ORIGAMI
Nublado
el ojo mira
a la mitad
la luz que el trópico abrillanta
y reverbera.
La madre advierte
ningún espejo reflejará tu rostro
eres la sombra que en unos días huirá.
Humo serás
memoria de espejismo
canción que nadie evoca.
La madre indaga cuándo
y luego calla
el silencio ha sido siempre idioma familiar.
El ojo
a medias
busca el olor de la caña
ácido
y no dulce
en la figura de origami
en el doblez perfecto de la garza.
El sueño grita al fondo de la oreja
y en el ojo
como nublado río
la pócima
y no el elíxir.
NADO DE EMERGENCIA
Huye
dijo la madre
acodada en la prisa de los merecimientos
sálvate de la injuriosa miseria de estos días
del sueño congelado.
Este país es una maldición
todo pez muerde la cola
del que adelante practica el nado de emergencia.
Huye de aquí
ve a conocer la nieve
los trigales
la lengua de la gente en las grandes ciudades
su terrible libertad
su indiferencia.
ÚLTIMO RECUERDO DEL PAÍS
No amo ese país
no amo el brillo de la estrella
ni la bota
ni el ojo seco de las madres
ni el ácido sabor de estas memorias
niños cortando tomates bajo el sol
el fango a media pierna
endurecido
niños solos
llorando su abandono
simulando una hombría que era falsa.
Y en la esquina
el hombre armado de su cuerpo
inhiesto
esperando a las muchachas
que no saben de peligros todavía.
Ni una lágrima después
sobre la silla hambrienta de todos los fracasos
aquellas voces en la alta madrugada
dientes de bestia
y ese modo de limpiar
primero el pecho
luego la cara
el sexo hasta el final.
No amo ese país
si es que un país pudiera ser amado.
FOTOS AJENAS
Una sombra observa en el umbral
al hombre que desde el patio
apunta.
El espejo devuelve sus siluetas
y una escalera al fondo
misteriosa como todo lo que asciende.
Cruza la escena una paz de domingo
el fin del tiempo que medimos los humanos
con absurdos calendarios.
Parecen rojos los regalos
navideños
como el banco que aguarda
a un lado de la puerta
la chispa del daguerrotipo.
De la pared
grises y sepias
cuelgan los retratos.
Tías que no conocí
señores de bigote y de sombrero
posan junto al anciano de la bata blanca.
Hay también un bodegón
un ángel que ilumina inútilmente una batalla
y en el muro del fondo
desteñido
el Sagrado Corazón.
Todo al final es polvo
huele al perfume rancio de la abuela.
Ustedes
que desde ahí me miran
¿acaso me conocen?
¿Acaso acompañaron el fulgor y la ira
el fuego y el vacío de otras tardes?
¿De qué sueño han salido esta casa
y sus espejos?
¿De dónde llega ahora este dolor?
Ellos no volverán
no llenará su prisa el salón de los domingos
ni la casa arderá con sus alquimias.
Yo soy el cuadro en negro
y el golpe asolador sobre la mesa
soy la sombra que en el umbral atisba
la toma del fotógrafo.
Otros deciden la sonrisa y el encuentro
otros ponen en la página azul
la tinta que deniega.
Sirvo en la copa más honda un vino dulce
anoto el nombre de una ciudad
sus coordenadas
el aviso de un tiempo
que no es mi tiempo ni el suyo.
Es otoño en esta noche de otra tierra.
Es un hecho
estoy sola.
* Estos poemas forman parte del libro ‘Últimos días de un país’, el cual obtuvo el Premio Clemencia Isaura de Poesía, 2019.
© Imagen de portada: Odette Alonso.