Ángel Delgado: “Tenemos el deber de no olvidar”

Ángel Delgado es un artista visual y performático cubano cuya carrera se inició en la Isla a finales de los 80. En 2005 dejó Cuba definitivamente para instalarse en México; actualmente vive y trabaja en Las Vegas. Delgado es creador y director del Festival Internacional de Video CLOSE UP Vallarta; obras suyas se han exhibido en Ciudad de México, Las Vegas, Los Ángeles, Estambul y Madrid. También ha ganado premios como el MOLAA (Museum Of Latin American Art) en la categoría de instalación, y la Residencia Artística Fountainhead Recidency, en Miami, entre otros.

En 1990 Delgado realizó uno de los performances de arte político más extremos en la historia del proceso post 1959 en Cuba. En el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales Delgado intervino en la exposición oficial El Objeto Esculturado, defecando sobre un ejemplar del periódico Granma, vocero del Partido Comunista de Cuba. La acción La esperanza es lo último que se está perdiendo tenía como trasfondo llamar la atención sobre la falta de libertad creativa y de expresión en la censurada escena cultural cubana.

Como consecuencia, Delgado fue detenido una semana más tarde y condenado a seis meses de privación de libertad bajo el delito de “alteración del orden público”. Durante su reclusión, Delgado se apropió de los materiales a su alcance para continuar creando: papel, pañuelos de tela y pastillas de jabón fueron sus objetos de trabajo. Durante su carrera posterior, una de las temáticas que ha retomado el artista es la comida en la cárcel, por ejemplo, en Silencio Absoluto (2000), sobre la que hace poco afirmó “Han pasado 23 años de la instalación (…) y nunca imaginé que hoy la realidad en los comedores obreros, escuelas o prisiones de Cuba fuera peor.” Con Ángel Delgado conversamos en Food Monitor Program para Hypermedia Magazine, sobre cultura, política y alimentación.


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Ángel Delgado.


Ángel, me gustaría comenzar preguntándote sobre tu relación con la Isla. Aunque hace tiempo no vives en Cuba has estado presente en la escena cultural más alternativa, lo que te ha permitido ir viendo el desarrollo de la sociedad según los acontecimientos, con ojo avisado, desde el exterior. 

Tú vienes de la escena de los 80, de los performances de Art-De, del lenguaje artístico como contestación. ¿Cómo consideras el arte en Cuba actualmente y sobre todo después de eventos tan catárticos como el decreto #349, el allanamiento a la sede del Movimiento San Isidro, la reunión multitudinaria frente al Ministerio de Cultura (27N), las manifestaciones cívicas en todo el país (11J)?

Mi relación con la Isla en estos momentos es bien distante, aunque he ido en varias ocasiones, ha sido por razones personales, y en dos ocasiones fui a exhibir, pero solo en espacios independientes. En 2017 expuse junto a Alberto Casado en Espacio Aglutinador, dirigido por la artista y curadora Sandra Ceballos y ese mismo año realicé una muestra personal en Seis Seis, galería que dirigían en ese momento Sandra Contreras y Vivian Campanioni. Mi último viaje a Cuba fue en el año 2019 también por motivos personales y desde entonces no he regresado a Cuba. Tampoco mantengo ningún tipo de contacto con instituciones del gobierno, ni me interesa, debido a los atropellos contra la libertad de expresión que ejercen constantemente estas entidades contra algunos de los artistas cubanos. Gracias a las redes sociales, he podido seguir bastante de cerca los acontecimientos en la escena cultural en Cuba, sobre todo la escena alternativa y artística contestataria.

Después de eventos como el decreto #349, el allanamiento a la sede del Movimiento San Isidro, la reunión frente al Ministerio de Cultura (27N), y las manifestaciones cívicas en todo el país el 11J, pienso que el arte ha caído nuevamente en un “vacío”, sobre todo con el encarcelamiento de varios de los líderes del MSI. Los artistas entendieron que debían hacer obras menos problemáticas, y otros muchos emigraron, sucedió algo similar a 1990 después de mi encarcelamiento, cuando se da un éxodo casi masivo de los artistas de la generación de los años 80. Toda una generación de creadores se dispersó hacia nuevos contextos en aras de una posible resurrección fuera de la Isla. La política cultural cubana estratégicamente logró descompresionar el ambiente tenso que existía, dándole becas y salidas a muchos artistas de la llamada “vanguardia de los 80´s”. La siguiente generación, originó metáforas de cinismo, discursos tropológicos, códigos ambiguos y de doble lectura, como estrategia ante una supuesta conciliación con la institución, que potenciaba otras condiciones creativas, menos pugnantes y más cordiales. Actualmente muchos de los artistas se vieron nuevamente en la necesidad de emigrar, otros fueron desterrados, y lamentablemente algunos como Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo siguen injustamente en prisión. 


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Silencio Absoluto, 2000. Madera, aluminio y jabón. Dimensiones Variables


Con 24 años ingresaste en prisión, a pesar de haber confirmado durante los interrogatorios y amedrentamientos en Villa Marista que tu acción hablaba desde el arte y sin interés en la desestabilización política. En “Los papeles del tanque”, que forman parte del libro “Si la memoria no me falla”, muestras una especie de diario dibujado de tus vivencias en las prisiones por las que pasaste (Combinado del Este, Micro 10 y Prisión de Alquízar). 

¿Cómo fueron las condiciones de luz, agua y alimentación durante tu reclusión? ¿Crees que la privación de estas condiciones fue utilizada como mecanismo de presión contra ti u otros reclusos?  ¿Qué alternativas tuviste para hacer frente a esto? ¿Usaste tu arte en prisión con otros fines inmediatos?

Las condiciones de luz, agua y alimentación durante mi reclusión fueron, como debes imaginar, pésimas. Empezando desde los tres días detenido bajo investigación en Villa Marista, la luz según recuerdo la ponían y la quitaban en diferentes momentos, de esta manera perdíamos la noción del horario y la retiraban totalmente en algún momento de la noche. El agua la ponían solamente muy temprano en la mañana por aproximadamente una hora, en ese tiempo seis reclusos teníamos que bañarnos, y esto era encima de una letrina, es decir la ducha y la letrina eran el mismo lugar. 

Teníamos tres comidas al día, incluyendo el desayuno que podría ser un agua con azúcar y un pan, tanto el desayuno como el almuerzo y la comida sucedían dentro de la misma celda. Metían los alimentos por una especie de ventanita, y en menos de tres minutos pasaban a recoger las bandejas, por lo que había que comer extremadamente rápido, algo a lo que no estaba acostumbrado. Estas condiciones de una manera u otra siempre son utilizadas como mecanismos de desestabilización y presión, sobre todo en ese proceso de investigación, donde quieren sacarte la mayor información posible. También utilizan repetidas veces y en diferentes momentos del día, el mecanismo de sacarte de la celda –donde estás con un calor extremo– y meterte en una oficina muy fría, para entrevistarte o más bien torturarte.

En las siguientes prisiones por las que transité, la situación de las comidas era similar: muy escasa, había que comer en silencio absoluto y en solo tres minutos, solo escuchabas el sonido de las cucharas con las bandejas de aluminio. La diferencia con Villa Marista era que en estas otras prisiones te sacaban de la celda a un comedor, donde compartías con cientos de reclusos.


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Silencio Absoluto, 2000. Madera, aluminio y jabón. Dimensiones Variables


En un principio no sabía que hacer o qué alternativas usar para enfrentar esta nueva etapa en mi vida, solo me dediqué a observar mucho para entender cómo debía comportarme en convivencia con treinta y cinco reclusos más, y me refiero en este caso a las celdas del Combinado del Este. Hasta que me di cuenta de que podría sobrevivir con mi arte, y comencé a dibujar sobre pañuelos y a tallar jabones, técnicamente a semejanza como lo hacían los reclusos. Estas “piezas” me permitían intercambiarlas por otros objetos de utilidad, como comidas, sábanas, o cigarros que, aunque yo no fumaba, los podía usar como moneda de cambio, y con estos me compraba alguna que otra cosa de los propios reclusos. Fue hasta pasado unos 20 días quizás, que comencé a pasar mi tiempo dibujando esta especie de diario con símbolos, signos y el alfabeto que inventé para poder contar historias o reflexiones personales y no ser descubierto o leído, sobre todo por los guardias de la prisión, en caso de que me fueran retirados los dibujos.

Algunos detalles de tu experiencia en la cárcel han estado presentes en tu obra posterior. Me refiero a la alimentación carcelaria y a la instalación “Silencio Absoluto” donde muestras dos hileras de bandejas con una precaria porción de comida. Cuéntanos un poco de esta pieza, ¿cuál es su referencia inmediata? ¿Encuentras paralelos con la realidad cubana actual? ¿Podríamos decir que es una pieza que avizora, más de veinte años antes, la instalación de una crisis alimentara en la que la Isla se hunde cada vez más?

Cuando realicé la instalación “Silencio Absoluto” en el año 2000 solo la pensé como una réplica de las mesas, las bandejas y la precariedad en la alimentación de ese tiempo. El detalle de esa pieza es que la comida fue realizada con jabón, ahí se unifica la visualidad de la pieza y lo conceptual. La instalación, a pesar de que tenía una referencia directa a mi experiencia personal en prisión, hacía referencia también a la precariedad alimentaria en comedores obreros o escuelas cubanas. Lo que nunca imaginé fue que tantos años después esa instalación tuviera vigencia, y mucho peor, que la situación alimentaria en general estuviera en una crisis profunda, de la cual se ve cada vez menos una salida.

Tal como se exhibe en las bandejas y en las esfinges y siluetas de tus dibujos, es la biopolítica un tema central en tu trabajo. Existe siempre una narrativa en torno a la reproducción del sujeto mayormente regulado, normado, estandarizado, sacrificado. ¿Por qué recurres a esta estética?

Por lo general mi obra parte de la experiencia personal, es una obra con un fondo autorreferencial, sin embargo, intento llevarla al plano común o colectivo, por lo que mucha de mi obra se refiere a las limitaciones, falta de libertades, controles y restricciones que le son impuestas a los individuos en cualquier sociedad, pero sobre todo en las sociedades donde existe una dictadura.

Esos personajes que aparecen en mi obra como regulados, normados y estandarizados, vienen de esa sociedad donde crecimos, y que desde muy pequeños nos impone esa regularización, nos adoctrina, nos quiere enseñar que todos somos iguales, nos fue convirtiendo en ovejas. También nos inculcó no tener criterio propio, que todos “fuéramos como el Che”; a esto súmale la experiencia en prisión donde todos nos convertimos en un número, uniformados y caminando en fila con la cabeza hacia abajo. De esos daños y traumas se alimentan muchas de las ideas de mis obras.


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Buscando Luz, 2022 – 2023. Acrílico / telas recicladas. 8.5 x 7.5 in (c/u) Instalación: Dimensiones Variables.


Otro rasgo que encuentro distintivo en tu obra es el retorno a las vivencias personales, la reconstrucción y permanencia de la memoria individual y colectiva. En los últimos años en Cuba hemos visto cómo la experiencia carcelaria se ha repetido y hasta expandido en colegas artistas como Hamlet Lavastida, Luis Manuel Otero Alcántara, Maykel Osorbo, entre más de una decena de artistas que siguen presos tras el 11J, según ha reportado el Observatorio de Derechos Culturales. ¿Cuán importante crees que es el recordatorio de la violencia de Estado contra el arte y la ciudadanía en general? ¿Crees que podemos aprender desde el rescate de la memoria?

Totalmente, en mi caso utilizo el rescate de la memoria como una especie de venganza hacia el gobierno cubano. Es un recordatorio constante de lo que hemos pasado muchos artistas y que lamentablemente continúa pasando en la Isla. Mientras el gobierno dictatorial de Cuba continúe censurando y reprimiendo a los artistas y a la ciudadanía en general, creo que tenemos el deber de no olvidar. 

Para terminar, me gustaría que nos comentaras un poco sobre tus proyectos actuales y futuros. ¿Seguirás repensando Cuba? 

En estos momentos me encuentro realizando una extensa instalación titulada Buscando Luz. Es una obra en proceso de 1052 pinturas de pequeño formato sobre telas recicladas, y conceptualmente fundamentada en la búsqueda de fe del ser humano, en cualesquiera de las circunstancias. Sobre todo, está dedicada a aquellos que se encuentran en situaciones extremas. Es además un homenaje a los 1052 presos políticos encarcelados injustamente en Cuba hasta el mes de septiembre del 2023.

Aunque muchos de mis proyectos actuales, están enfocados en situaciones o conflictos más universales y en temas obligados en estos tiempos, como la identidad, el exilio, la soledad, el afuera y el adentro, la migración, el poder, el destierro, las fronteras, entre otros, el tema Cuba siempre está presente en mi vida y mi obra.


* Claudia González Marrero es directora ejecutiva del Food Monitor Program.





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Art Brut Project Cuba: “Para un artista ‘brut’, crear es una necesidad”

Claudia González Marrero

Hoy en día, incluso utilizar el término “discapacidad” se torna despreciativo y estigmatizador a la luz de nuevos enfoques del pensamiento y de los derechos humanos.



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