La mayoría de los actores de la resistencia no violenta en Cuba desconocen algunas realidades, y también repiten procedimientos que la práctica ha demostrado inviables en nuestro contexto particular. Pongo el tema en la palestra digital porque, a raíz de la huelga de hambre que realiza el artista Luis Manuel Otero Alcántara, se han publicado varios artículos que considero apropiado analizar, aunque solo consideraré uno de ellos por ahora.
“Las acciones extremas y desesperadas de un ayuno utilizado como un medio legítimo de presión ante una autoridad represiva y con nula voluntad de diálogo, no pueden ser consideradas como un fracaso, aun cuando concluyan con su suspensión o la muerte de los ayunantes” —afirma Oscar Grandío Moráguez en artículo publicado en Diario de Cuba.
Respetuosamente, discrepo del autor porque la huelga de hambre es una de las 198 técnicas de la no violencia y como tal se utiliza para conseguir una meta predeterminada. Por lo tanto, si esa meta no se consigue la técnica no fue usada debidamente o no es la correcta para alcanzar el objetivo. Las técnicas de la no violencia son las armas de ese método de lucha. Por consiguiente, si el arma no funciona en el momento preciso o mata a quien la usa es obvio que estamos frente a un error, puesto que la finalidad de las 198 técnicas no es causar bajas, sino liquidar el estado de opresión por cualquiera de los cuatro mecanismos que proporciona esta forma de lucha: la conversión, la adaptación, la coerción no violenta y la desintegración.
En otra parte de su escrito, Grandío Moráguez señala: “La finalizada huelga de UNPACU, y la actual de Alcántara, se han constituido en armas poderosas que sin duda generaron, y generaran solidaridad nacional e internacional hacia la causa de aquellos que piden una democratización del sistema político cubano”.
Aunque no lo declara, quizás el autor expresa lo anterior porque comparte la creencia de que la solidaridad podría originar algún cambio o reforma hacia un sistema de gobierno más democrático por conversión del opresor. Esta creencia tiene un sólido fundamento y así nos lo confirma George Russell Lakey al escribir: “La conversión consiste en que el oponente, como resultado de las acciones de un grupo o persona, cambie su punto de vista de tal manera que acepte las metas del actor no violento”.
Sin embargo, en Cuba ninguna de las técnicas agrupadas bajo el mecanismo de la conversión ha dado resultados notables desde 1988 a la fecha. Esta realidad me permite formular que, mientras no cambie el contexto vigente, será infructuoso cualquier intento de convertir a nuestro oponente: el Partido Comunista de Cuba o PCC. También han fracasado las técnicas de la no violencia basadas en el mecanismo de la adaptación ya que el PCC no acepta ninguna demanda diversa a sus planes. Así lo demuestra su consuetudinaria negación a cualquier reforma del statu quo y también su decreto de irrevocabilidad de ese statu quo, el cual introdujo en el ordenamiento jurídico del Estado dejando a la sociedad reducida a manada carneruna por mandato constitucional.
Renuente a la conversión y opuesto a la adaptabilidad que implica aceptar reformas democráticas, el PCC no ha dejado otra opción que usar aquellas técnicas de la no violencia agrupadas en los mecanismos de la coerción y la desintegración. En sus investigaciones, Gene Sharp prevé que “algunas personas y grupos pueden resultar especialmente refractarios a la conversión” y a la adaptación, por lo tanto, si tales mecanismos fallan “la acción no violenta ofrece otros (…) mecanismos a través de los cuales se puede alcanzar el cambio”.
Para aplicar esas técnicas de la coerción no violenta y la desintegración se necesita disponer primero de una gran vanguardia compuesta por activistas capacitados, entrenados, prestigiosos, disciplinados y carismáticos que, en segundo término, cree y eche a andar una campaña para reclutar e instruir a la cantidad de activistas que se necesita para crear la masa crítica y posteriormente el punto de inflexión que desintegre el estado opresivo del PCC. Es un trabajo enorme que solo puede realizarse en equipo.
Por lo anterior, es obvio que el movimiento no puede perder ni un solo activista como consecuencia de usar técnicas inapropiadas. Cuanto más valioso sea un activista más debe ser protegido por quienes lo rodean en sus actividades diarias. Deben protegerlo a cualquier costo. Cuando haya que replegarse y reestructurar la planificación de la lucha no violenta debe hacerse, porque esto no es signo de debilidad ni de cobardía sino de la fortaleza propia de la madurez y la capacitación.
Los últimos eventos represivos en contra de los movimientos 27N y San Isidro evidencian nuevamente que el PCC es inconvertible e inadaptable, pero esto es una buena noticia porque permite ver nítidamente el camino a la libertad, y ese camino comienza con la reprogramación de la lucha, la protección de nuestros más valiosos activistas y la fase de reclutamiento, capacitación y acciones ajustadas a un plan viable basado en las técnicas apropiadas a nuestro real contexto.
“El que tenga oídos para oír, que oiga” (Marcos 4:9).
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En las democracias los políticos suelen arrancarse el pellejo en tiras, sin anestesia y con alevosía, pero esas broncas terminan generalmente cuando el poder político se traspasa del partido que perdió las elecciones al que las ganó. La tolerancia se impone, porque en tales sistemas el respeto a la diversidad ideológica está protegido por el ordenamiento del Estado. Mas Cuba es diferente debido a que su Constitución es unipartidista y promueve el fanatismo en favor del excluyente grupo rector. Por eso, en nuestro contexto, la intransigencia y la muerte son aliadas del PCC y la gente huye de ellos por mar, aire, enajenación, suicidio o complicidad. Nos lo recuerda el poeta y periodista Antonio Conte, en su novela La fuente se rompió (2000), donde él precisa: “La intolerancia política arrastró a la nación a ese mar, vasto y llano, igual y frío, donde la imagen de la muerte es demasiado cruel para mirarla de frente”.
Ahora, terminando el primer tercio de 2021, un artista visual desafía esa intolerancia política y afronta la muerte con valor incuestionable, pero con la técnica equivocada. Se trata de Luis Manuel Otero Alcántara quien se abstiene de ingerir alimentos y agua hasta morir o que le sean devueltas sus pinturas, vulneradas y sustraídas por la turba estatal que invadió la casa del artista. También exige el ayunador que cese el sitio policiaco-militar en torno a su vivienda y que el Estado se abstenga de criminalizar y reprimir a quienes en Cuba ejercen sus libertades de pensamiento, expresión y creación artística.
Urge rescatar de una muerte segura a Luis Manuel Otero Alcántara por dos razones de peso mayor.
La primera de esas razones es que la causa por la libertad de los cubanos necesita a Otero Alcántara porque él es uno de sus activistas más notorios, quien además es el principal directivo del Movimiento San Isidro (MSI) cuyas acciones directas no violentas inspiraron en alguna medida la creación de otro movimiento, el 27N, con capacidad unitaria de artistas e intelectuales en cantidad que la dirección del Estado totalitario se sintió amenazado y desató completamente su sistema defensivo basado en la doctrina militar “la guerra de todo el pueblo”. Este es un aspecto que debe considerarse en su real dimensión, porque algunos activistas confunden esta reacción de la dictadura con miedo, pero tal percepción se produce por error de paralaje en el análisis, porque no es miedo lo que tiene la jerarquía del PCC, sino que está respondiendo planificada y agresivamente a una amenaza tangible con el objetivo de liquidarla. Para esa tarea se ha estado preparando desde los primeros años de la década de 1990 del siglo pasado.
La otra razón, proviene de la anterior y consiste en que si el propio Otero Alcántara se elimina físicamente le dará su cabeza en bandeja de plata al PCC y este obtendrá lo que no pudo conseguir en años de acoso y torturas contra el artista.
Considerando lo anterior, analítica y desapasionadamente, ratifico que la mayoría de las veces se están usando técnicas no apropiadas para el contexto y las circunstancias vigentes, e insisto en la necesidad de reprogramar la lucha no violenta partiendo de la tarea priorizada de rescatar a Otero Alcántara de un procedimiento donde el PCC saldría beneficiado en la práctica, aunque moralmente quede estigmatizado por enésima vez como abusador de los derechos humanos, pero es un hecho que los militantes comunistas no son susceptibles a la ética porque opresión y moral son posiciones antitéticas.
“Voy a seguir con la huelga hasta el final”, declara Otero Alcántara a CiberCuba.
En apoyo del artista, uno de los huelguistas acuartelados en la sede del MSI en noviembre de 2020, Osmani Pardo, manifiesta que “no hay otra salida que poner el cuerpo” y al respecto argumenta que es “lo único que nos queda mientras el pueblo es cómplice del verdugo que aprieta sus cadenas”, según se lee en CiberCuba.
Primero refuto que el pueblo todo sea cómplice del régimen opresor con el hecho de que el PCC y sus organizaciones satélites no sobrepasan los dos millones de seguidores, según datos oficiosos. Esa cifra equivale aproximadamente al 30 % de los cubanos en edad electoral, de acuerdo al registro publicado en la fraudulenta elección constitucional de 2019. Por lo tanto, el 70 % de los electores es víctima de la minoría afiliada al PCC. En consecuencia, lo que Pardo percibe como complicidad es miedo a los castigos y estos conforman una de las seis fuentes de poder por donde se nutren las dictaduras a través de sus pilares de apoyo en la sociedad.
Aclarado lo anterior, el activista Pardo tiene parte de la razón cuando dice que “no hay otra salida que poner el cuerpo” pero es erróneo ponerlo de la forma individual en que ahora lo hace Otero Alcántara y que, de no detener su abstinencia de alimentos y agua, terminará sumando otro número al martirologio de la oposición y restándole uno de los mejores activistas de los últimos años.
Las técnicas de la no violencia que en verdad impactan al PCC son las que merman su autoridad (otra fuente de poder) y empoderan a la mayoría oprimida y temerosa. Son aquellas relacionadas a los mecanismos de coerción no violenta y la desintegración. Ambos tipos de técnicas requieren de la participación masiva, de trabajo en equipo, para que sean eficientes. Esto significa que no es el cuerpo individual lo que debe ponerse, sino un colectivo de cuerpos.
Ahora mismo, mientras escribo, unos diez activistas usaron una técnica de coerción no violenta y consiguieron tal impacto que el PCC tuvo que movilizar por lo menos el Consejo de Defensa Provincial (CDP) de La Habana y los consejos de defensa municipales (CDM) de Habana Vieja y Centro Habana. El video disponible permite asegurar lo anterior, y también que decenas de personas apoyaron oralmente a los activistas durante su intervención física y obstrucción no violenta en la intersección de las calles Obispo y Aguacate. Además, el video muestra que para controlar la protesta intervinieron varios autos patrulleros y decenas de hombres entre los que se vieron dos altos oficiales de la Seguridad del Estado, policías, agentes de la contrainteligencia vestidos de civil y boinas rojas (también llamados“avispas negras”) que es la fuerza élite de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
El sistema defensivo territorial, dirigido por la jerarquía del PCC desde su Consejo de Defensa Nacional (CDN), es quien dispone de esa variedad de agentes y los puede movilizar en minutos ya que actúa de forma coordinada con los consejos de defensa estructurados en tres niveles que enlazan a esa jerarquía con la base o Consejos de Defensa de Zona (CDZ) a través de sus instancias provinciales (CDP) y municipales (CDM). Sin embargo, a pesar de décadas de preparación y perfeccionamiento del aparato represivo, si en otros seis o siete puntos del municipio Habana Vieja se hubiera replicado hoy la acción de estos diez valientes activistas, de seguro que la capital estaría en estado de sitio.
Por lo tanto, la protesta de los diez en la esquina de Obispo y Aguacate es la nueva prueba de que se necesita unidad de acción, aumentar los recursos humanos, establecer un plan táctico-estratégico, capacitar y entrenar a los actores en las técnicas apropiadas de la lucha no violenta, entre otros procedimientos logísticos, para que la resistencia consiga sus metas. También quedó demostrada la susceptibilidad del PCC al mecanismo de coerción no violenta y como este mecanismo logró hoy desintegrar, temporalmente, la autoridad estatal y el miedo en los presentes, de la misma forma que antes sucedió en la barriada de San Isidro el día que el rapero Maykel Castillo no pudo ser arrestado por la desobediencia civil de los residentes en esa zona.
Esta realidad debería considerarse para nunca más realizar acciones que no funcionen por usar técnicas seleccionadas sin considerar contexto y circunstancias específicas. Esto también eliminaría cualquier posibilidad de perder a activistas que en ocasiones perciben como una puerta cerrada el espejismo causado por la luz que ellos mismos contribuyeron a esparcir entre sus compatriotas. Esa vía que parecía bloqueada e intransitable desaparecerá igual que una obra de arte efímero, porque en tiempo histórico la opresión es tan fugaz como la vida misma.
La disidencia cubana frente al castrismo
No debemos convertir a la oposición no violenta cubana en otro mito. No debemos idealizar a la oposición, sino presentarla como pudiera presentarse cualquier otra corriente política: con sus características particulares, sus defectos y sus virtudes. Los opositores no son semidioses: son seres humanos que cometen errores.