Acepté organizar este dosier por placer y vanidad. Me di cuenta de que tenía en las manos un atisbo de poder: juntaría en un solo Word a poetas cubanos que admiro, con cariño desconocido e incomprensible. El cariño de la poesía, debe ser. Un deseo, de nuevo.
Martha Luisa Hernández Cadenas se negó y me pidió disculpas por su desánimo. Le respondí que no había nada que disculpar porque yo también lo estaba; lo que pasa es que yo me había convertido en una vieja formal, alguien que ha ido aprendiendo a disimularlo (casi) todo. Convencerla de que aceptara fue un añadido poético que me hizo pensar, con curiosidad, en la poesía.
Este dosier podría llamarse: “Los poetas cubanos recomiendan”. Pero entonces sería traicionera con el tiempo perfecto de la poesía, en el que la escritura se lleva a cabo y en el que se construye la instalación a base de una o más sílabas.
Estoy profundamente interesada en las sílabas. Este dosier también es un impulso. Los autores que me vinieron a la mente y que con tanto gusto aceptaron mi invitación, irán apareciendo por orden de llegada, como aquellos poemas que solo están disponibles después de formularse en el pensamiento durante, como mínimo, un segundo.
Legna Rodríguez Iglesias
José Kozer
De unos 30 libros recibidos, escojo los siguientes como los que más me impresionaron:
- Achicar, de Reina María Rodríguez, un hermoso título con el poema homenaje a su padre achicando el bote que en cierta medida rige los destinos de este libro. Poemas que no se desbordan; cada uno, una escena con su lógica, a la cual se ciñen: la premisa mayor puede ser un incidente (memoria) una idea, y su reflexión; la premisa menor un denuedo hurgando algo que se desconoce y que ni siquiera se puede llegar a conocer, a lo sumo intuir, digamos intuir su misterio. La conclusión, un estado de ánimo, resumen del poema atenido a su lógica a través de su tránsito, y transitoriedad, final que en general se resuelve poéticamente como desenlace, a veces dando la impresión de que la escritura se ha cansado del poema que escribe, acaba con cierta flojera, o sea, en retórica que desmerece del susodicho poema.
Mas a la vez hay detrás de cada uno, cuya línea tiende a la transparencia por la vía de un lenguaje asequible, lo que considero la clave de la obra, y es la búsqueda inconsciente de alcanzar el desasimiento del yo, deshacerse del ego, alcanzar la dicha del sosiego no en el monasterio o el convento, no por vía religiosa, sino desde la espiritualidad donde el yo se descarta desde el mundo y en el mundo, mundo que puede ser un cafetín donde se trabaja, una habitación donde se lee. Por los epígrafes se ve que es una auténtica lectora, y no la clásica lectora nacionalista defendiendo una literatura contra viento y marea solo por ser cubana. Y, por último, veo si no por vez primera mucho más acendrada la sensación de que entras en el anagami, palabra japonesa que indica que no se regresa, para bien y para mal.
- Preso el antílope, de Iraida Iturralde. El título es magnífico, como por ejemplo lo es el final del poema dedicado a Severo, ahí está Cuba chaguito y nada más que añadirle a la bachata. Todo lo que rozan los poemas está vivo y se vivifica, la ceremonia del amor, la ceremonia del shofar y sus tres sonidos, por eso me retraigo, por eso me detengo, ese escaparse hacia adentro que tanto me recuerda a Rilke o hallar en la libertad un júbilo, cómo no, pero siempre incierto. Y todo inscrito.
- El tamaño de los días, de Ricardo Pochtar.
- Los colores de psique, de Jorge Tamargo.
- 26 tao, de Soleida Ríos.
- What We Have: Except When We Are Lost, de M. T. C. Cronin y Maria Zajkowski.
- Ideas of travel, de Peter Boyle.
- Birds of oblivion, de David Pollard.
Kelly Martínez Grandal
- En falso, de Gabriela Kizer (Visor, 2022), un libro que estira y retuerce el lenguaje, las imágenes; que se mueve en varios registros y nos recuerda que la poesía sirve para habitar (memorias, infancia, amores y desamores, ancestros, culturas conocidas y desconocidas, países atravesados por la crisis). Un libro que es crisis en sí mismo, pregunta y duda; conoce el peligro de pisar en falso. Porque es mi maestra y yo quiero que todo el mundo lea a mi maestra.
- Después de la oscuridad, de Marta López Luaces (Pre-textos, 2016), una especie de proeza literaria. ¿Poesía, epistemología, ciencia, genealogía, historia, cosmogonía, mito del génesis? Todo eso y más. La palabra, en cuanto a logos, como herramienta para dar forma a lo informe, organizar el caos, eso que Ginsberg llamó la sopa animal del tiempo.
- Tuétano, de Andrea Sofía Crespo Madrid (Fundación La Poeteca, 2018), un libro debut. Semejante calibre, semejante talento, semejante fuerza. Tradicional y contemporáneo, conservador y experimental, amasijo y orden, suavidad y potencia, bailarina y monstruo, equilibrio puro. Esa muchacha, ya con varios libros más, vino a escribir poesía.
- Achicar, de Reina María Rodríguez (Fondo Editorial de la Universidad Autónoma de Querétaro, 2021) porque si el exilio es un género literario, como Reina afirma, Achicar es un ejemplar tremendo. Uno se empequeñece, uno trata de sacar agua del bote mientras lee, aunque sepa de antemano que lo que viene es naufragio. Uno de los libros de poesía más dolorosos que he leído en muchos años. Léanlo ustedes, con los ojos cerrados. Yo no sé todavía si quiero volver a hacerlo.
- País (Poesía reunida 1981-2011), de Yolanda Pantin (Pre-Textos, 2014) que es algo así como pasarse un año leyendo y estudiando la obra de una gran poeta. Pasarse un año haciendo eso para tener la certeza de que no solo es una gran poeta por la manera en que escribe, sino por la fidelidad a sí misma, la honestidad consigo misma y la poesía. Esa certeza te abofetea, te alinea los chakras. Yolanda ha hecho lo que le ha dado la gana con la poesía. A Yolanda hay que leerla porque sí, sin razón ni recomendación.
Larry J. González
Me fui de Cuba con solo nueve libros. Todos de poesía. Yo no tenía espacio en mi maleta para libros. Son nueve libros que pesan bien poco. De ese bultico te recomiendo tres:
- Distintos modos de cavar un túnel, de Juan Carlos Flores.
- Cabezas, de Pedro Marqués de Armas.
- País de la siguaraya, de Jamila Medina Ríos.
© Imagen de portada: Evelyn Sosa.
Damaris Calderón, Dolan Mor y Antonio José Ponte
Este dosier podría llamarse: “Los poetas cubanos recomiendan”. Pero entonces sería traicionera con el tiempo perfecto de la poesía.