yornel Martínez que consistía en un encabezado, como escrito a mano, que ponía “SE PERMUTA” encima de la silueta, en estilo infantil, de una casa sin puerta, con techo a dos aguas, al lado de una puerta.

La entrega siguiente incluía otra pieza mía, que consistía en una breve indicación textual que abordaba la idea de “éxtasis” en torno a la idea de “placer” y la de “extremo”, e instaba al lector a enviarme un correo electrónico que yo respondería compartiéndole una metáfora textual del éxtasis.

Esta pieza iba acompañaba de un crucigrama, concebido por Reynier Leyva Novo, que contenía palabras con un significado metafórico muy preciso en la jerga popular cubana. Tanto las verticales como las horizontales estaban sugeridas a partir de descripciones muy simples y neutrales extraídas de diccionarios y fuentes muy básicas.

Por ejemplo, una de las palabras era sugerida con la descripción: “Extraer de las minas las riquezas que contiene”, y la palabra era EXPLOTAR. O: “Hembra de la cabra desde que mama hasta que llega a la edad de procrear”: CHIVA. O: “Superlativo de la azada corta que se usa para limpiar la tierra”: GUATACÓN.

En Cuba, EXPLOTAR simboliza el hecho de perder un puesto de trabajo estatal debido a infracciones laborales o políticas; CHIVA significa ser delator ante autoridades legales o policiacas; y GUATACÓN significa ser adulador, generalmente de jefes o políticos. En medio de ese entramado se encontraba la palabra REVOLUCIÓN, sugerida como: “Rotación de una figura alrededor de su eje”.


La Fracción

Con este crucigrama padecimos nuestro primer episodio de intento de censura.

Mi entrega de los materiales había sucedido como la vez primera: yo le llevaba los archivos digitales a Anaeli Ibarra, le explicaba alguna preferencia que tuviese sobre cómo maquetar y nada más; ella seguía el protocolo establecido con el equipo editorial, Fabián Muñoz realizaba el diseño, luego el tabloide iba a imprenta y en algún momento salía a la venta.

Pero esta vez, algo pasó. Unos días después de haber hecho mi entrega en la oficina de Arte Cubano Ediciones, Anaeli me llamó y me pidió le facilitara las palabras que debían desentrañar los lectores en el crucigrama. Yo no las tenía disponibles, pues Novo me había dado solamente las descripciones y no me había tomado el trabajo de hacer el crucigrama. Entonces Anaelis me explicó que Isabel M. Pérez Pérez había decidido, debido a las implicaciones políticas que veía en la obra, consultar a Rubén del Valle (presidente del Consejo Nacional de las Artes Plásticas) sobre el crucigrama, y este exigió conocer las palabras. Le escribí un mensaje a Novo pidiéndole que me las facilitara, pero no me respondió con la brevedad que necesitaba Anaeli. Tuvo que resolver el crucigrama ella misma.

Finalmente, hizo llegar el crucigrama resuelto a Rubén del Valle, y este aprobó que se publicara, pero exigió que no podía volver a suceder algo así. Que cuando algún material de La Fracción manejara información de modo implícito, había que hacerla explícita a los ojos del equipo de edición y de él. Desde entonces, el presidente del CNAP revisaba cada entrega de la sección antes de ser publicada.

El segundo episodio sí acabó en censura como tal. Tuvo que ver con el dúo de artistas jorge & larry. Ellos mostraron interés en colaborar con el proyecto y las puertas les fueron abiertas. El trabajo de jorge & larry combina múltiples ejercicios artesanales e implementa el texto de manera muy particular. Aprovechan también el kitsch y el dibujo de inspiración infantil.

Anteriormente habíamos pulicado un pequeño texto de jorge & larry, perteneciente a su serie llamada El dialoguito, que decía:

—Mi amor, ¿qué es La Fracción?

—Bueno, fracción es cacho.


La Fracción - Jorge & Larry

Con esa entrada no hubo ningún problema, pero cuando quisimos publicar una ilustración del dúo, meses después, vino la censura.

La obra consistía en un elemento gráfico muy simple (un par de curvas semicirculares entrelazadas y contenidas dentro de un cuadrado) rodeado de información puramente textual. Hacía referencia directa a un título del poeta cubano Pedro Marqués de Armas: un ensayo de la colección Pinos Nuevos de la Editorial Letras Cubanas, de 1994. La pieza se nombraba “Homenaje I (refritos en el buche del artista-protozoario)”, y tenía un encabezado en letras capitales que decía LA PARÁBOLA DEL MARQUÉS.

Luego de días de espera, la ilustración finalmente no se pudo publicar. La justificación que nos dio Isabel M. Pérez Pérez fue que, al tratarse de una obra que hacía referencia a un escritor cubano, “se había decidido” consultar a una “entidad superior especializada”: el Instituto Cubano del Libro (específicamente a su presidente, que entonces era Zuleica Romay). La funcionaria había “aconsejado” no publicarla, y el CNAP decidió no hacerlo. Así se hizo, y no nos dieron ninguna otra razón.


La Fracción - Pedro Marqués de Armas

En el tercer episodio pudimos burlar nuevamente la censura, y nuevamente se trataba de una obra de Reynier Leyva Novo. Se llamaba Enlace y consistía en dos listas paralelas. La de la derecha eran años aleatorios: 1910, 1789, 1917, 1959, etc.; la de la izquierda eran revoluciones de carácter político: Revolución Cubana, Revolución de Octubre, Revolución Mexicana, Revolución Francesa… La idea era que el lector, trazando líneas, enlazara esas revoluciones con los años respectivos.

Nos dijeron que no se iba a publicar. Pero un día, delante de mí, Novo abordó a Rubén del Valle en una inauguración y le pidió una explicación más fundamentada. El entonces presidente del CNAP nos convocó a mí y a él a una reunión en su oficina días después. De aquella conversación también salimos victoriosos y la pieza se publicó. Lo logramos convencer diciéndole que no se debía hacer una interpretación paranoica de una simple lista de revoluciones y la invitación a organizarlas de manera cronológica.


La Fracción

Estos episodios de La Fracción, como experiencia, constituyen batallas de guerra regular; pero luego vino un momento que se parecía más a la Guerra Fría, al sabotaje sutil. Al menos así lo interpreto hoy en día.

Anaeli Ibarra se fue a México, a una maestría, y sin ella en el equipo del tabloide perdí un interlocutor a mi favor. La nueva muchacha no tenía una relación emotiva con el proyecto. Entonces comenzaron a aparecer, con mucha frecuencia, las erratas y los descuidos que nunca antes habían tenido lugar.

Una vez, por ejemplo, publicamos una ilustración de Chago Armada, perteneciente a su libro El humor otro, en que aparece un personaje leyendo un periódico con los ojos vendados con papel del mismo periódico. La ilustración apareció sin pie de imagen que dijera que era de Chago.

Al protestar (nunca había pasado algo así, ellos solían ser muy organizados), me dijeron que el error había sido mío, tal vez por no haber entregado el material correctamente, con todas las instrucciones: el nombre del autor en este caso. Me negué a reconocer tal cosa, porque siempre había sido tan organizado como ellos, pero era su palabra contra la mía y tuve que dejarlo ahí. En el número siguiente del periódico apareció una fe de erratas con las correspondientes rectificaciones y disculpas.

La siguiente errata: una ilustración mía con Yornel Martínez como autor. Se trataba del falso anuncio de un Epistolario cruzado entre Julián del Casal y Antonio Maceo, publicado por Alianza Editorial. Sandra Sosa, que era la jefa editorial del tabloide, me dijo que había recibido los materiales sin la especificación del autor, y ella pensó que, como se trataba de algo “relacionado con la poesía”, había asumido que la obra era de Yornel Martínez.



Una vez más, la discusión quedaba en el terreno de mi palabra contra la de ellos. Nunca tuve la posibilidad de probar que no había sido mi error, y ellos ni siquiera me otorgaron el beneficio de la duda. Tuve que aceptar como algo natural y legítimo que la directora editorial del tabloide asumiera, olímpicamente, que la obra era de un artista y no de otro.

En el número siguiente volvió a aparecer otra fe de erratas, pero ya para mí era un hecho que no tendría protección alguna ante estos sucesos. La impotencia, y la falta de profesionalidad a la que me enfrentaba, hicieron que tomara la decisión de dejar de hacer la sección.

La censura opera de muchas maneras, que oscilan entre lo burdo y lo sutil. En el caso de La Fracción, pasamos por las embestidas directas del censor y por los “accidentes laborales”, difíciles de probar como hechos intencionales. El método editorial, tremendamente burocrático, al que fuimos sometidos en los dos años que duró el proyecto, se prestaba perfectamente para las cosas que sucedieron.

Por otro lado, el concepto de diseño de Fabian Muñoz, apegado a un grafismo que potenciaba lo visual casi siempre en detrimento de la legibilidad del periódico, contribuía también a que nuestro trabajo se viera afectado y se encontrara en una posición desventajosa, visualmente hablando.

No puedo probar que La Fracción haya sido víctima de un sabotaje, pero al menos puedo contar las cosas tal como las recuerdo y compartir lo que hicimos.

Le agradeceré siempre a Odey Curbelo, jorge & larry, Irving Vera, Yornel Martínez, Ítalo Expósito, Amilkar Feria, Ezequiel Suárez y Reynier Leyva Novo, por haberme acompañado en esta aventura.




Perdí el Ángel - Julio Llópiz-Casal

Perdí el Ángel

Julio Llópiz-Casal

A mí la Revolución me volvió loco. Aquello me pareció una película de acción: gente que bajó de la Sierra y eran como los cowboys pero vestidos de verde olivo, con collares de caracoles y armas largas en vez de revólveres. Para mí era indiscutible que venían a traer justicia a esta tierra”.


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