“El día que Alexander Otaola me entreviste, mi dicha será completa”

Son muchos ya los años que me unen sentimentalmente al escritor cubano Carlos Manuel Álvarez.  Ha escrito tres libros —hasta ahora— y todos los guardo con recelo infinito en mi extensa biblioteca. Todos dedicados por él.

Por eso, cuando mi jefe vio en Facebook que Carlos andaba a caballo por varios países latinoamericanos como si fuera el libertador Simón Bolívar o un predicador evangélico, presentando su última obra, Los caídos, y me pidió fuera a Argentina a entrevistarlo, no pude negarme. En dos días me encontraba en Buenos Aires, frente a él… anonadado, pero listo con mi grabadora encendida. Como siempre.

¿Dime, Carlos, ¿cómo te sientes?

Un poco triste… Esta distancia me está matando. Razón tenía Buena Fe, un grupo que me encantaba pero que ya no soporto, cuando decía eso de que “hay cosas que halan más que cuatro carretas”.

Dicen que la distancia es el olvido…

Pero yo no concibo esa razón… ¡Extraño tanto a Carla!

¿Como Ulises a Penélope?

Algo así…. Sin ella soy un barco a la deriva.

Carlos, entremos en materia, porque sé que tienes una agenda latinoamericana algo apretada…

Debo reconocer que últimamente estoy viajando más que un presidente latinoamericano. Eso me asusta. No quiero que me comparen con Nicolás Maduro, Evo Morales o, en última instancia, con Miguel Díaz-Canel.

Te hiciste muy famoso hace unas semanas porque expresaste algo… digamos, “desajustado”, con respecto a Amir Valle.

Ese día no había desayunado… Pero bien, sostengo lo que dije. Aunque aclaro: yo no me considero mejor escritor que Amir, aunque sin dudas he viajado más que él.

Carlos, ¿cuáles son tus escritores cubanos favoritos? 

Siro, hay dos que me gustan mucho, y que no menciono, porque aun no tienen libros, pero son muy buenos. Amilcar Perez Riverol, que escribiendo en Facebook es una delicia. Y Francys Romero, que escribe excelentes crónicas deportivas en Cibercuba.

¿Amir Valle? ¿Wendy Guerra?

Prefiero a Valle Inclán, que no es cubano, pero me llega más adentro. Y Wendy es una escritora tormentosa, pero le falta el aire cuando escribe. Yo la definiría como la asmática de la literatura postmoderna cubana.

¿Pudieras traducir esa frase para mis lectores mundanos?

Que es, como diría mi ídolo el Tosco, “una loca que se sofoca”.

¡A mí me encanta Wendy! Es una escritora talentosa.

¡De las mejores! ¡Sin dudas! Además es de las pocas escritoras cubanas que se conserva como si tuviera quince, sin necesidad de pasar por la maquinita de My Cosmetic Surgery. No siempre hay que hacerle caso a Susana Pérez.

A mí me encantan sus sombreros. Dicen que tienen hasta wifi

Yo creo, Siro, que cuando Silvio Rodríguez escribió “Óleo de una mujer con sombrero”, estaba pensando en Wendy…

“Una mujer se ha perdido… entre el delirio y el polvo…

¡Exacto! ¿Acaso hay algún otro lugar en el mundo donde haya más polvo que en Centro Habana? Con esos derrumbes cotidianos… En fin, esa es ella. Gústele a quien le guste, y pésele a quien le pese.

Carlos, pasemos a otro tema… Dime, ¿cómo te va con tantas editoriales? ¿Ya te han pagado?

Ni un kilo he recibido. Pero eso a mí no me preocupa. Trabajé cinco años en Oncuba Magazine, y me pagaba Hugo Cancio.

Debo reconocer que yo con él tuve suerte…

Un escritor no debe medirse por el dinero que recibe, sino por el alcance de sus letras, y en eso soy un afortunado.

Yo te sugeriría que buscaras una editorial que te pagara rápido.

Estoy valorando publicar con Ediciones La Pereza

¿Esa paga al momento?

No, en realidad son perezosos para pagar, pero tienen relaciones; te consiguen entradas gratis para los conciertos de Osmani García “La Voz” y Dayamí “La Musa”. Además, te regalan gratis un libro de San Benji. Eso es, tremenda autoayuda.

En la época que vivías en Cuba, ¿qué escritores te influenciaron?

Los afganos Guarah Cabuyah, y Singh Cebollah… sobre todo este último. Cuando llegaba la hora de hacer la comida, o el almuerzo, y mi madre me gritaba desde la cocina, yo quería leer, pero esos dos se me hacían insoportables. ¡Era insoportable!

¿Qué otros?

Shutakovsky, era como un bálsamo para mí. Lindanov… sin él me entraba una picazón en las verijas, si se entiende la expresión… Era una época muy dura en la que me crié. Raspacalderos…

¿Ese era o es español?

No sé bien de dónde era, pero era una presencia constante en mi casa. Mamai Doncrai…

Muy fuerte ese…

Grajalnikov, Depurazinsky, Forma Teo…

Esos no los conozco.

No son muy renombrados. Yo tampoco los conozco mucho. De hecho, no recuerdo ni un libro escrito por ellos, pero conviene mencionarlos, así pasamos por eruditos en las entrevistas. A Caparrós lo dejé loco cuando los mencioné. Andrés Barba dijo haber palidecido ante mi caudal infinito de conocimientos.

Esta última novela tuya, Los caídos, ¿a quién se la dedicaste? ¿En quiénes te inspiraste? ¿En tu familia?

El título es una referencia a todos aquellos que estábamos becados en F y 3ra y vivíamos del piso 18 para arriba. Sin elevador, con la mala alimentación de la beca, cuando llegábamos al cuarto… De ahí saqué el título.

Carlos, ¿qué es lo que más extrañas de Miami?

Miami Beach. Ese albergue donde vivía, ahí en Normandy Drive. No pagar renta….

¡Qué dichoso eres!

Que me llevaran la comida a la cama… o al chaise lounge… Yo me acostaba ahí, en calzoncillos, y me sentía mejor que la Maja de Goya, o que el Majarash de Kapurthala.

¿Tenías varias criadas?

Tengo, tengo… Debo reconocer, y lo digo sin cuota de autosuficiencia, porque quienes me conocen saben que no soy para nada petulante, que yo soy el niño mimado de la literatura cubana actual. Más que Padura, que Louis Philippe Red, Mandy de Weapon —por cierto, este último dice que Padura no es escritor—; más que Armando Añel, Félix Luis Viera, Félix Anesio, Sindo Pacheco, Yusuam Palacios…

¿Yusuam escribe?

Textos sobre Martí. En fin… soy afortunado.

Carlos, ¿qué tú crees de mis entrevistas? Nunca te he oído hablar de mí.

Por mucho tiempo, mientras vivía en Cuba, tuve que reservarme mis opiniones. Como todos los que allá te disfrutan. Ellos, como no son libres, no te pueden dar ni un like. Yo creo que eres, junto a Caparrós, de lo mejor que he tenido delante.

¿Te sientes afortunado o dichoso porque yo te entreviste?

Debo ser sincero, solo me faltaría uno que me entrevistara para que mi dicha fuera completa. Bueno dos. Una sería Yani Gil, la de Cibercuba.

¿Y el otro?

Alexander Otaola. El día que Otaola me entreviste, mi dicha será completa.

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