El ser humano ha desarrollado la vista menos que cualquier otro animal en la mayoría de los casos; así como cualquier otro sentido conductor de estímulos que nos vinculan con el entorno de forma racional, sensitiva, emocional, subconsciente, incluso espiritual.
Sin embargo, la vista, nuestro sentido por excelencia, ha sido el más atacado por la moral humana a lo largo de la historia. Conceptos como lo erótico caminan al borde de lo permisivo en el contexto. El porno, deliberadamente, pone la moral a un lado y abre el conducto a percibir contenidos que necesitamos, desde los fetiches más sofisticados hasta lo más básico de la naturaleza.
Mi curiosidad abarca una amplia gama de estas tendencias, que oscilan entre el daño físico, el control y el lenguaje de estímulos naturales como el gesto de mostrar; cosas que la civilización tiende a enclaustrar en la privacidad.
Lo que llama más mi atención es el juego con el semen. Lo encuentro más conectado a un poderoso estímulo reproductivo natural y como fetiche entre las personas. ¿Cuántos juegos hay con eso? ¿Qué estimula de la idea de verlo tragar aunque no se vea, o en cualquiera de los otros contextos como la tendencia cum in pants o gangbang, por poner dos ejemplos?
Veo el porno como ejercicio de trasgresión, liberador y estimulante de ciertas naturalezas cohibidas, mayormente sujeto a un mercado que lo estigmatiza y lo banaliza en demasía.
🔞 (Advertencia: esta galería contiene imágenes que pueden dañar su sensibilidad).
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Cine sin marcos: los cuadros pornográficos de Cuba
“He visto cosas bastante osadas en París, pero en La Habana es espantoso. París es una escuela dominical comparada con la capital cubana”.