El tiempo pasado era indescifrable. Tan absurdo como el drama de un plomero: no tener agua en su casa.
El hombre llegó a hacer un trabajo en aquellas tuberías de la primera mitad del siglo XX. Erik ya había aparecido. Solo tenían derecho al agua algunas partes de la ciudad. Más próximas al mar. En la periferia la gente se estaba matando.
No pudimos lavar la sangre de Abel. Era inmoral abrir nuestras llaves de paso. Incluso, riesgoso. Nos autocondenábamos a la sed. Como una vida de renunciación y sacrificio.
Una mujer despierta en las noches. Necesita agua caliente. Tiene una enfermedad en los huesos. La dependencia del agua me recuerda esa rara conexión entre la tierra y el mar. Entre el río dulce y la sal.
La mujer es la esposa del plomero. El plomero llora mientras su llave universal desprende los nudos para destupir la magnesia. Sale agua negra y podrida. Como si el amasijo de tubos estuviera enfermo.
Entonces llega la urgencia, la necesidad de hacer algo por los vivos.
―Ustedes no parecen tener esa edad.
―Estás en un lugar peligroso. Tal vez seamos vampiros.
―Na, no les tengo miedo.
El plomero estaba más allá del bien y del mal. Su obsesión era el agua. Podía ver crecer unos colmillos enormes, desplomarse todo ante sus ojos, excepto a su mujer.
Era un hecho. Como es un hecho que los hombres cuando quieren, quieren más. La mujer casi siempre se decanta por los hijos.
Una máquina de tiempo
En la mañana, Erik había salido de la mano de Erika. Como el Yin y el Yang. Al caminar se detenían en los objetos que estaban en el suelo. Objetos de distintas épocas. Se sentían en el futuro de un viaje en el tiempo.
En un casete estaba grabada la voz. La misma voz extraña que Erika había escuchado en la OFIBMAL. Y la risa.
―JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA, that´s me again. Are you still in Ekuba? Run, run! Nobody cares about you.
A Erik comenzaba a molestarle que Erika se volviera supersticiosa. Un hecho absolutamente fortuito, para ella cobraba densidad.
―Esto es una curiosidad. Pura coincidencia.
―No, Erik, es un hecho que nadie visita este país. Que sus políticos son carroña. Esta isla huele a cadáver. Y no hablo precisamente de Abel.
―No había otra salida para él. Lo suyo fue un “suicidio asistido”.
―¿No te parece extraño que construyan tantos hoteles? ¿Quiénes los habitarán, los muertos? Cada vez hay más casas convertidas en tumbas. Vacías. Habitadas por almas. Sin cuerpos.
―Acéptate de una vez, Erika. No eres tu rostro.
La seducción
―La naturaleza es sabia, pero el hombre más. ¿Es esto verdadero? La naturaleza nos pone a jugar un juego que perdemos de antemano. Engendrar vida crea la ilusión de “parecer inmortales”.
Erik mira fijamente a los ojos de Erika.
―¿No te das cuenta de que es solo un capricho? ¿Para qué quieres reproducirte? Déjale ese trabajo a los otros. El sexo enturbia los sentidos, tal vez convertirlo en algo psíquico sea poshumano. El “séptimo sentido”. Solo alcanzo la plenitud cuando hago películas.
Erik estaba fascinado con W.R. Los misterios del organismo. Su sexualidad era pura experimentación. Una manera de entrar en diálogo consigo mismo. Pensaba que tal vez Erika sí debía embarazarse. Pero solo por el mero placer de ver el “comienzo de la vida natural”.
Sentía curiosidad. Al mismo tiempo su inmortalidad le hacía perder interés. Como un joven viejo. Sin endorfinas.
Las noticias
El psicólogo austríaco Wilhelm Reich inventó “la máquina de los orgasmos”. Era comunista. “Camaradas, no puede haber conflicto entre el socialismo y el amor físico. El socialismo no puede excluir de su programa el placer humano. La revolución de octubre se truncó cuando se rechazó el amor libre”.
La interpretación del Manifiesto de Marx terminó siendo un viaje de retorno.
El día empezó a volverse monótono. En el jardín del balcón dos plantas, la menta y la prodigiosa, se habían secado. Pero, a pesar de sus dudas, Erika decidió creer que, en efecto, estas eran señales divinas.
Encendió su ordenador y comenzó a navegar como quien echa un bote a la mar sin remos.
―Debido al incremento de los contagios y a la falta de recursos para atender a los pacientes, jóvenes egresados de la Universidad de medicina UM, realizan protestas frente al Ministerio de la Enfermedad en La Gana. Hansel Pérez, el líder de la Federación de estudiantes libres FEL, minutos antes de que lo golpearan y se lo llevara la Policía Nacional, PN, dio declaraciones a nuestro medio.
―Nosotros no vamos a parar hasta que el gobierno dé la cara y admita que desde hace muchísimo tiempo ha abandonado las inversiones en el sector de la enfermedad. Muchas empresas internacionales que fabrican medicamentos, se están retirando porque el gobierno ekubano, no paga. ¿Cómo vamos a tratar la salud de los enfermos? No hay recursos, algo tan simple como una sutura, no la hay. Es un asunto verdaderamente grave.
―¡Resistir! ¡Luchar! ¡Vencer! ¡Resistir! ¡Luchar! ¡Vencer!
Las imágenes muestran a centenares de estudiantes con sus uniformes verdes. Erika hace scroll.
―Mi nombre es Leima Espada. Desde hace más de cinco años me impiden ejercer mi profesión de actriz, tampoco puedo hacer periodismo, aunque sigo escribiendo poesía. Claro, una cosa es escribir y otra publicar, peor, leer en voz alta mis poemas frente a un auditorio.
―Leima quería preguntarte algo, hace poco supimos que el gremio de actores-periodistas-escritores se estaba reuniendo con la finalidad de pelear contra la discriminación política. Se ha incrementado en los últimos años especialmente después de fundado el Ministerio de Contrarrevolución. ¿Qué impacto ha tenido este nuevo movimiento gremial?
―Lamentablemente no tengo buenas noticias. Admito que, cuando me eligieron para la Comisión de Prohibidos y Olvidados entré con escepticismo. De eso han pasado varios meses. Imagínate qué absurdidad que ya esté prohibida y prontamente olvidada por los propios miembros de la comisión.
―A ver, para que nuestros seguidores y yo podamos seguirte. ¿Podrías detallar más, ahondar en ese asunto?
―En ninguno de los informes redactados para presentar a la ministra, aparece mi caso. Los argumentos esgrimidos por mis colegas son absolutamente extraños y poco convincentes. Nada, tengo que reírme. JAJAJAJA.
La actriz-periodista-escritora comenzó a reír de forma incontrolada. Erika sintió una conexión extraña. La locutora trató de aparentar que no pasaba nada.
―Hay rumores que el Ministerio ha ido citando a algunos miembros de… no sé qué nombre le daría pues han decidido apostar por ser aceptados como una asociación, ¿tienes algo que agregar relacionado a este aspecto?
―Pues sí, realmente no me ha quedado claro qué quiere realmente el gremio. Parecen más preocupados por la producción que por las razones que en teoría nos condujeron allí. Hay incluso algunos que han decidido, de manera arbitraria, reunirse con la ministra.
Erika sale de la habitación. El suelo se ha llenado de moscas que absorben la sangre de Abel.
Erika en el vientre de una ballena
Vivir una vida autoconsciente entraña riesgo y fascinación. Como un ensayo. Prueba y error, error y prueba.