Tres mujeres con cabellos negrísimos miran al frente, pero deben ver muy poco, porque tres cerquillos que son tres alas de cuervos, cortados a la perfección, cubren sus ojos.
Rojas y pequeñas, las bocas son rojas y pequeñas como gemas perfectas, encontradas en el centro de la tierra. Y la mujer del extremo izquierdo abraza con dominante ternura una cabeza del monstruo que también mira al frente, con esa boca que deja contar uno, dos, tres… veinte, ¡veinte colmillos grises!
“Imperial portrait”, 2020.
Serie: Prototipos I, 62 x 81 cm. Dibujo digital
¿Y a quién miran…?
Miran a la diseñadora y artista visual cubana Brenda Cabrera (La Habana, 1997) que acaba de crearlos, de escoger los vuelos de los vestidos, el color de las paredes de fondo, la punta de los zapatos, conformando una escena atemorizante aunque rosada. La concha que se recoge en la playa porque es bella y se deja caer, al abrirla asusta.
La escena, que pertenece a la serie Prototipos I y se titula “Imperial Portrait”, fue diseñada en 2020 como parte de esta invención de políticas de convivencia y exploraciones de roles (cazador-presa) con la que Cabrera ha creado un imaginario de personajes interesantísimos, que dialogan con lo que entendemos por (co)habitar, dominar, amar… Y de fondo un matiz bizarro, un tinte social, interpersonal, que nos hace preguntarnos quiénes somos en determinados sitios, junto a determinada gente, aquí, en nuestro propio cuerpo…
¿Cuándo sentiste ese impulso por crear?
Mis abuelos vivieron en la Unión Soviética entre 1974 y 1978. De allá trajeron una gran cantidad de objetos y suvenires: colecciones de cerámicas gzhel, matrioskas, objetos de madera policromada, postales, juguetes, lamparillas, ropa de invierno, tapices con pasajes folclóricos rusos… Era común que en las décadas de los 70 y 80 las familias cubanas tuviesen un pequeño catálogo de objetos o electrodomésticos rusos, pues eran nuestros principales socios comerciales y el mercado estaba inundado de productos soviéticos.
Pero mi familia tuvo la voluntad de traer a Cuba todo cuanto pudieron atesorar de su estancia en Moscú. Sobre todo mi abuela, a quien le encantaba coleccionar objetos. Y ese fue mi primer acercamiento a una cultura visual específica. Esta experiencia objetual y visual tuvo un gran impacto en mi imaginación. Fue un proceso de descubrimiento e interacción con ese micromundo cultural que insertaron mis abuelos en su casa, y que no ha cesado jamás para mí.
La casa de mis abuelos es muy cercana a la mía. Cuando era niña iba a jugar con sus objetos. Cada vez que pienso en mi infancia recuerdo estar en el comedor manipulando figuritas rusas mientras escuchaba la radio. También recuerdo cuando proyectaron aquella cinta de las tantas que mi abuelo grabó con su cámara para celuloide de 8 mm y que consistía en una escena de la colina Lenin donde mi abuela intentaba esquiar y caía al suelo, riendo. Puede decirse que esa fue mi primera experiencia cinematográfica impactante. Mi abuelo filmaba bien, eran metrajes con ese matiz romántico de lo analógico y la cotidianidad entre risas, frío, viajes en ferry, plazas repletas de personas y mi abuela entre la multitud con su hermoso saco rojo y su poderosa belleza.
Mi abuela es la persona que ha guiado mis pasos desde que era una niña. Ella fue quien me llevó a cursar mis primeros talleres de artes plásticas y me ayudó luego a aplicar en San Alejandro. Actualmente casi culmino mi licenciatura en el ISA. Yo le agradezco mucho, ella ha sido fundamental en mi formación profesional y humana… Es la mujer que más admiro en el mundo.
¿De dónde viene tu interés por estudiar las relaciones interpersonales?
Tal vez por mi actitud constante de observar y analizar cómo se establecen determinadas políticas de coexistencia, sobre todo en contextos íntimos. Si los Estados y Gobiernos imponen macropolíticas que rigen sociedades enteras, en un hogar sus integrantes diseñan patrones de comportamiento e interacción que devienen micropolíticas.
En este sistema se encuentran las políticas del cuerpo, de los horarios, de los roles sentimentales, de la indumentaria… En mi trabajo toda esa estructura es interpretada a través de personajes, elementos y situaciones propias de un imaginario que he ido conformando con el paso del tiempo. Así surgieron mis Prototipos.
“Efectos secundarios ¡Aguanta!”, 2020.
Serie: Prototipos I. Dibujo digital
¿Prototipos cómo se articula, de qué investigaciones o emociones es resultado?
Prototipos es una serie que surgió en 2020 durante los primeros meses de cuarentena. Aunque es muy joven, creo que es la serie más importante de mi trabajo en este momento. Consiste en un conjunto de personajes prototípicos que pueden ser mujeres de constitución híbrida en ocasiones, seres andróginos con el cabello trenzado en posiciones de tensión e incomodidad corporal, seres zoomórficos, etc.
La conformación de este imaginario comenzó por un prototipo de mujer andrógina de piel blanca y cabello corto que le cubre los ojos, a veces conserva su forma humana, pero a veces muta y adopta partes de animales. A este personaje jamás le he dibujado los ojos, ni siquiera imagino como podrían ser, pues me propuse crear una distancia emocional en el rostro y otorgarles importancia a las extremidades, al cuerpo y a su sexo.
Siempre me ha interesado crear escenas enrarecidas y en Prototipos es donde más desarrollo esa voluntad. Las narrativas son ambiguas y tienen un marcado componente sexual. He creado un binomio de roles (cazador-presa) y puedo expandir las relaciones entre estos dos polos de disímiles formas.
Por otra parte, mis “peces” son Monstruos, los he nombrado así, y de igual forma se llama la especie. En ocasiones estos seres dominan a las mujeres y viceversa. Tienen forma fálica o pueden ser híbridos. Tengo en mente hacer más personajes, hibridar mucho más. Trabajar con lo zoomorfo y crear nuevos seres y especies.
“Menagerie”, 2020.
Serie: Prototipos I, 88 x 62 cm. Dibujo digital
Prototipos se divide en dos partes (I y II), ¿por qué esta segmentación?
Es una cuestión formal y cronológica. La serie Prototipos I está compuesta de los primeros personajes que diseñé: la mujer híbrida en ocasiones, los Monstruos…, y en ellos existe una voluntad planimétrica y sobria de las formas.
Prototipos II se expande hacia personajes más recientes que se distancian un poco de ese modelo de mujer andrógina y entran a escena las cabezas trenzadas, entre otros personajes que estoy diseñando actualmente. Además, en la segunda parte de Prototipos el estilo es más gestual, menos contenido, los trazos del dibujo están más acentuados. En ambas vertientes hay una búsqueda formal y conceptual en el diseño de la indumentaria, los peinados, las relaciones de subordinación, los roles…Yo diseño políticas de coexistencia y convivencia, es por eso que me entiendo también como diseñadora.
“Húmedo y pegajoso”, 2020.
Serie: Prototipos II, 56 x 43 cm. Dibujo digital
Además, en tus diseños, hay una explícita representación del sexo…
El imaginario sexual de los morbos, las identidades, los géneros más allá de lo biológico, las políticas de los cuerpos y la relación entre ellos y con los espacios, siempre ha sido una constante en mi trabajo. Y yendo un poco más allá, desde niña siento curiosidad por lo sexual; de hecho, mis primeros dibujos eran bastante sexualizados.
¿Cuáles artistas o referentes te han influenciado?
La producción simbólica soviética me marcó fuertemente. En mi trabajo hay una influencia de las muñecas rusas de madera: por lo general son macizas, se componen de la cabeza y el cuerpo, y los artesanos les pintan los brazos y las manos. A mí siempre me ha resultado interesante esto, pues me parece que están inhabilitadas y contenidas, subordinadas y en actitud de complacencia, en “correcta postura” y “comportamiento agraciado”.
Mi abuela tiene una pareja de campesinas rusas de cabezas giratorias y algunas veces, en dependencia de la energía del espacio o de cómo me encuentre, les bajo la cabeza o se las acomodo para que estén erguidas. Esto es una especie de ritual que tengo. Las personas también asocian mis prototipos con el imaginario asiático y es cierto, pues estudié grabado en la Academia y descubrí en ese tiempo las formidables xilografías eróticas shunga, que me han aportado visualmente, así como producciones muy específicas de anime, pues no consumo mucho este género.
“Political hairstyles (prototype I)”, 2021.
Serie: Prototipos II, 61 x 50 cm. Dibujo digital
Refiriéndome a artistas internacionales específicos, admiro a Lisa Yuskavage con sus escenas homoeróticas bizarras entre mujeres; a Margot Ferrick, por la rareza de sus personajes zoomorfos y sus escenas tan ambiguas y expresionistas; a Paula Rego, una de mis artistas preferidas por sus narrativas enrarecidas y tensas, y por la sensación grotesca de las acciones de sus personajes. En el contexto nacional tengo como referente a mi maestra Rocío García, me encanta la sensualidad de sus geishas y sus hombres en los bares o cubiertos por sombras nocturnas; y Adislén Reyes, mi maestra y tutora en la Academia, por la ambigüedad con que asume el género y las tensiones que crea en sus escenas de apariencia infantil.
Hablemos de tus audiovisuales, por ejemplo, de tu cortometraje Fallas del paisaje…
Dura alrededor de dos minutos, lo filmé en 2019. Mi interés por las micropolíticas y los cambios de estado en contextos domésticos me hizo expandir los medios en los que podría abordar estas relaciones y me propuse coger una cámara y filmar intuitivamente lo que pudiese resultarme interesante dentro de un hogar.
He observado a través de los años cómo la casa de mis abuelos ha sufrido transformaciones en las dinámicas a causa del tiempo y del deterioro físico de ellos, de sus relaciones y del hogar que construyeron. Así que esa es mi primera plataforma de investigación. Ahora mismo contemplo su casa como un museo de residuos; pues, aunque casi todo se mantiene dispuesto de la misma forma, el tiempo sí que ha pasado y ha desgastado muchas cosas.
En Fallas del paisaje hay guiños políticos, como los hay en casi todo mi trabajo. Filmo a la matriarca de la familia, mi abuela, a quien pregunto con insistencia sobre una postal soviética. En la postal se ve un campo de flores y una torre blanca a lo lejos. Ese lugar es parte de lo que se conocía en la era soviética como Alma-Ata, la antigua capital de Kazajistán. La postal pertenece a la colección que trajeron mis abuelos. Mi abuelo afirma haber estado allí, pero no reconoce el lugar. En el video yo le pregunto a mi abuela para tratar de encontrar la respuesta definitiva. Ella me evade y a mí me interesa su estado de apatía constante al tratar de recordar dónde fue feliz. La persigo, me detengo y le doy su espacio para no presionarla. Pero al final me responde que ya no sabe si estuvieron allí y que tratar de recordarlo ya no importa. Lo que quizás mi abuela no sospechaba era que yo no lo preguntaba por una mera torre blanca rodeada de flores, sino por su ideal de felicidad. El tiempo es capaz de desmoronar hasta los más afincados cimientos de las utopías.
¿A través de tus investigaciones, te has formado un concepto de lo que debería ser un hogar ideal o aborreces esta idea?
Mi investigación parte de contextos donde el concepto de hogar o de relaciones interpersonales no responde a esa estructura binaria del ideal, tal vez por eso no estoy tan condicionada y tampoco me interesa construir un sistema de vida apegado al “deber ser”. Hace un tiempo estoy casi que obsesionada con “la muerte de un ideal”: en los paradigmas rotos es donde encuentro belleza, en las utopías truncadas hay un nicho de gran interés para mí. Mi trabajo en su totalidad es un reflejo de esa voluntad de desarmar estereotipos, roles y constructos, diseminarlos para descubrir qué yace dentro…
¿Cuáles son tus referentes en el cine?
Me gusta consumir todo tipo de cine, pero si tuviese que referirme a directores que en sumatoria trabajan líneas formales y conceptuales apegadas a lo me interesa, tendría en cuenta a Stanley Kubrick, Wong Kar-wai, Kim Ki-duk, Jim Jarmusch, Darren Aronofsky, el cine de Dogma, Nicolas Winding Refn, entre otros. Me encanta el cine de animación; en especial la animación francesa y directores como Sylvain Chomet, Vincent Paronnaud y René Laloux.
¿Y en el diseño?
La mexicana Bárbara Sánchez-Kane es una de mis diseñadoras favoritas. Admiro la forma provocadora con que asume la indumentaria como actitud política, la subversión de estereotipos de género, el imaginario militar y falocentrista, y el diseño de accesorios y prendas que ponen en tela de juicio los patrones impuestos por la moda. En su caso el vestuario funda relaciones atípicas entre los cuerpos y las esferas de poder.
Hablemos de tu instalación, Sinceramente, yo me salgo de esto.
La obra propone un gesto de absolvencia de las dinámicas abrumadoras que abarcan el sistema arte, pero al mismo tiempo resulta un tanto cínica, pues la pieza forma parte de una idea curatorial dentro de una exposición.
Sinceramente, yo me salgo de esto, 2018.
Instalación
¿Y Habitante con ganas de oler…?
Habitante con ganas de oler consiste en dos cajas de cartón llenas de objetos de colección a los que apliqué una pátina de oro. En una de las cajas yace un objeto sin intervenir, mutilado y desgastado por el paso del tiempo. Cuando expuse esta pieza las cajas estaban en una parte de la galería, sin apariencia de obra, y te las encontrabas fortuitamente con ese objeto mirándote, que viene a ser la materialización de un ideal truncado, moldeado y transformado en otra cosa. Al mismo tiempo es la actitud que siempre he tenido ante la memoria familiar y el legado objetual: un ente que quiere inmiscuirse y oler en tierra de aromas muertos…
Habitante con ganas de oler…, 2018.
Instalación
Tienes un avatar (alter ego) en la red social Instagram… ¿Cómo surgió, qué representa en tu trabajo como artista diseñadora, qué tipo de contenidos visibiliza…?
El imagotipo de mi cuenta de Instagram (@studio_brenda_cabrera) surgió a raíz del primer prototipo que diseñé: la mujer de cabello corto que le cubre los ojos. En cuestiones de marketing y branding se trata de mi marca de artista, y al mismo tiempo apunta hacia un proyecto de avatar y alter ego en plataformas y productos digitales como los NFT y los metaversos. Creo que puedo desarrollar mi obra también en esos nichos para el arte contemporáneo. Mi imagotipo es una simplificación formal y conceptual de un prototipo de individuo afectado, rebelde e inadaptado a las estructuras sociales convencionales.
¿En qué proyectos estás involucrada actualmente?
Actualmente me encuentro desarrollando Prototipos en mi estudio y estructurando el proyecto para mi tesis del ISA, que consiste en la expansión de mi imaginario y su inserción en las plataformas virtuales de una forma más activa, sin abandonar jamás los medios tradicionales.
Luciano Denver: En el asiento de atrás, mirando
“Nunca me interesó la fotografía como el hecho de saber de exposiciones o diafragma o saber de fotos en sí; simplemente siempre he sacado fotos en mi vida y lo he hecho con la cámara que he tenido a la mano”.