Con motivo del año que llevamos de Covid-19, Hypermedia Magazine ha despachado las siguientes preguntas a un amplio grupo de escritores cubanos:
1) ¿La pandemia ha modificado sus hábitos y/o métodos de escritura? ¿De qué modo?
2) ¿Han variado este año sus hábitos de lectura? ¿Ha leído más? ¿Ha leído menos?
3) ¿Cuáles han sido las lecturas (títulos, autores, plataformas) más reveladoras durante esta pandemia?
4) ¿La nueva situación global le ha inspirado algún proyecto literario?
5) Cuéntenos cómo es actualmente un día en su vida de escritor(a).
Compartimos con nuestros lectores los mensajes que retornan a nuestro buzón.
1.
La pandemia ha modificado todo. A veces luce como el apocalipsis, la Tercera Guerra Mundial, el estreno de una nueva serie de Netflix que se salió de la pantalla. Por supuesto, eso modificó mis hábitos, la maldita circunstancia de estar rodeado de Internet por todas partes (clases, cultos, conversaciones entre amigos).
Increíblemente, la pandemia, una maestría en Escritura Creativa y los secretos pasos del amor me han hecho escribir más. Mi hiperactividad ha encontrado refugio en esas horas nalgas de fructífera escritura. Aunque todo lo que observamos, vivimos y leemos es pasto literario. Algo que me ha pasado en este tiempo de una manera muy seguida es soñar lo que escribo.
2.
He leído más, mucho más, pero menos libros que otras veces. Leo fragmentos, cráteres, erosiones. He releído, sobre todo, clásicos europeos. De la literatura reciente me han interesado más las poetisas que los poetas (¿o se debería decir las poetas que los poetisos?). He leído casi todo en formato electrónico: se consigue más y más barato. Muchas veces se me inflaman los ojos, se me resecan y debo dejar esas lecturas, pero vuelvo, porque leer es el mejor de los vicios, el único vicio que tal vez sea virtuoso.
3.
Está repartida en esos fragmentos. He leído esquirlas de tantos escritores y poetisas, clásicos y actuales, que sería ridículo mencionar a algunos y dejar a otros. En definitiva, la Literatura, como la belleza, es un monstruo hecho con fragmentaciones de todos.
4.
El sitio donde tan bien se está, frente a mi escritorio lo sabe. Este año de sueños rotos y de muertes (el sueño de Malthus y la “profecía” de Bill Gates) ha dado extraños frutos. Escribí un poemario y un libro de cuentos (no sería nada extraño, pues tengo seis libros de cuentos publicados y seis poemarios, si no fuera porque son mi mejor poemario y mi mejor libro de cuentos). Uno de los cuentos, “Diario de pandemia”, fue una deliciosa broma que le jugué en la maestría a Mónica Ojeda, cuando hacíamos un ejercicio de literatura de no ficción y le envié un diario en el que mato piadosamente a un vecino.
5.
Un día feliz para el pez Alberto Garrido comienza a las 8:00 a.m. con una taza de café humeante, una oración de gratitud a Dios por la vida, y trabajo en cosas de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. Dar clases online triplica el trabajo y el gasto de energías. A mi favor está que soy un devorador de las energías de mis jóvenes estudiantes, que suelen ser inteligentes y creativos.
Entre clases, revisiones de programas e informes, leo fragmentos de páginas de libros abiertas en el ordenador. Escribo a cualquier hora, entre esas lecturas y clases, desordenadamente, y solo cuando tengo realmente ganas o cuando el peso de una historia o la voz de un narrador se hacen insostenibles en mi mente; porque, a diferencia de otros, la literatura para mí no es un sacerdocio, sino una amante a la que siempre vuelvo.
Muchos de los poemas de mi último libro los escribí en el Metro, camino a la universidad. Estar tanto tiempo sentado me da fuertes dolores cervicales, que combato con tandas de ejercicios en una barra que puse bajo el dintel de mi cuarto, y un par de mancuernas. Escribir agota más que cualquier deporte olímpico.
Me acuesto tarde y duermo poco y, sobre todo últimamente, me despierto con una idea que puede ser llevada al papel, un par de palabras que se encontraron en su oscuro esplendor, o una conversación con viejos lobos de la camada.
En el sueño de hoy me llegó un email que decía que me había ganado un premio. Ya lo espero.
La realidad siempre nos superará
Contrario a lo que se piensa, en lugar de padecer de una sobredosis de fantasía, los escritores de ciencia ficción solemos escribir sobre el mundo real. Nuestro secreto está en exagerar la realidad, sea cual sea esta. Con un año como el que hemos tenido, y con un mundo como el que tenemos ahora, es difícil exagerar.