Jonatan María Reyes

Int 4:53 am

me despierta el camión de basura
el abanico sin tapa rozándome la cara.
suelto un sudor casi vaselina.
afuera se oye el carrito de compras
que siempre se acerca 
y nunca he logrado ver.
la luz del poste se mete entrecortada
por la persiana. 
a rayas salgo de la cama
de la habitación y llego a la cocina. 
en la nevera encuentro
una lata abierta de refresco 
y un guineo negro.
me paso por la frente la lata fría fría.
cierro la nevera, la negrura 
se estira, acapara todo.



Secuencia

noche 1: sueño con un policía que corre
en llamas por una calle de Río Piedras. 

noche 2: tengo el mismo sueño pero el policía
esta vez salta a una piscina.

el policía no vuelve a salir de la piscina 
pero del agua sale humo, bellísimo 
y casi technicolor.

noche 3: se repite el mismo sueño pero esta vez
hay una muchedumbre fascinada con el humo 
que sale de la piscina 
y los flashes de sus celulares lo resaltan.

noche 4comenzaba el mismo sueño pero
el sonido del camión de basura me despierta.

noche 5: sueño que el camión de basura
me persigue por toda la avenida.



Ext 3:07 pm

la isla donde aprendí
a flotar en charcos
y lagunas

esta tarde de futuros resbalosos
y amoríos en el burger king
            de la esquina

            parece una balsa 
            que comienza
            a desinflarse 



Aún wikén

con un flow apenas de santoslos heladeros regresan al local de inicio
sueltan los cuerpos por las cunetas 

en la calle entera las teles sincronizadas 
en la misma película 
de Van Damme 

vecinas se pasan el blower 
a to’ jender

la agencia hípica sigue patas arriba 
las quenepas caen y rebotan
sobre los techos de zinc 

mientras la luz de los postes 
coge a medio mundo bajando
de un negocio se escapa
un gallo a toda prisa  
como si hubiera 
visto al diablo 



Pausa

de espalda al graffiti:
el gobierno brega bien cajita e pollo 

una niña agita una katana 
de plástico contra el aire. 

algo más que piel muerta
se eleva sobre 
el alambre de púas.

de a poco, se le sale
un pedazo de país 
a la costa. 



Un día feriado

en un lugar parecido a un patio 
sacamos de un candungo presas de pollo.
mordemos las presas, arrancamos
la piel, rompemos los huesos.
nos cruza un tendedero lleno de camisetas
réplicas de marcas gringas,
la mayoría abombá por la humedad. 
al pie de los escalones la perra 
muerde una chancla.
afuera pasa un cortejo fúnebre, 
se mueve como un gas.
al caer el sol y reinar los mosquitos
dentro de la casa 
que se balancea sobre pilares, 
jugamos super nintendo,
la perra persigue un lagartijo,
las flores cuyo nombre nadie recuerda
se desprenden del jarrón. 
la cocina es un mangle que hierve. 
a los costados, disimulados 
anidan los estragos del último huracán
zonas ensambladas con silicona
o pega barata, auspicios 
del gobierno.
el lagartijo que la perra seguía 
ahora la persigue a ella.



Hey

dejaste el teléfono descolgado. 
se oye todo allá fuera. luego me cuentas
si esas eran pistolas de fulminantes, 
en mi niñez tuve varias. no sé si es brisa
o es estática eso que golpea 
el auricular. allá no se parece aquí
ni nunca se va a parecer.
aquí no nos arrodillamos
sobre los cuellos 
ni nos estamos preparando
siempre para el apocalipsis.
ya eso lo sobrepasamos hace rato. 
aquí con que la amargura
se baje a cool cool
y sepamos improvisar,
estamos bien.



Escena x

aquí chillin, con la gracia
de lxs que bajan al infierno y salen. 
no sé si ileso, pero al menos
tengo ganas de otra ronda
de esos refrescos que burbujean
camino adentro y hacen olvidar
hasta los fantasmas 
más frecuentes.
llevo un buen rato sentado 
en una silla de plástico. idolatro 
la incertidumbre de esas sillas. 
en la vellonera suena en repeat
 “marejada feliz”. 
mi paisaje es una máquina
de pinball que ya nadie juega,
una mesa de billar 
con un jugador solitario
y una entrada por la que se ve  
parte de una pelea callejera.
de una, voy al peor. 



Chance 1.2

las bolas de ping pong 
golpean las paredes plásticas 
de la tómbola. 
chocan entre sí, cogen caminos 
aparte, algunas se alejan lo más posible
del punto de salida, 
otras quedan suspendidas sin tocar 
ninguna superficie. 
del otro lado de la programación 
echada a su suerte
permanece la tele encendida 
y solitaria 
transmitiendo otra vez tarde 
en la noche ese sorteo 
en el que la mayoría de nosotrxs 
salimos perdiendo,
si se le puede llamar pérdida 
a ese margen de error. 



Pausa

un carrito de compras 
se incendia en medio de la calle.
quema como leña 
la chatarra rescatada.

contra todo pronóstico 
la llovizna nocturna
lo apaga.

antes de comenzar el día,

cruza la avenida 
lleno de latas de refresco 
de la mano 
de alguien cuya tendencia es llenar 
lo que encuentra vació.



En 5 minutos de ocio

abro el gas, prendo la estufa, recaliento
las sobras del almuerzo de ayer, espero
apoyado sobre una ventana empañada
siento la vibración del vidrio, la calle
violentada por una fuerza superior.
vuelvo a la cocina, siento el calor
de la hornilla, una parte ajena a mí
que hierve. limpio algunos platos
acomodo la basura para sacarla, lo
postergo. me molestan las manchas 
de semen en mi camiseta. veo que
en la tele sale una escena de
la película the fly, la de Cronenberg.
pienso en lo inútil del matamoscas
subo la radio, percibo el mundo a
través de la interferencia, regreso
a la ventana, veo los edificios,
el depósito de chatarra, los hoteles
las oficinas encendiéndose; entreveo
una máquina viviente y fría. me toco
el rostro, siento las huellas del acné
me siento en una silla coja, abro una
lata de cerveza; prendo un fósforo
por el simple hecho de ver el fuego.
por un instante recuerdo con qué
gracia los patos salvajes atraviesan
el smog. aplasto la lata, y subo el
volumen de la tele al máximo.



Lapso en el barrio

en la acera algunos
vecinos juegan ping pong
y comen pollo frito.
el laundry está lleno
de gente que vigila la
rotación de las secadoras.
extrañxs interactúan
brevemente en gasolineras
o en supermercados.
a partir de medianoche
la acera se vuelve una
pista necia y resbalosa.
el camión de basura
inicia su recorrido
se mete por doquier.
las moscas parecen arder
en el aire. un poco más
tarde, la velocidad
contra el objeto estático
no significa un carajo.



Situaciones

chatarra acumulada en una esquina.
varias ratas que la separan.
un carro oxidado con un anciano
adentro que huele pega para no
desprenderse.
celofán cubre una lámpara
encendida, la lámpara el único
objeto que se ve en el interior
de un apartamento vacío.
una doña con la cabeza cubierta
de papel de aluminio le echa
agua a las plantas.
un cartel gigante lleno de musgo
y con las luces fundidas
goza de su vieja euforia.
se escucha: un tiroteo, popcorn
reventando, la bala desgarrando
la piel, la boca masticando el pop-
corn, la bala reventando en el interior
el popcorn bajando por la garganta.
luego sucede el más terrible silencio
interrumpido al rato por cosas
que caen de los edificios
y que rebotan al golpear el suelo.



Una anomalía

encontramos un gato muerto
rodeado de moscas.
abrimos un hoyo en el parque
metimos al gato en el hoyo
lo cubrimos con cartón
y papel de periódico.
fingimos hacer una oración
y quedamos solos ante
la frecuencia. por otro lado
la carne no quería ceder
y se aferraba al esqueleto
todavía cálido
como un último intento
de persistir. o sea: esa
esperanza tan ingenua
era algo sagrado.



Noche / Sábado 10:41.  

un auto averiado
permanece en la vereda.
una de las pasajeras
está recostada del
parabrisas, otra intenta
arreglar el motor.
cerca hay un 7-eleven
vacío y fosforescente
y una cabina telefónica
cubierta de graffitis.
la calle está muerta
el auto está muerto
es un pedazo de chatarra
sin nada de esperanza
así como lo que queda
del sueño americano
o del sándwich frío
que una de las pasajeras
compró en el 7-eleven
solo para dejárselo
a las hormigas.




© Imagen de portada: Jonatan María Reyes.




Sobre el autor:
Jonatan María Reyes es de Santurce, Puerto Rico. Ha publicado varios los libros, entre ellos Databending (Barnacle, Argentina 2019), Lo común también cruje (La Impresora, Puerto Rico, 2020/Herring Publishers, México, 2020) y Contando las horas con los dedos (Herring Publishers, México, 2022). Obtuvo el XI Premio Internacional de Poesía Gastón Baquero y también la beca Letras Boricuas de las fundaciones Flamboyán y Mellon. Algunos de sus textos han sido traducidos al italiano, griego, inglés, francés y portugués. También escribe guiones de cine.




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Damaris Calderón, Dolan Mor y Antonio José Ponte

Legna Rodríguez Iglesias

Este dosier podría llamarse: “Los poetas cubanosrecomiendan”. Pero entonces sería traicionera con el tiempo perfecto de la poesía.






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