Jorge Olivera: “No hay nada voluntario en un sistema totalitario” (II)

En esta ocasión, Jorge Olivera Castillo cuenta cómo se involucró como periodista independiente en septiembre de 1995 en la agencia de noticias Habana Press, fundada por Rafael Solano y Raúl Rivero en mayo de ese mismo año. Relata también algunos detalles del funcionamiento de esta agencia durante esa etapa pionera y analógica del movimiento de periodismo independiente entre 1995 y 2003. En especial, en la época en que la dirigió, entre 1999 y hasta su arresto durante la Primavera Negra en marzo de 2003. 

Recuerda con admiración y cariño sus relaciones profesionales y personales con otros periodistas como Raúl Rivero, Olance Nogueras, Yndamiro Restano, Julio Martínez García, Manuel Vázquez Portal, Ricardo González Alfonso y Tania Quintero; así como su asombro al descubrimiento de que dos de sus colegas dentro del movimiento de periodismo independiente (Néstor Baguer y Manuel David Orrio) eran agentes encubiertos de la Seguridad del Estado. Asimismo, describe el acto de repudio que sufrió, junto a varios otros periodistas independientes, el 8 de febrero de 1997.

A diferencia del movimiento actual de periodismo independiente digital, los reporteros de Habana PressCuba Press y las otras agencias de aquel entonces usaban viejas máquinas de escribir y teléfonos de disco desde las mismas casas de los directores, que funcionaban a la vez como redacciones. Para llevar a cabo su trabajo, tenían que contar con el apoyo de un grupo, cada vez más grande, de aliados en el extranjero con el fin de diseminar sus reportajes. 

Éstos incluían la agencia Nueva Prensa Cubana (NPC); las organizaciones Reporteros sin Fronteras (RSF), la Sociedad Inter-Americana de la Prensa (SIP), el Centro para la Apertura y Desarrollo de América Latina (CADAL); las revistas Carta de CubaEncuentro de la Cultura Cubana y la Revista Hispano-Cubana; y lo que quizás fueron los tres medios más importantes en dar voz al periodismo independiente cubano desde la Isla entre 1995 y 2003: CubaNetEl Nuevo Herald y Radio Martí.

¿Cómo llegaste a ser periodista en Cuba, si no estudiaste Periodismo en la universidad? 

El periodismo lo aprendí de manera autodidacta. Fue un proceso que duró entre tres y cuatro años. Conocía el lenguaje audiovisual, pero muy poco de cómo escribir un artículo o una crónica. Tenía ciertas habilidades para escribir poesía y cuentos, buena ortografía, conocimiento de las leyes gramaticales y eso me facilitó el aprendizaje de la profesión en la que he estado trabajando por más de veinticinco años. 

Desde un principio, consideré que el periodismo era la actividad más afín con mis habilidades. Era donde podía rendir el máximo. 

¿Qué te atraía de la idea de ser periodista en un país como Cuba? 

Era una manera de exponer la otra cara de la realidad. Develar esa Cuba profunda dominada por la desesperanza, la miseria y los miedos. Sabía que desmontar el discurso triunfalista de la dictadura representaba un costo enorme en términos físicos y psicológicos, pero asumí la responsabilidad, sin vacilar, desde el principio. Algo de lo que no me arrepiento. 

¿Participaste en la fundación de algún medio independiente cubano? 

A partir de 1995 comencé mis actividades en el periodismo, hasta la actualidad. 

Me inicié como reportero en la agencia de prensa independiente Habana Press, fundada en mayo de 1995 por Raúl Rivero y Rafael Solano (este último había sido expulsado de una radioemisora estatal por su postura crítica). Llegué a la casa de Solano, que funcionaba como sede, en septiembre de ese mismo año y comencé a escribir. No fui fundador, pero sí formé parte del grupo inicial de la agencia.

Fui luego su director, desde 1999 hasta 2003.

¿Colaboraste con alguien específico en Miami? 

Entre los proyectos que recuerdo, Nueva Prensa Cubana fue la parte de Miami. También Cartas de Cuba (de Carlos Franqui en Puerto Rico) y Radio Martí; obviamente, esta última no puede faltar.

¿Cómo llegaste a formar parte de Habana Press?

Un día, en 1995, me encuentro con un viejo amigo, Miguel Díaz Martínez (que resultó después ser un chivato). Nos conocíamos porque había trabajado conmigo en el ICRT; él como productor y yo como editor. Le pregunté qué estaba haciendo y me respondió que estaba trabajando con Solano. En ese momento resultó que era periodista independiente y amigo suyo.

A través de él llegué a Habana Press y me sumé en septiembre, bajo la dirección en aquel entonces de Rafael Solano. Este y Raúl Rivero la habían fundado en mayo de ese año; pero Raúl luego se fue va por discrepancias con él y termina fundando Cuba Press. La sede de Habana Press radicaba en casa de Solano, en San Miguel del Padrón. Quedaba bastante lejos de la Habana Vieja, pero yo iba todos los días en ómnibus y me pasaba el día allá. 

Así transcurrió el comienzo de mi carrera como periodista independiente.


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Jorge Olivera con menos de un año junto a su madre.


¿Tú tienes conocimiento del desacuerdo entre Solano y Rivero? 

Raúl nunca me habló nada de eso y cada cual manejaba su criterio a conveniencia. En realidad, no sé los motivos reales de por qué sucedió esa ruptura. 

Creo que eran dos personalidades que no podían estar juntas en un mismo sitio. 

Solano era una persona con una trayectoria importante. Antes de involucrarse en la prensa independiente, había trabajado como periodista radial en los medios oficiales, entre ellos Radio Taíno. Incluso su trabajo allí había sido reconocido con el Premio de Periodismo Rey de España por un reportaje que hiciera sobre los balseros. Pero el premio le dio problemas con la oficialidad, relación que se rompió en 1994.

Y Raúl Rivero tenía su propio historial renombrado dentro de los medios y la cultura oficial. 

Estoy especulando, pero creo que fue por problemas de ego: cada cual quería tener suproyecto. 

¿Quiénes más trabajaban en Habana Press en aquel entonces?

Al principio estaban Solano y Julio Martínez, quien provenía del periódico Trabajadores y terminó suicidándose en España. Después entró otro editor, que trabajaba para el turismo, Joaquín Torres, quien murió también en el exilio. Y estaba Héctor Peraza Linares, que era caricaturista.

Habana Press tuvo una serie de directores entre su fundación en 1993 y los arrestos en 2003. ¿Quiénes fueron?

Primero fue Solano. Después, Julio Martínez y Joaquín Torres. El cuarto director, por un corto tiempo, fue el periodista Jesús Díaz Loyola. Como a los otros, lo presionaron, terminaron desquiciándolo de los nervios y se fue. Después, en 1999, entré yo, hasta 2003, cuando fui arrestado.

Desde 1995 eras miembro de la agencia, ¿cómo funcionaba?, ¿colaborabas con todos ellos?

Sí. Era una pequeña agencia de muy poquita gente, como eran todas. Funcionaba de una manera informal. Por ejemplo, a nosotros nos dictaban los reportes, cogíamos, apuntábamos las incidencias y después redactábamos la noticia, que transmitíamos por teléfono a alguien en Miami, a Radio Martí. Ellos grababan eso para después poner en la radio.

Obviando la profesionalidad, no todas las personas estaban capacitadas para eso, incluso ahora. Personas con mucha intención, con muchos deseos de hacer el trabajo, pero sin una base. Era un contexto muy complicado. 

Por ejemplo, yo tenía una base cultural, pero no tenía experiencia en lo que era la prensa plana. Mi conocimiento provenía del lenguaje audiovisual. Aprendí mucho con Julio Martínez, que sí tenía un pasado como periodista en Trabajadores, entre otros medios. También con Solano, aunque no era un gran experto, dado que su conocimiento venía mayormente de la radio. Y con Raúl Rivero, en la época en que coincidí él, ya que trasmitíamos desde la misma casa.

Todo lo fui aprendiendo de manera empírica, poniendo mucho esfuerzo, mucha dedicación. Siempre fui muy aficionado a la lectura. Yo creo que todo, aparte de la base teórica y cultural que uno pueda tener, va en el oficio: trabajar, trabajar, trabajar, trabajar…

¿Qué factores económicos y tecnológicos facilitaban u obstaculizaban el trabajo de Habana Press?

Las herramientas de trabajo consistían en viejas máquinas de escribir (la mía era de la marca Underwood) y el teléfono analógico de la casa. A veces era incluso difícil conseguir las cintas para las máquinas. Los textos los dictábamos por el auricular. 

Recuerdo el alborozo cuando llegó el fax en 1996. Pensamos que se facilitaría el trabajo, pero nos equivocamos. Teníamos mucha interferencia. Cortaban la comunicación y se interrumpía la trasmisión. Igual lo hacían con nuestras llamadas telefónicas. Las interrupciones aumentaron exponencialmente y eso nos obligaba a múltiples intentos para trasmitir las noticias y los reportajes.

Recuerdo una vez que la policía política puso un timbre constante. No paraba el teléfono: “ring, ring, ring…”. Esa noche yo me quedé en casa de Solano, hasta el otro día, en la sala, acostado en el piso. Para dormir, tuvimos que ponerle varias almohadas al teléfono y así amortiguar el ruido. 

Yo estaba apasionado con esa vorágine. Aun cuando la policía nos acosara o se llevara preso a alguien algunas veces. Una vez se llevaron a Solano a Villa Marista. A Héctor Peraza Linares le hicieron lo mismo y estuvo tres meses; salió muy mal, después de eso se fue del país. Fue el primero en salir, a España. Después se fue Solano, también a España. 

Nos quedamos Julio Martínez, Joaquín Torres y otros más. Pero los principales éramos nosotros.


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Jorge Olivera y su hijo mayor.


¿Piensas que estaban haciendo hasta lo imposible para que desde Miami no comunicaran con ustedes? 

Sí, lo hicieron con ese propósito. El teléfono sonaba el día entero. Incluso estuvo varios días así. Podíamos haberlo desconectado, pero si lo hacíamos no podíamos entonces recibir las llamadas para leer las noticias a nuestros colaboradores en Miami. ¡Era una locura! 

¿Cuáles han sido los obstáculos más importantes en este proceso, tanto en aquel entonces como ahora?

Los principales obstáculos, antes y ahora, son los que pone la policía política por medio de las detenciones, el acoso, los allanamientos, el asesinato de reputación, las incautaciones, los actos de repudio y la cárcel. Sin dejar de mencionar los cortes en el servicio de telefonía; mucho más recurrentes ahora, en la era de Internet y los teléfonos móviles. 

¿De qué vivían? ¿Cómo comían? ¿Cómo recibían el dinero?

En un principio, empezamos sin dinero. Fue por puro patriotismo. Pasando hambre, literalmente. Pero en poco tiempo, ya en 1996, empezamos a recibir las primeras ayudas, muy modestas. No recuerdo exactamente la cantidad.

¿Cómo llegaban a ustedes esas ayudas?

Por viajeros, de manera irregular. Pero a medida que pasó el tiempo fue mejorando la situación.

¿Pero era un pago formal o más bien una ayuda humanitaria? 

Siempre se manejó en términos de ayuda humanitaria porque nunca fue suficiente como para llamarlo salario. De acuerdo a los estándares y al riesgo, yo creo que era muy poco. Era muy básico. 

¿Cómo se redactaba, se producía y se mandaba una nota periodística?

Algunas veces los grupos de opositores llamaban y nos dictaban las noticias. En Cuba, al menos en aquel tiempo, existía una simbiosis. Cuando uno habla de “periodismo”, piensa en el periodismo puro; pero ahí se vincula el activismo con el periodismo, dadas las condiciones específicas de la lucha que existen en Cuba. Así que nos dictaban las noticias y nosotros las redactamos en las dos máquinas que había y después las leíamos a Radio Martío a las otras plataformas que había.

¿Cómo era ese trabajo vía telefónica? ¿Quiénes llamaban: ellos o ustedes?

Nosotros llamábamos. Pero si ellos llamaban y llegaba alguna noticia, alguien la redactaba rápidamente y la leíamos ahí. ¡Tremendo! Eso era realmente increíble. Pero en medio de la adrenalina, disfrutábamos de cierta manera. Honestamente, yo lo disfrutaba.

Raúl y tú eran de agencias diferentes, ¿cómo te conectaste con él?

Sí. Dirigíamos agencias diferentes, pero trabajábamos para el mismo proyecto: Nueva Prensa Cubana, que dirigía Nancy Pérez Crespo, quien vivía en Miami. 

En aquella época, quizás entre 1999 y 2001, no había teléfono y no todo el mundo prestaba el suyo. Estrella García, una activista que ya murió en Cuba, era una persona de confianza y usábamos entonces el de su casa. Transmitíamos juntos, él como director de Cuba Press y yo como director de Habana Press. Así empezó mi vínculo con Raúl.

¿Y eso fue cada día, cada semana, cada mes…? 

Todos los días, todos. Raúl fue mi colega de trabajo y llegamos a formar una amistad. Con Raúl aprendí mucho, honestamente.

Le agradezco mucho. Él hizo el prólogo a mi libro de cuentos Huésped del infierno (Aduana Vieja, Valencia, 2007), que escribí sobre mis experiencias en prisión. (En el número de otoño de 2017 de la revista The Harvard Advocate se puede encontrar un cuento de este libro traducido al inglés que se llama “Epidemia”.) También me asesoró en mis primeros pasos en la poesía y desde España me apoyó mucho con el lanzamiento de mi libro de poemas Sobrevivir en la boca del lobo


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1998, La Habana.


¿Cuál era la diferencia entre ser un reportero de Habana Press y ser el director? ¿Cómo cambió tu trabajo, tu responsabilidad?

Era mucha más responsabilidad porque yo tenía varios reporteros y que revisar todo. No todo el mundo tiene la misma base. Cuba es un “gran bluff”… con lo de ser “potencia en educación”… 

Había cosas que teníamos que transmitir por fax y yo tenía que estar encima de las faltas de ortografía. Tenía que revisar las cosas que eran para la prensa plana, para alguna revista en Miami. Básicamente, tenía la responsabilidad de organizar, editar, pulir, corregir…

Cuando fuiste director, ¿cuántas personas trabajaban contigo?

Seis, siete personas, quizás ocho. No mucho más. En eso consistía la agencia básicamente.Tampoco teníamos esa gran cantidad de recursos. 

Entonces éramos poquitos en Cuba. Todas las agencias, incluso las que subieron después, tenían muy pocas personas, incluso solo dos o tres. 

La agencia Patria en Camagüey, dirigida por Roxana Valdivia; Centro Norte del País, que dirigía Edel José García, de Las Villas (uno de los 75, ahora en el exilio); Prensa Libre Oriental, en el Oriente. Cuba Press creo que llegó a tener un poco más. Raúl era más conocido. Tenía otras fuentes de financiamiento e, incluso, corresponsales en algunas provincias.

¿Todos ustedes, de Habana Press, trabajaban desde La Habana?

Sí. Por eso se llamaba Habana Press.

Entre Julio, Rafael, Raúl y tú, eras el de menos edad, ¿no?

Sí, yo soy el menor. Raúl nació en 1945; Julio, en 1951; y Rafael, en 1954 (si mal no recuerdo). Yo soy del 61. Pero tenía una base cultural y, sobre todo, deseos de superar y aprender, y fui muy receptivo.

Después de exiliarse, ¿seguiste en contacto con los anteriores directores de Habana Press (Solano, Martínez, Torres)? ¿Siguieron colaborando desde afuera? 

No tuve más contacto con ninguno de ellos.

En 1996, Solano estuvo preso varias semanas en Villa Marista debido a una noticia que se emitió cuando la organización Hermanos al Rescate lanzó volantes sobre La Habana, desde una avioneta, en febrero de ese mismo año, y se formó un revuelo tremendo. El gobierno español intercedió a favor de él porque era Premio Rey de España y pudo exiliarse en España. Una vez allá, se desconectó de todo, de toda esta lucha.

Joaquín Torres llegó muy mal de salud y murió en Miami en 2011. 

Lo mismo Julio Martínez, quien tenía desde Cuba un problema serio de tiroides. Su temperamento, su carácter, fluctuaban mucho producto de esa enfermedad. Era gran profesional, pero una persona muy inestable. Desafortunadamente, su enfermedad fue tanto, que terminó quitándose la vida.

En algunos libros, Julio usaba “San Francisco” como apellido, ¿sabes por qué? 

Eso fue después de la época nuestra, cuando ya estaba viviendo en España. 

Estuve trabajando con él un tiempo, más de un año, entre 1995 y 1996. Pero no sé por qué usó ese nombre. 

Aparte de Julio y Raúl, ¿qué escritores o periodistas te han inspirado o tenido un impacto intelectual en ti?

Siempre he sido un apasionado de la lectura, especialmente de la poesía y la literatura de ficción. Si tendría que citar periodistas, empezaría con el periodismo literario de Tom Wolfe[1] y Truman Capote. Además, en mi largo camino periodístico he encontrado otras fuentes de inspiración en el trascendente legado de Gastón Baquero impreso en el Diario de la Marina, las excelentes crónicas de Martí y el estilo desenfadado y certero de Cabrera Infante, por solo mencionar tres de las grandes luminarias de la profesión que me estimulan a continuar escribiendo artículos.   


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2000, La Habana.


Algunos de mis influencias poéticas son los norteamericanos Emily Dickinson y Walt Whitman; y los latinoamericanos Neruda, Huidobro y Gelman. En la prosa tendré que citar a algunas personas que dejaron una huella indeleble en el mundo literario, no solo norteamericano, sino internacional: escritores ya clásicos como Hemingway y Faulkner; y los góticos Ambrose Bierce, Nathaniel Hawthorne y H. P. Lovecraft. Son personas que constantemente estoy releyendo.

Otro escritor que admiro y que ha sido una de las principales influencias también para desarrollar mi breve obra cuentística es Edgar Allan Poe; sobre todo cuando estaba escribiendo los diez cuentos cortos de mi libro Huésped del infierno. Creo que ahí está la huella de Poe y sus cuentos terroríficos y enervantes. 

Él imaginó todas esas cosas y yo las viví en carne propia durante mi tiempo en prisión. En ese sentido, tengo el privilegio de haber visto todo ese mundo siniestro, tremebundo, de cosas horripilantes, que me dio la capacidad de volcarlas al papel. Poe tiene una cuentística que leo y releo, y que siempre me va a servir como fuente inagotable de inspiración.

En noviembre de 2021, Raúl Rivero muere en el exilio en Miami. Tengo entendido, por algunas anécdotas de Iván García, que Raúl fumaba y tomaba café constantemente… Trabajaste muy cerca de él, ¿cómo era su carácter? 

Eso era un cigarrillo tras otro. ¡Y muuuucho café! 

Raúl Rivero tenía el don, como decimos en Cuba, de “sangre liviana”, de caerle bien a todo el mundo. Tenía muchas anécdotas y mucha magia de palabra. Uno decía, “¿cómo es posible que una sola persona tenga tantas vivencias?”. Pero era cierto que había viajado. Había sido corresponsal de Prensa Latina en Moscú durante los años 70 y creo que también en Corea del Norte. Había estado en varios otros lugares como reportero; entre ellos en Belgrado, cuando era parte de Yugoslavia. 

Raúl era una de esas personas con un don especial para comunicar. ¡Es increíble! La manera en que contaba las anécdotas, con esa gracia natural, era única y constante. Tenía esa gracia natural para que la gente le prestara atención y se riera; de hacer reír a las personas a través de las anécdotas. 

Además, le decían “El Gordo Rivero”, desde siempre. Creo que este apodo lo tenía desde que estaba en UNEAC, donde trabajó muy cercano a Nicolás Guillén, hasta ser su attaché

Raúl también ganó los dos premios más importantes de la poesía en Cuba: el Premio David en 1969 y el Premio Julián del Casal más tarde en 1972. También fue un excelente cronista. Yo creo que más que poeta, fue un cronista excepcional. Podía hacer algo magistral en pocas palabras. Además, en sus crónicas utilizaba algunos elementos literarios. Entonces, esa mezcla y esa capacidad de narrar la introducía de una manera muy sutil, no recargando esa belleza literaria. Eran joyas. Él publicó varios libros de crónicas. Esos son una escuela. 

Además de ser director de Cuba Press, tengo entendido que Raúl trató de profesionalizar a los periodistas que no tenían formación.

Sí. Yo aprendí mucho de él; pero Raúl no era de dar un taller propiamente hablando. Es cierto que cuando hicimos la Sociedad de Periodismo Manuel Márquez Sterling en 1999 dio varios talleres de prensa; pero en mi experiencia, una de sus maneras de enseñar y de las cuales yo aprendí era a través de una conversación normal, sin tanto protocolo. 

Raúl fue una de las personas que más me ayudó tanto en el periodismo como después, en la poesía, sobre la que me orientó mucho. Esto fue en Cuba, cuando los dos salimos de prisión bajo licencia extrapenal, antes de que él saliera al exilio en 2005. 

Yo también ayudé a personas en el periodismo, para que por lo menos aprendieran a hacer una nota periodística, la noticia clásica; responder el cómo, cuándo, por qué y dónde. Traté de formarlas. Algunas dieron la talla; otras no, porque no tenían la base cultural ni la capacidad para escribir. 

Fuiste el vicepresidente de esta organización, ¿cuál era el propósito de la Sociedad de Periodismo Manuel Márquez Sterling? ¿Fue una escuela para enseñar periodismo o una manera de asociar a todos los del gremio del periodismo independiente?

Fue más bien para crear un gremio. Los artífices principales fueron Raúl Rivero y Ricardo González Alfonso. Raúl fue el asesor. Era para crear una plataforma utilizando el nombre de Manuel Márquez Sterling, quien tenía una excelente trayectoria periodística desde antes del 59, y de esta manera dar una proyección de profesionalidad al periodismo. Desafortunadamente, fue efímero. Poco después vino la represión de la Primavera Negra en 2003.

Yo creo que los objetivos siempre son coartados, nunca se han logrado, desafortunadamente, sea cual sea el proyecto. Pero esa fue la intención: profesionalizar el periodismo, dar clases de periodismo, talleres.

¿La Sociedad fue asociada también con la revista De Cuba?

Sí. La revista era parte de la Márquez Sterling. Era el proyecto con la revista y llegaron a salir, si mal no recuerdo, dos números. Pero como sabemos, después vino 2003 y todo eso se fue a pique. Lamentablemente, como decía, ningún proyecto ha durado. El gobierno siempre lo descabeza. Así sucedió con la Márquez Sterling, sucedió con la prensa independiente, sucedió con San Isidro y con otros proyectos independientes.

El poeta, periodista y activista de derechos humanos, Yndamiro Restano, fue un pionero en este movimiento. En 1988 fundó la Asociación de Periodistas Independientes de Cuba (APIC) y desde 1996 vive exiliado en Estados Unidos. Al salir de prisión, en el verano de 1995, después de más de tres años tras las rejas, fundó en septiembre una nueva organización: el Buró de Prensa Independiente de Cuba (BPIC). ¿Qué sabes del BPIC?

Ahí estaba Solano también, como parte del BPIC. E igualmente hubo conflictos.


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Nancy Alfaya “leyendo un poema que le envié desde la prisión de Guantánamo”, 2003.


Tengo entendido que la idea del Buró fue incluir a todos en un gremio. No fue una agencia, sino una organización para todos los periodistas independientes, igual a la Márquez Sterling.

Sí, efectivamente. Esa fue la intención de Yndamiro: crear un Buró para englobar todas las agencias. Pero, otra vez, hubo problemas de ego. Cada cual quería tener su propio proyecto y proyectar su propia luz. Ese es un problema intrínseco al ser humano. Hemos tenido ese problema y lo vamos a seguir teniendo. Y en Cuba, ¡creo que un poco más! He sido testigo de muchos conflictos y muchas rupturas de esta naturaleza.

Siempre queda también el miedo de que es más fácil para los agentes del Gobierno infiltrar el grupo si este es muy grande, ¿no? 

Sí, también. En Cuba, en este tipo de sistema, ha sido una táctica exitosa para penetrar esos grupos grandes. Sucedió con Concilio Cubano (1996) y ha sucedido con todos los proyectos que han tratado de englobar a todos. Siempre falla. Precisamente es eso. Es más fácil, aunque en grupos pequeños también lo pueden hacer, porque lo único que funciona en Cuba es la represión. Eso funcionó y funciona todavía. Así que ha sido nuestra práctica crear grupos pequeños para neutralizar de alguna manera los métodos de infiltración de la policía política.

¿Tú conociste a Yndamiro en Cuba?

Sí, pero apenas tuve contacto con él. Lo vi una sola vez. Estuve en su casa con otro periodista. No con Solano, sino con otra persona, porque él y Solano eran enemigos. No sé los motivos. Según me contaron, no había confianza entre ellos y por eso discutieron. 

Néstor Baguer, quien era el segundo en la APIC, y que se revela como agente infiltrado durante los juicios en 2003, toma la dirección de la agencia cuando Yndamiro va preso en 1992 y le cambia el nombre a Agencia de Prensa Independiente de Cuba. Sin embargo, cuando Yndamiro sale de la cárcel no regresa a la APIC, sino prefiere fundar el Buró. ¿Hubo un desacuerdo entre ellos también?

Yo sabía que Baguer era un agente. ¡Era tan, tan evidente! Él hablaba mal de todo el mundo. Inclusive, una vez recuerdo que nos llamó para ir a su casa a Tania Quintero, a otros periodistas y a mí. Y era simplemente para hablar mal de Yndamiro Restano. Nos mostró un periódico, creo que era el Diario Las Américas, donde lo criticaban en un artículo. O sea, la reunión era nada más para armar una difamación contra Yndamiro y yo me dije: “¿Pero este hombre para qué me llama?”. Baguer era evidente. 

El que nunca supe que era agente fue Manuel David Orrio. Nunca estuve muy cerca de él. Pero él hablaba muy mal de Raúl Rivero, siempre. Estuve en su casa, si acaso, un par de veces. Él vivía cerca del Barrio Chino. Era un tipo muy inteligente y verdaderamente nunca sospeché que él fuera agente. Simplemente pensé que sus críticas a Raúl eran parte del ego. 

Ya los otros agentes que se presentaron en 2003 no me sorprendieron. 

Acabas de mencionar a la periodista Tania Quintero. ¿Cómo fue tu relación con ella? ¿Cómo era su carácter, su personalidad?

No era una persona tan amigable con todo el mundo. Tenía su carácter como lo tenemos todos, pero tengo buenos recuerdos de ella. Fue una excelente periodista con formación autodidacta. Muy activa, una persona muy capaz y profesional, desde que estábamos en el ICRT. Tenía una chispa increíble. Muy trabajadora. Siempre estaba detrás de las noticias, escribiendo. Una persona con extraordinarias capacidades en el ejercicio del periodismo. Siempre buscando información e inventando un proyecto nuevo. 

Igualmente su hijo, Iván García Quintero. Él es otro excelente periodista, también empírico. Él sigue en Cuba, pero desafortunadamente Tania se tuvo que ir a Suiza. Vive exiliada desde 2003 en Lucerna. 

Ella siempre trabajó con Raúl Rivero e hizo excelentes reportajes. Tiene un historial en el periodismo, tanto en el oficialista como en el independiente.

¿Con cuáles otros periodistas independientes has trabajado?  

Se me van casi todos los nombres porque son casi treinta años desde que empecé. Y son decenas. Luis Cino es uno de mis periodistas independientes favoritos; de hecho, actualmente, es mi periodista preferido. Él escribe para CubaNet. Estuvo trabajando en un proyecto que se llamaba “La Primavera de Cuba”, cuyos directores fueron él y Juan González Febles. Luis es un excelente periodista, autodidacta, pero con una cultura general increíble.

También el hijo de Tania que ya mencioné, Iván García Quintero. Marvin García Díaz, que también era de Cuba Press, quien ahora está exiliada. 

Otro que también tuvo un papel muy importante fue Ricardo González Alfonso. Ricardo tenía su carácter pero era una gente muy trabajadora, muy capaz, un profesional. También se formó autodidactamente. Había trabajado en la televisión como ambientador o productor. Tenía una base cultural y leía mucho. No era mala persona. Él se desvinculó de todo. No sé ni por dónde anda ahora.

Ahora me viene a la mente José Rivero García. Fue un excelente periodista también que trabajaba en Cuba Press. Su trabajo en la prensa independiente fue efímero. Terminó, como muchos, en el exilio.

Son muchos periodistas: se van unos y entran otros, y estos se van al exilio… 


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“Leyendo mis poemas en un evento auspiciado por City of Asylum”, 2022


¿Ricardo se quedó en la cárcel después de 2003 durante mucho tiempo? 

Sí. Estuvo encarcelado por ocho o nueve años. La mayor parte de los 75 pasó un largo tiempo tras las rejas, antes de ser desterrados. Él fue una de las personas que salió directamente de la cárcel al aeropuerto. 

¿Tú conociste a Olance Nogueras, que trabajaba con la APIC? Él pudo tener acceso dentro de la Central Nuclear de Juraguá y hablar con los trabajadores. Sus reportajes entre 1995 y 1996 llegaron lejos porque era algo realmente que daba susto después de lo de Chernobyl…

¡Cómo no! Olance Nogueras se hizo famoso por el reportaje que hizo sobre la Central Nuclear de Juraguá. Además, era una gente muy dinámica, de mucha chispa. Él era de Matanzas y vivía cerca de la Central Nuclear. 

A partir de eso la represión fue tal, que tuvo que irse. Lo recuerdo muy osado. 

Según tú, entre 1995 y 1997 se dio una eclosión de las agencias de prensa independiente, que ocurrió junto a una expansión de otros movimientos contestatarios. ¿Cuál es tu valoración de estos movimientos?

En aquella época se vivía un momento de efervescencia. Los sucesos de la Unión Soviética y la caída del campo socialista fueron un factor desencadenante de una serie de eventos que superaron las fronteras europeas. En Cuba sufrimos un período de escasez realmente lamentable, del cual no nos hemos podido recuperar, llamado eufemísticamente Período Especial por el gobierno cubano. 

Eso fue un factor que contribuyó a que se ampliara, a que se dinamizara todo el movimiento contestatario a lo largo de Cuba. Recuerdo que fue la eclosión de las agencias del periodismo independiente, aunque había personas que ya lo habían venido ejerciendo desde la segunda mitad de los años 80.

Yo creo que el movimiento pudo articularse, precisamente, a partir del surgimiento de Habana PressCuba Press y otras agencias. Hubo varios proyectos de este tipo que se crearon y que, a pesar de las personas que han tenido que partir al exilio, han logrado conservarse; lo que es un logro realmente muy importante. En especial cuando uno analiza el contexto en que se han tenido que desarrollar. 

La represión ha funcionado con altibajos. Hay períodos donde disminuye, no de manera ostensible, por supuesto, pero yo creo que hay matices. Durante aquella época se realizaron muchos actos de repudio. Yo fui víctima de uno de ellos, pero hubo otros que los padecieron en varias ocasiones, con actos de vandalismo incluidos.

Esa represión se ha mantenido a un nivel tal, que rebasa lo normal para pasar a convertirse en un círculo vicioso. Continúan realizándose los mismos actos flagrantes y sistemáticos contra la dignidad humana. No solo en las cárceles (lo sé porque estuve detrás de las rejas un tiempo); también en la calle continúan la misma impunidad, los mismos niveles de intolerancia, de abuso psicológico y físico.

Eso es un patrón que no va a variar mientras exista esa mentalidad retrógrada y, sobre todo, alineada con las peores líneas del estalinismo y el fascismo.

Para ti, ¿cuál es el saldo de todo el esfuerzo hecho por el periodismo independiente?

El periodismo ha sido uno de los baluartes de la sociedad civil cubana. Creo que ha sido uno de los proyectos más articulados y funcionales, en comparación a los demás movimientos, con todas sus virtudes y defectos. Muchas personas han venido con buena intención, pero no han tenido la preparación necesaria. No obstante, han hecho un trabajo, se han esforzado y finalmente se han logrado mantener. Sin dudas, es una de las iniciativas más valederas hasta hoy. 

¿Puedes mencionar algún reportaje tuyo, entre 1995 y 2003, que sea emblemático, del que sientas mucho orgullo?

¡Qué va! ¡Fueron tantos años! Tendría que buscar en los archivos de CubaNet y Nueva Prensa Cubana.

¿Pero algún artículo tuvo rechazo o reacción fuerte por parte del Gobierno?

Sí. Hubo una noticia, cuando estaba trabajando con Solano en Habana Press. Por ese artículo me llevaron a Villa Marista. No a los calabozos, adonde fui después, en marzo y abril de 2003; pero me interrogaron ahí, en Villa. Fue sobre un sabotaje en el ICRT. Le habían echado ácido a una de las máquinas de video-tape

La noticia me llegó por alguien que trabajaba ahí; la misma persona a través de la cual había entrado a trabajar en la televisión. Por supuesto, trasmití la noticia sin dar la fuente. 

Poco después, el mismo día, estaba la policía en mi casa. Me fueron a buscar y me llevaron a Villa Marista. Querían saber cómo yo me había enterado. Pero no lo dije. Había sido un sabotaje en el departamento de edición del ICRT, pero yo no podía quemar la fuente. 


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“Nancy en una reunión de las Damas de Blanco en la casa de Gisela Delgado, a la derecha (Directora del Proyecto de Bibliotecas Independientes) y a la izquierda, la periodista Mirian Leyva, esposa y ahora viuda del economista, Oscar Espinosa Chepe”.


Además de tu arresto en marzo de 2003, durante la Primavera Negra, ¿fuiste acosado, interrogado o detenido por la Seguridad del Estado? ¿Fuiste molestado o amenazado? ¿Te “regularon” tus movimientos dentro o fuera del país?

En mis casi tres décadas de activismo, tengo un profuso historial de acosos y detenciones.

Mi primera detención fue cuando comencé a trabajar en los sindicatos independientes, en marzo de 1993. Yo iba por la calle en una bicicleta, por la Habana Vieja, con otro activista, y llevábamos unas proclamas. Parece que fue un chivatazo. La policía nos interceptó muy cerca de mi casa y nos llevaron a una unidad en la misma Habana Vieja, ubicada en las calles de Zanja y Dragones. Fue mi primera detención y mi primera experiencia en un calabozo durante un par de días. 

Ya después vinieron otros arrestos y detenciones cortas. Realmente no tengo la cifra exacta de cuántas veces estuve arrestado. Fueron muchas.

¿Y los actos de repudio? 

Lo que me causó más impacto en ese tiempo, sin restarle importancia a los arrestos, fue el acto de repudio. Los había visto en 1980, cuando estaba estudiando en el Instituto Politécnico Osvaldo Herrera. Pero nunca pensé, ni pasaba por mi mente, que lo iba a vivir en carne propia, que iba a ser una de las víctimas de estos actos brutales. 

En febrero de 1997 ya no vivía en la Habana Vieja, sino en Lawton, en casa de mi suegra, con mi anterior esposa. Teníamos una niña que estaba muy pequeña. Lo realizaron con personas del mismo barrio, pero fundamentalmente trajeron personas de barrios aledaños. Después hubo quienes pidieron disculpas a la suegra, diciendo que no les había quedado más remedio, que habían sido presionados… 

Pusieron unos altoparlantes frente a la casa y gritaron consignas. Luego hicieron el “acto” en sí: pusieron la música de fondo y empezaron a cantar y a decir las arengas revolucionarias: a gritar cosas como “gusano”, “contrarrevolucionario”, “apátrida”, las frases habituales que se usan para este tipo de cosas. Eso causó un pánico terrible en mi esposa y mi suegra. 

Esto es una acción totalmente fascista. Es el único acto de repudio que me han hecho en todo mi tiempo como periodista y activista.

Aquel día se hicieron diferentes actos de repudio a otros. Fueron coordinados y a la misma hora, el 8 de febrero, los hicieron también en contra de Raúl Rivero, Tania Quintero y otros más. Fuimos unos ocho o diez los elegidos por la policía política. Todos de La Habana y todos periodistas independientes.

¿Cuánto tiempo duró el acto? ¿Intentaron salir durante él? 

No fue tan largo, dos horas y pico. Pero nunca salimos. Afortunadamente, no hubo ataques físicos. En ocasiones se producen ataques, como el lanzamiento de piedras u otros objetos; pero en este caso no hubo. Tampoco escribieron nada en las paredes de la casa, como suelen hacer también. Fue solamente la muchedumbre gritando. Eran como 30 o 40 personas, algunas del barrio. 

¿Crees que se ejercía presión sobre la familia para que romper el matrimonio?

Lógicamente. Yo digo, con esta experiencia de casi treinta años, que ellos no tienen escrúpulos. Siempre están maquinando eventos para romper la unidad familiar y crear una atmósfera de rechazo. No solo en la familia, sino en la sociedad, en el barrio. Y precisamente, a partir de ahí, ya viene una crisis en el matrimonio. 

Yo tuve prácticamente que huir, salir del barrio de Lawton y volver a mi casa natal en la Habana Vieja, en Belén. Ya después se rompió la relación con mi primera esposa. Había problemas, pero esto fue un catalizador porque mi suegra se enfermó de los nervios con ese acto. Ella tenía mucho miedo y no quería que yo estuviera ahí. Por eso terminó el matrimonio. 

Entonces, para ti, ¿un acto de esta naturaleza tiene como blanco no solo un individuo, sino toda la familia e incluso la sociedad?

Sí. Hay un sistema realmente diabólico que trata de romper la unidad familiar a través del chantaje, del miedo, del acoso, de las actividades más increíbles que puedan imaginarse. Es una cuestión que yo tendría que calificar como abominable porque ha causado mucho dolor en muchas familias cubanas, en miles de familias cubanas donde, por una persona pensar diferente, ha sido rechazada incluso por familiares. Y en mi caso, provocó la ruptura de un matrimonio.

Lo más lamentable es que esto continúa sucediendo. Yo creo que para ellos nosotros no somos ciudadanos, simplemente somos súbditos que tenemos que responder a una ideología sí o sí, o de lo contrario, enfrentar las consecuencias. Y esto ha provocado una devastación social, la ruptura de una sociedad que necesitará por lo menos dos o tres décadas para poder sanar el daño que le han hecho desde el punto de vista psicológico y de la unidad familiar. Porque…, ¿qué ha atacado el régimen? Ha atacado a la familia, ha destruido la unión familiar. Cuando un gobierno hace eso, la sociedad está destruida. 

Por eso, muchas de las manifestaciones de apatía, de conformismo que hemos visto, responden a ese patrón: a un patrón de acoso, de terror, de miedo, de resignación, que no deja articular un movimiento social que tenga voz propia. No solo decir que está en contra del Gobierno, sino que tenga voz propia, que las personas puedan expresar lo realmente sienten, sin estar condicionadas por miedos inoculados a través de un policía o de la propaganda en los medios de comunicación.

Acabas de mencionar los medios de comunicación, ¿cómo podrías describir la prensa oficial? ¿Es monolítica o tiene luces y sombras? 

La prensa oficial es un desastre. Un ícono del antiperiodismo. Se trata de un coro, muy afín con la ideología oficial, que no deja espacio alguno para la pluralidad de ideas. Lo lamentable del discurso de los medios en la Isla no es que sea extraordinariamente aburrido, sino que se haya constituido en parte de un variado y eficiente mecanismo de control social a través de la constante manipulación de la realidad. El país que cobra vida en las páginas de los periódicos, en las radioemisoras y en los canales de televisión, nada tiene que ver con lo que se manifiesta en las agotadoras jornadas de la supervivencia a lo largo y ancho de Cuba. Es una visión especialmente diseñada en el departamento ideológico del Comité Central del Partido.



“Nancy en una reunión de las Damas de Blanco, al fondo Berta Soler y delante Julia Nuñez, esposa del periodista, Adolfo Fernández Saínz. 2003”.


¿Qué es lo que diferencia fundamentalmente al periodismo independiente del periodismo oficial?

Al periodismo independiente se le pueden achacar mil defectos; pero, sin lugar a dudas, ha dejado una impronta de valor y sacrificio desde que se articuló en 1995. Anteriormente hubo personas que se dedicaron a realizar este tipo de trabajo, lo cual merece ser destacado. Nosotros fuimos el revelo y contribuimos a desarrollarlo. 

Cada día me convenzo de que los periodistas independientes, más allá de las lagunas profesionales, pues son pocos los que han cursado estudios superiores en esta especialidad, simbolizan una reserva moral que no es cualquier cosa en los predios de un régimen con la voluntad de aplicar los peores castigos, incluido el envío a la cárcel sin las debidas garantías procesales y azuzar a las turbas que ofenden y golpean en las calles.

Lo importante del asunto es que los periodistas independientes continúan llenando un vacío a contrapelo de las hostilidades. Hacen lo posible por sanear una sociedad sometida a la ignorancia y al miedo. 

El hecho de que el periodismo independiente haya sobrevivido a las sistemáticas arremetidas del oficialismo revela que existe un fermento ético y cívico que echa por tierra las acusaciones de mercenarismo, entre otras perlas habitualmente usadas por los voceros y amanuenses de la dictadura.

¿Cómo comparan sus condiciones de trabajo? ¿Cómo comparan sus habilidades de apoyar o facilitar el periodismo?

Con la irrupción de Internet, los horizontes se han ampliado. Ahora es mucho más fácil incrementar el número de receptores, tanto en Cuba como en el exterior, lo cual ha ayudado a acelerar el desmontaje del punto de vista oficial, anclado en la exaltación de logros inexistentes y el ocultamiento de verdades incómodas.

Los riesgos siempre han sido altos y en el futuro cercano podrían alcanzar cotas sorprendentes; sin embargo, no creo que el régimen sea capaz de borrar una iniciativa que llegó para quedarse. Tendría que haber un exacerbamiento del terrorismo de Estado, que incluyera el encadenamiento de asesinatos y la proliferación de acciones, mucho más agresivas, por parte de los grupos parapoliciales al servicio del Partido y la policía política. Veremos qué sucede en los próximos meses.[2]

¿Participaste en el fenómeno blogger? ¿Cuál ha sido el impacto que ha tenido en ti como periodista? 

No participé en el fenómeno blogger. Pertenezco a la vieja escuela del periodismo independiente. O sea, una generación que le ha costado adaptarse a las nuevas tecnologías de la comunicación. En mi caso, he tenido que hacerlo; aunque confieso que no llegaré muy lejos en comparación con lo que hacen los jóvenes con las computadoras y las redes sociales. Puedo hacer lo básico para mantenerme activo en el periodismo, y eso es bastante.

Sin lugar a dudas, el uso de Internet ha roto el monopolio de las comunicaciones del régimen totalitario. Estoy convencido que autorizaron su uso a regañadientes. Han hecho todo lo posible para controlar la publicación de contenidos adversos a sus políticas, pero no han tenido éxito, ni creo que lo tengan, en la manera que desean. Crearon el Decreto 370, que penaliza con altas multas la utilización del ciberespacio con fines contrarios a los intereses del sistema socialista, pero en la práctica no les ha funcionado. Su eficacia como herramienta disuasiva es limitada.

Ahora barajan la imposición de castigos más rigorosos por medio de una ley que debe estar a punto de entrar en vigor.[3] Así que no es descartable, incluso, el encarcelamiento exprés por transgredir los imprecisos límites de la censura. No obstante, considero que tampoco podrán detener la disposición a manifestarse y compartir información.    

Estando en Cuba, ¿tuviste relación alguna durante o después de los años 90 con Reinaldo Escobar?

Con Reinaldo no tuve una relación cercana. Coincidimos esporádicamente en varios eventos, pero nunca tuvimos vínculos de trabajo. Nos veíamos en alguna actividad u otra cosa que cada uno iba a cubrir para un medio distinto. Cuando trabajaba con Nueva Prensa Cubana me pidieron varios artículos para publicar en Diario de las Américas y coincidí con Reinaldo, pero nunca tuve vínculos de trabajo. Él no tenía este vínculo con las agencias del periodismo independiente durante los años 90.

Cuando Raúl Rivero le invitó sumarse a Cuba Press, Reinaldo respondió que no porque “quería ser independiente de los independientes”. ¿Has conocido a su pareja, la bloguera, periodista y directora de 14ymedio: Yoani Sánchez? 

Sí, conozco a Yoani y valoro su excelente trabajo en las redes sociales. Te confieso que, cuando surgió la intensa campaña a su favor, los que empezamos con el viejo periodismo nos sentimos relegados.

¿Sentían que había mucha atención mediática sobre ella? ¿Que había salido de la nada y estaba haciendo algo que supuestamente nadie había hecho antes?

Claro, es una etapa que surgió así y hay que aceptarlo. Pero nosotros nos vimos un poco minimizados. Con todo el esfuerzo que habíamos hecho por construir en las peores condiciones, nos llevaron prácticamente hasta cero. Nos sentimos mal. Incluso, yo publiqué un artículo expresando esta crítica y Miriam Celaya me contestó con un artículo demoledor

Puedo imaginar. Nunca me gustaría estar en su mira porque ella puede matar con sus letras…

Ahora somos amigos. Todo pasa. Yo le hice una contrarréplica y ahí quedó la cosa. Todo está en CubaNet, por si alguien quiere leer. Luis Cino también escribió. Yo escribí mi artículo igual que otro; pero reconozco el trabajo excelente que han hecho en 14ymedio



“Nancy junto a Laura Pollán y Berta Soler, en una actividad organizada por el Club de Escritores Independientes y la embajada Checa. La Habana. 2008”.


Yoani es una gran profesional. El trabajo que hace es meritorio. Igual que Reinaldo es un gran profesional. Honor a quien honor merece.

Ejercer el periodismo fuera de la oficialidad en Cuba te convirtió en una suerte de “disidente” a los ojos del Estado, aun cuando esa no fuera tu intención… 

Quien se aparte, tan siquiera mínimamente del libreto, corre el riesgo de caer en desgracia. Para hacerlo, se necesita el visto de bueno de algún jerarca del Partido o del Ministerio del Interior. 

Para ti, ¿cuál es la diferencia clave entre un periodista independiente y un disidente, opositor o activista? ¿Es posible ser las dos cosas al mismo tiempo?

Dada la complejidad del escenario, a menudo el periodismo independiente se permea de otras actividades contestatarias, lo cual no debería demeritar sus objetivos. El asunto es deslindar los límites, lo cual no siempre se consigue. Estimo que hay que tener en cuenta el contexto en que se desarrollan los hechos. Todo es muy difícil a partir de la impunidad de los represores, las limitaciones económicas y las reticencias de la mayoría a enrolarse en algunas de las actividades emancipadoras. Son razones para comprender la multiplicidad de funciones que hay que asumir en vistas a conseguir un mayor impacto entre la población.

En mi caso, he podido dedicarme a tiempo completo al ejercicio del periodismo. Eventualmente, he participado en alguna que otra iniciativa cívica y eso no ha empañado mi trabajo; al contrario, lo ha enriquecido.     

Cuba tiene una historia larga de censura y autocensura de la prensa (incluso antes del triunfo de la Revolución). ¿Profesionalmente sufriste o tuviste que ejercer la censura o la autocensura? 

En el tiempo que trabajé como editor de los servicios informativos de la televisión pude ser testigo de la censura y la autocensura en múltiples ocasiones. No recuerdo con exactitud algún caso específico, pero es algo que sucede a menudo en un contexto marcado por el fundamentalismo ideológico. Mucho más en un medio como la televisión.  

Durante un tiempo se enfatizó el hecho de que algunos blogs y medios independientes se hicieron “desde Cuba” y otros “desde afuera”. ¿Todavía tiene alguna importancia esta distinción para ti? 

Creo que no es justo menospreciar cualquier esfuerzo que ayude a quebrar los muros de la censura. No importa si los blogs nacieron y funcionan dentro o fuera de la Isla. Lo relevante es que existen y extienden el número de receptores, algo que ha venido ocurriendo progresivamente. 

El bloqueo de la señal, las interferencias y las incautaciones de los equipos utilizados en este tipo de labores son hechos a enfrentar recurrentemente dentro de los límites del territorio nacional. En el exterior, se facilitan mucho más las cosas y el grado de funcionalidad es mayor allende los mares, por muchas razones.      

¿Cómo describirías el ecosistema o el espectro de los medios independientes cubanos? ¿Cómo se distinguen entre sí y cuáles son las características que los unen o separan? 

Con el acceso a las nuevas tecnologías, dígase Internet y la telefonía celular, el periodismo se ha diversificado de una manera espectacular. Cualquier ciudadano es un comunicador en potencia. La mayoría de las plataformas que existen, coinciden en el objetivo de arrojar luz sobre las amplias zonas del acontecer nacional obviadas por los medios oficialistas, sin descartar el énfasis en las cuestiones que atañen a los abusos cometidos a diario por la policía política contra los activistas que abogan por una transición pacífica hacia la democracia, desde el arte, la política, la literatura, entre otros nichos de la sociedad.   

¿Qué iguala o diferencia a los movimientos del periodismo independiente que abarcan desde los años 90 hasta 2003 y de esa fecha hasta la actualidad?

Creo que hay dos etapas. No fuimos los pioneros en hacer esto en Cuba. Somos simplemente una continuidad de lo que existía. Siempre hubo personas antes que nosotros que hicieron lo mismo, desde lo individual, como fueron Pablo Reyes y Rolando Cartaya. Se pierden otros nombres, pero figuras muy puntuales que realizaron esta labor. 

Esto fue una de las etapas de esta faceta de la sociedad civil, que surgió con personas que venían de los medios oficiales, como Solano. En este caso, yo provenía de la televisión; de cierta manera del periodismo, o al menos de los medios oficiales, de donde provenían algunos. Pero éramos los menos. La mayoría venía de otras vertientes, por la que necesitaban un poco más de capacitación. Pero fue interesante. Creo que fuimos el pivote o trampolín para que después viniera el fenómeno de la blogosfera con el advenimiento de los medios y todos los cambios novedosos de la informática, con Internet y todas esas plataformas digitales. 

Fuimos parte de una etapa que dio paso a otra que ha sido muy importante, con otras herramientas mucho más efectivas y de más alcance. Creo que dimos lo mejor que teníamos de nosotros y considero que la mayoría lo hizo, siempre dentro de sus posibilidades. Pero nos tocó ser protagonistas de esa etapa. Ya después pasamos a otra, como es todo. Así es la historia.

¿Cuáles son los medios actuales de periodismo independiente cubanos que consideras más destacados, importantes o exitosos?

El Toque y 14ymedio, de los que son proyectos dentro de Cuba.



En Pittsburgh.


¿No es difícil ahora decir cuáles están dentro y cuáles afuera porque hay muchos que se han ido, pero siguen con colaboradores dentro de la Isla? Por ejemplo, El Toque, ¿está dentro o afuera? 

Es cierto, ahora ya casi no hay nadie adentro. Te confieso que mi prioridad son los que están afuera, siempre han sido los que leo. Y en los que he trabajado, como CubaNet (que fue donde más trabajé) y Diario de Cuba. Reviso ADNCubaCiberCuba y CubaEncuentro, que es un poco más intelectual… 

14ymedio está casi todo dentro de Cuba. 

Hay dos plataformas que están fuera y que me gustan también, aunque son más intelectuales, más dedicadas a los escritores, que son Rialta e Hypermedia.

¿Hasta la fecha, cuál ha sido el impacto del auge del nuevo periodismo independiente digital en Cuba? ¿Crees que tiene futuro en la Isla? 

Sin dudas, el periodismo independiente ha sido uno de los pilares fundamentales en la lucha contra el totalitarismo. El acceso al ciberespacio y el uso de la telefonía celular ha sido el detonante de lo que me atrevería a considerar como una especie de auténtica revolución que ha puesto contra las cuerdas, hablando en términos boxísticos, al régimen. 

Lo más importante de esta cuestión es que puedo garantizar, sin temor a equivocarme, que no va a desaparecer y que se encamina a ganar más espacios de los alcanzados hasta la fecha.

¿Qué se debe cambiar para que tenga más o mejores posibilidades de existencia y éxito?

Aconsejaría que no se deben descuidar los detalles asociados a la profesionalidad. Mayores oportunidades de acceso a las redes, y por ende a la difusión, implican mayores atenciones al producto que se elabora si se quiere ganar en credibilidad y número de receptores.       

¿Qué sabes de la historia del periodismo independiente cubano antes del nuevo movimiento digital actual? ¿Quiénes fueron los pioneros del periodismo independiente en Cuba? ¿Cómo están conectados estos dos movimientos? 

Desde finales de la década de 1980 hubo personas que sentaron las bases para el posterior desarrollo de esta vertiente de la sociedad civil. No recuerdo el nombre de todos los que realizaron esta labor en aquella época. Uno de ellos fue Rolando Cartaya. Más tarde llegamos nosotros. 

Hasta donde sé, no hay mucha conexión con el viejo periodismo independiente y los nuevos pilares. Valga acotar que muchos de quienes ejercieron esta labor se encuentran en el exilio o han muerto. Además, es otra dinámica muy distinta a la que existía con el teléfono analógico y el fax. 

Esto hay que tomarlo como una carrera de relevos. Nosotros no dejamos que la llama se apagara y lo logramos. Ahí está el resultado.  

¿Cuáles son, en tu opinión, los mejores periodistas ahora en la prensa digital independiente?

Hay una cantera de periodistas y de artistas muy buenos, cuyos textos y obras de arte críticas son buenísimos. Casi todos los jóvenes que están al frente de proyectos periodísticos están fuera de liga. 

En el equipo de El Estornudo, que desarticularon, están Abraham Jiménez Enoa y Mónica Baró; los dos ahora en el exilio. Carlos Manuel Álvarez, cofundador de El Estornudo, también es un periodista increíble.

También está Camila Acosta, que trabaja con CubaNet. De hecho, estando en Cuba la conocí y le dije: “Sé que vas a llegar lejos”, porque le vi un potencial tremendo. Además, ella estuvo trabajando en la organización del Club de Escritores y Artistas de Cuba, que no se pudo lograr finalmente. Camila es muy valiente y tiene un espíritu de trabajo increíble. Es muy profesional. 

Hay otro, que se llama Maykel González Vivero, que es muy bueno, buenísimo. Él fundó el medio orgullosamente “marginal” Tremenda Nota.

Irónicamente, casi todos estudiaron periodismo en universidades cubanas y muchos se fueron temprano, antes, durante o justo después de cumplir su servicio social. 

Efectivamente. 

Dada su precedencia dentro del sistema, es aún más difícil convencer a alguien de que son “mercenarios” porque se formaron todos dentro de las universidades cubanas, dentro de las aulas supuestamente “revolucionarias”.

Sí, esos han salido y están haciendo un gran trabajo. Lo más triste de todo es que la vieja guardia del periodismo oficialista y de la intelectualidad dentro de la Isla no hizo nada. Guardó silencio. No apoyó y se mantuvo callado dentro del sistema. Es cierto que están viejos, pero en ningún momento hubo un intento de apoyar a estos jóvenes periodistas. 

Yo recuerdo que Raúl Rivero decía que cuando él iba por la calle y alguno lo veía, cruzaba la acera para no saludarlo. Tenían un miedo terrible todos los escritores que trabajaron con él: César López, Antón Arrufat, etc. Increíblemente, Arrufat fue designado como presidente del capítulo de PEN en Cuba. Fue tronado cuando Los siete contra Tebas y nunca habló nada. Después aceptó premios y prebendas, incluso de Fidel Castro. Pablo Armando Fernández, otro tronado, también se plegó, sacó hasta un poema a Fidel Castro en el día de su cumpleaños.

O sea, que ha sido un desastre. No ha habido ni resistencia ni protesta. Tampoco de los periodistas “oficiales”. Nadie sacó la cara, excepto Raúl y algunas figuras muy puntuales como José Rivero, que también provenía del periodismo oficial; así como Reinaldo Escobar.

¿Tienes conocimiento del papel del poeta Manuel Díaz Martínez, que, después de salir de Cuba, fue clave en el establecimiento de la revista Encuentro de la Cultura Cubana? Estando en Cuba, en 1991, firmó también la “Carta de los Diez”, junto a María Elena Cruz Varela y otros.

Manolo es uno de mis poetas favoritos. Me encanta su poesía. Era muy amigo de Raúl Rivero, otro firmante de esa carta. Yo siempre tenía un libro de Díaz Martínez en mi casa. Él se exilió en las Islas Canarias desde hace muchos años. Es por eso que no tuvo protagonismo en el periodismo independiente desde dentro de la Isla. Mucho antes, a finales de los años 60, fue parte del jurado que premió a Heberto Padilla en 1968 por su libro Fuera del juego.

También fue parte del jurado que premió a Cruz Varela a finales de los años 80.

Sí, Las hijas de Eva fue el título de su poemario. Después de eso, Manolo se fue. Pero tuvo la valentía de firmar aquella carta, hace ya treinta y dos años. 

Para resumir, ¿podrías describir tu trayectoria como periodista independiente? ¿Cuáles han sido los medios independientes donde has publicado más y cómo han ido cambiando tus colaboraciones periodísticas a lo largo del tiempo?

Mi primer reporte noticioso fue para Radio Martí en marzo de 1993; sitio con el que he colaborado por más de veinte años. El otro es CubaNet. Serían las dos plataformas en las que he participado de manera constante desde mis comienzos en el periodismo independiente. 

No han sido los únicos. He tenido la oportunidad de publicar en Diario de Cuba, la Revista Hispano-Cubana, los proyectos Nueva Prensa Cubana, Sindical Press, etc. También, ocasionalmente, en periódicos extranjeros. Anteriormente, en Carta de Cuba; pero esto fue mucho antes, entre los años 90 y 2003, mientras trabajaba para Habana Press.

En estos momentos no estoy escribiendo periodismo. Como estoy en el exilio, la prioridad es para los que están dentro de Cuba. Orlando Luis Pardo Lazo me pidió un artículo para Hypermedia y le envié una pequeña crónica. Aunque ahora estoy más enfocado en mi poesía y prosa como un writer in residence aquí en el programa City of Asylum de Pittsburg, cuando hago periodismo escribo sobre diversos tópicos de la realidad nacional, bien en forma de artículos, comentarios o crónicas. Pero en estos momentos no tengo el espacio ni el tiempo. 

Este año, además, se cumplen veinte años de tu encarcelamiento durante la Primavera Negra.

Sí. Fui arrestado el 18 de marzo y condenado a dieciocho años de prisión el 4 de abril de 2003. Lo que más he desarrollado en toda mi vida en la sociedad civil ha sido el periodismo, que fue lo que me llevó a la cárcel. 


* Esta entrevista fue realizada a partir de un cuestionario contestado por correo electrónico en mayo de 2021, cuando Jorge Olivera estaba en Harvard University como invitado del programa Scholars at Risk. Sus respuestas originales fueron suplementadas con una entrevista más larga y detallada que le hice el 19 y 20 de febrero de 2023 en Pittsburgh, Pennsylvania, donde radica ahora como writer in residence en el programa City of Asylum. Finalmente, algunas respuestas han sido aumentadas con su entrevista dada a Juan Gómez Fernández y Rolando Rodríguez Lobaina para Palenque Visión como parte del proyecto Memoria de la Nación Cubana, el 19 de septiembre de 2018. Todas las fotos reproducidas aquí son de la colección personal de Jorge Olivera.




Notas:
[1] Thomas Kennerly Wolfe Jr.
[2] Esta respuesta fue dada en mayo de 2021.
[3] Olivera se refiere aquí al Decreto-Ley 35, aún no sancionado en mayo de 2021.




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Jorge Olivera: “No hay nada voluntario en un sistema totalitario” (I)

Ted A. Henken

Jorge Olivera Castillo es periodista y escritor. En Cuba, dirigió la agencia de noticias ‘Habana Press’, hasta que fue encarcelado durante la llamada “Primavera negra”, en 2003. Ahora, vive en el exilio.