Aunque sea improbable el antiguo sueño de una sociedad de seres individuales, libres y cultos, no es posible renunciar a tal sueño.

Aunque sea improbable el antiguo sueño de una sociedad de seres individuales, libres y cultos, no es posible renunciar a tal sueño.
Ambas protestas son reflejo del descontento de la población cubana, pero, ¿cuáles son sus semejanzas?, ¿y sus diferencias? ¿Existe un punto en que ambas se encuentran?
Esa historia de que encuentran a los desaparecidos en Cuba ocurre solamente en las series de la televisión.
“Nos hallamos frente a unas páginas de valor excepcional para quienes deseen respirar el turbio aire de esa época politizada, en que el oxígeno desaparecía rápidamente hasta dejar a una sociedad en la total asfixia”.
“Me autodenomino como una artista transdisciplinaria, porque con lo que hago, intento que atraviese las fronteras de lo uno o lo otro. Hago converger el videoarte, la fotografía, las instalaciones, la escritura, el teatro y lo performativo, pero no hay una barrera”.
Los amigos de la Rusia de Putin —Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia, Honduras, Corea del Norte, Tayikistán, Uzbekistán— fueron los primeros en felicitar al líder de 71 años que fue “reelegido” para un quinto mandato.
Víctor Varela (La Habana, Cuba). Dramaturgo, ensayista, escritor y artista visual. Creador de Teatro Obstáculo y de su concepto actoral. Vive exiliado en New York.
‘Borracho como una Cuba’ es una entrega de la serie ‘Epizootia’, una columna de la artista Camila Ramírez Lobón en ‘Hypermedia Magazine’.
El mitin de Trump en Ohio se enmarca en una dura retórica sobre los inmigrantes y controvertidas advertencias electorales.
Sería sano y aconsejable, ver la obra toda de Néstor Díaz de Villegas como el anticuerpo generado por el mismo sistema (el de las letras) contra la monotonía de los críticos de cine, los escritores de manual y los cultores de la compostura.
‘Año 63 de la Revolución’ es una entrega de la serie ‘Cosa seria’, una columna de opinión del artista Omar Santana, en Hypermedia Magazine.
El Estado pugna por el espacio físico y simbólico que Luis Manuel, como artista y activista, ha ocupado. Hunde opresiones históricas sobre su cuerpo, para disciplinar las fugas políticas que constantemente genera el artista, sobre todo en el barrio de San Isidro, porque desde allí la utopía puede prender con mayor facilidad.
“En la enseñanza musical no se estudiaba jazz. A mi generación lo que le interesaba era el rock. La política era meterte la música cubana a la fuerza. Hubo una época de reevaluación del son: son para aquí, son para allá. Por eso lo rechazábamos. Solo después, fuera de Cuba, es que redescubro la música cubana”.
Está mal que el presidente de un país donde la economía es de mayoría estatal, y donde el sector privado cuenta con muy pocos canales de gestión y promoción, utilice la imagen de un negocio privado, producida claramente con fines comerciales, para felicitar a las madres cubanas.