Los símbolos patrios pertenecen a toda la ciudadanía, hacen parte del imaginario colectivo de la nación que, a su vez, se ha nutrido de la historia construida a lo largo de nuestro devenir.

Los símbolos patrios pertenecen a toda la ciudadanía, hacen parte del imaginario colectivo de la nación que, a su vez, se ha nutrido de la historia construida a lo largo de nuestro devenir.
Si algo tienen en común las muertes y las partidas es que dejan el vacío donde hasta hace poco había vida.
Kelly Martínez-Grandal (La Habana, 1980). Poeta, narradora y ensayista. Tiene publicado los poemarios ‘Medulla Oblongata’ (2017) y ‘Zugunruhe’ (2020); y el libro de cuentos ‘Muerte con campanas’ (2021). Realizó la antología ‘Todas las mujeres (fulanas y menganas)’ (2018). Trabaja como editora de producción.
“Los esforzados dueños-choferes de almendrones son sólo otra de las tantas categorías de héroes anónimos que mantienen, mal que bien y nadie sabe cómo, la Isla funcionando. O que, al menos, evitan que se hunda definitivamente”.
En su programa nocturno de televisión, el presidente venezolano Nicolás Maduro calificó a la ExxonMobil de “brazo imperial del petróleo”.
Armando Lucas Correa (Guantánamo, Cuba, 1959) Escritor, investigador, periodista y editor cubano. Su primera novela, “La niña alemana” vendió más de un millón de ejemplares. “El silencio en sus ojos” es su más reciente trabajo. Reside en Nueva York.
La libertad se parece a esa sonrisa con que la muerte nos llama. Es promesa de una plenitud allende el turbio reino de este mundo.
Estos creadores se suman a los quince artistas encarcelados a lo largo de todo el país, por los que sostenemos una campaña de liberación.
“Al matar a Alexei, Putin mató la mitad de mí… Pero aún conservo la otra mitad, y eso me dice que no tengo derecho a rendirme”.
El día que le baje el octanaje a lo que escribo, por miedo a alguna consecuencia, tendrá que ser mi último día en esta profesión. Porque esta profesión va de la franqueza, de contar verdades. Y si me miento a mí mismo, no tendré moral para levantar la cabeza, mirar a los ojos y enjuiciar a otro.
“Mi familia emigró, me quedé sola en casa con un montón de evocaciones que no quería abandonar. Sin ánimo de edulcorar mi realidad, traté de involucrar esas instancias de vida también en mis dibujos. Poco a poco fui tomando conciencia del significado de la serie: los dibujos como espacios y diarios de vida”.
El hambre, y las otras hambres, sostendrán el inmovilismo de seis décadas. Con la barriga vacía no se puede pensar bien. Con el alma triste, tampoco. No estoy optimista. No lo estaré hasta que acaben con el embargo. Y eso, coinciden astróloga y bruja, es imposible. A mí quémenme en esta hoguera también. Pero vayan pidiendo el último, que la fila es larga.
Roberto Viña es un artista total: escribe teatro, cuentos, poesía, ensayos. Da clases en la universidad. Por su empeño y dedicación, a veces lo veo ir y venir como si fuera un tipo del Renacimiento. La Habana del siglo XXI parece querer amedrentar, mermar, a todo aquel que, como él, anda con un millón de historias en la cabeza.