¿Cuánto pesó en su deslealtad a Estados Unidos, el pasado de Víctor Manuel Rocha?

¿Cuánto pesó en su deslealtad a Estados Unidos, el pasado de Víctor Manuel Rocha?
Una pulsión de castigo, martirio y asesinato que pende sobre los cuerpos de las individualidades trans, condenadas —con o sin Código de las Familias— en sociedades como la nuestra.
Este artista echa por tierra el pastiche tropical y se aventura a desalojar referentes simbólicos que conecten con facilidad arquetipos insulares o latinoamericanos.
Los republicanos autorizan la apertura de un procedimiento de impeachment contra el presidente, por presunto abuso de poder vinculado a los negocios de su hijo Hunter.
Basta ya de seguir creyendo en la Utopía. ¿Qué clase de martirio inútil es ese?
La guerra entre Israel y Hamás se intensifica con mortíferos combates urbanos; el número de muertos en Gaza supera los 18 600.
El “milagro” de Guyana encandila al ineficaz régimen venezolano.
Brasil envía a su hombre fuerte para las relaciones internaciones, con el objetivo de resolver la escalada entre Venezuela y Guyana. Al mismo tiempo, acantona el ejército en la frontera.
EE.UU. niega las “absurdas” acusaciones de Cuba de planear ataques violentos, destacando las continuas tensiones y la falta de pruebas de las afirmaciones cubanas.
La idea es sencilla: cada día, durante los próximos cuarenta, publicaré aquí la versión de un poema que nos ayude a pensar el confinamiento. Rutina, refugio, exploración… Que cada lector escoja el uso que quiere dar a este diario en clave.
Léanse los ensayos que formarán esta columna como un homenaje a la pasión bibliófila de Cyril Connolly. Un delirio que es también el mío. Ensayos que son una oda a la codicia libresca y las confesiones de un cazador de libros de anticuarios; el diario de un bibliófilo que ha contraído deudas de amor con los autores que habitan su biblioteca.
El virus (y su efecto mediático) está haciendo estragos desde hace meses, pero seamos justos: este microorganismo nos ha traído beneficios a algunos mortales: sosiego, permanencia en el hogar, preparar con calma los alimentos, dormir lo necesario, pasar más tiempo con quienes amo… Y he aquí que de pronto estoy pensando en animales.
Esto de estar encerrado en la casa tiene sus cosas buenas. Además, hay que aprovecharlo, porque ahorita vamos a tener que afilar las lanzas y salir a la calle a matarnos por un pedazo de pollo. Perdón, nada de pollo: por un pedacito de tiburón o de ave rara, o por carne de gato. Esto ya está feo, pero se va a poner peor.