Selfie de pandemia

Con motivo del año que llevamos de Covid-19, Hypermedia Magazine ha despachado las siguientes preguntas a un amplio grupo de escritores cubanos:

1) ¿La pandemia ha modificado sus hábitos y/o métodos de escritura? ¿De qué modo?

2) ¿Han variado este año sus hábitos de lectura? ¿Ha leído más? ¿Ha leído menos?

3) ¿Cuáles han sido las lecturas (títulos, autores, plataformas) más reveladoras durante esta pandemia?

4) ¿La nueva situación global le ha inspirado algún proyecto literario?

5) Cuéntenos cómo es actualmente un día en su vida de escritor(a).

Compartimos con nuestros lectores los mensajes que retornan a nuestro buzón.




Creo que la pandemia nos ha cambiado a todos, incluso a quienes solíamos pasar la mayor parte del tiempo trabajando desde casa. Por supuesto, no es lo mismo no querer salir de casa que no poder hacerlo: la melancolía se agudiza y se corrompen los sueños. La solución, en mi caso, ha sido reforzar ciertas rutinas. Soy básicamente diurno: si no aprovecho las mañanas es difícil que el día se ponga creativo. Así que este año me he estado acostando temprano con un libro, como el personaje de Proust, para levantarme a primera hora. 

En mi caso, el único método de escritura es revisar, una y otra vez, y dejar pasar el tiempo para que lo escrito se asiente y mi sentido crítico se afine. Quienes ya escribíamos diarios antes de la pandemia hemos sentido, por supuesto, la tentación de volver a hacerlo. Pero la he resistido valerosamente, y solo me permití la columna de Hypermedia Magazine: “Poesía en cuarentena”. La costumbre de traducir un poema cada día ya la tenía; solo traté de que ahora viniera al caso.

En cuanto a la lectura, mis hábitos no han variado mucho desde hace más de 20 años. Leo (sobre todo poesía y no ficción) por las mañanas, temprano, y antes de acostarme (casi siempre novelas). Supongo que este año he leído más o menos lo mismo que otros (no llevo la cuenta), aunque en cierto momento el desasosiego haya influido en la elección (o el descarte) de algunos títulos.

Entre las lecturas recientes destacaría un par: el diario malhumorado de Guido Ceronetti, Un viaggio in Italia, recién editado en español por Días Contados, que me permitió imaginar viajes que ya no haré; y la novela de Iris Murdoch, El sueño de Bruno, una de las pocas de ella que me faltaba por leer. Además, disfruté mucho un podcast en inglés, PandemicPoems, que llevó durante un tiempo el actor Samuel West, y donde descubrí poemas magníficos. 

Encargado de prologar una entrevista suya a Fellini, también leí con placer hace unos meses a José Luis de Vilallonga, a quien solo conocía de oídas, o por su breve papel de latin lover en la versión cinematográfica de Breakfast at Tiffany’s. Su Gold Gotha, un libro donde reúne retratos de famosos y exfamosos (Onassis, Chaplin, Ira de Furstenberg, Dalí, Zino Davidoff…) es una delicia.

Mi vida se ha complicado en estos meses, pero trato de que siga girando alrededor del escritorio, donde un pequeño ciclista de plomo me recuerda las virtudes de los fondistas. En el estudio hay otros fetiches: un kishikoro, una foto de Joseph Brodsky, un pez de porcelana japonesa… La más reciente adición a esa colección privada es una foto de Gabriela Iturbide, “Il sogno”. 



Ernesto Hernández Busto.


Trabajo cuatro horas al día para un periódico digital, y luego traduzco libros que, por suerte, puedo escoger. Soy un neurótico, al que todos los ruidos y vecinos le molestan. Una mudanza (como la que tuve que hacer en plena pandemia) se me vuelve una tortura. Una vez a la semana almuerzo fuera con algún amigo. Parte de las noches se las dedico a mi hijo menor. No es muy diferente los fines de semana, salvo que entonces me permito series (casi siempre de espías).




Carlos A. Aguilera

Meterle al ‘stop’ poco a poco

Carlos A. Aguilera

Sigo escribiendo después de tener pensado y repensadoun proyecto, y sigo con las mismas obsesiones y las mismas palabras de los últimos años. Lo que sí cambió fue cierto ánimo, cierto choque de energías, cierto desborde que en mi caso está relacionado con cierta soledad y cierta concentración.





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