Un pájaro se estrella contra el vidrio.
Gato cuece su boca hace sonidos de cristal se avienta
contra el ave moribunda.
Círculo de selva en el cuarto de al lado.
Un pájaro se estrella contra el vidrio.
Lo observo.
Ala enmudecida de tanta claridad.
Pájaro sabe que debe estrellarse contra el vidrio y vuelta alto
alto
muy alto
y mancha de sangre su trayecto.
Soy la boca del gato
que coge al pájaro por el pescuezo
le doy muerte con aliento tricolor
bebo líquido espeso
engullo.
Me apropio de su viaje.
Llegué el día de la lluvia.
Gato con sangre de pájaro en mandíbula esperaba en casa.
La casa.
Cubierta de hojas y de olores calabaza.
Nunca supe qué era el viento antes de aquí.
Nunca supe de miradas al piso ni de lenguajes quemados.
No sabía que aquí los coches no chocaban
ni se paraban al lado
de las aves muertas.
Aquí el aire huele a tierra y ese tiro al aire no es un tiro al aire
ese sonido es estruendo de ojos que niegan verlo todo
sonido que es celebración compañía
sonido
que es esto
y esto
y esto.
Aquí hay lagos que te secan el rostro y no puedes mirarlos
fijamente.
Ese lago de nombre principal recoge cuerpos
los entrega como ofrenda.
Pienso: la luna es más grande aquí, desde esta casa.
Y los pájaros
que se estrellan contra vidrios
renacen.
44 años es demasiado tiempo
para no estar en un país.
María Zambrano no soltó a sus gatos y escribió:
Nacer sin pasado, sin nada previo a que referirse, y poder
entonces verlo todo.
Huir es nacer sin nombre
sin vuelta a un origen de aparente vacío.
Las manos de María acarician a sus gatos
maullidos con gestos afrancesados.
¿Qué lenguaje adquieren los gatos
cuando sufren el destierro?
Busco cómo sanar el tronco de un árbol
que se tuerce en mi sala.
La planta se inclina
cae con tropiezo
mientras el gato mira y prepara sus dientes
quiere hincar sus colmillos
en la rama torcida
arrancarla quizá
para evitar más daño
ahorrarme el problema de curar
de intentar salvar
aquello que no puede sostenerse.
El árbol que pienso enderezar termina de caerse.
No hubo tiempo ni mordisco
ganas quedadas en mis manos.
El gato ruge
trepa por mi espalda para llegar al árbol.
No lo dejo.
Pienso que el árbol puede salvarse todavía
lo dejo desbordado en su tierra
y su tronco sangra en blanco.
Decido no tocar ignorar la muerte
mientras alzo sus ramas con mis manos.
Lo dejo suspendido
creyendo que se nutre del vapor.
Busco todavía
otro suelo donde pueda renacer.
[Sala de emergencia]
Hemos recorrido más que el asfalto. Dejamos pasar avisos de tránsito que nos advertían del posible desastre. Nos convertimos en un accidente que dejó estragos. Explosión de guerra avisada. Te conocí cometiendo el delito de lanzar una bomba directo al miocardio. No medí los frenos, me automediqué y me provoqué una sobredosis. [no entiendo cómo se desintoxica una herida queriendo a alguien roto.] Aquí estamos, en el eco del olvido, en la catástrofe del metrónomo. Tenemos la cronología completa de los accidentes y el país nos ayuda a reinventar la historia. Pasamos las venas como pasamos la página, pero no olvidamos. He cometido el error de quererme poco y dejar que otros se den cuenta. Sin embargo, vuelvo sin venganza al accidente que fuiste y lo convierto en un vendaje para no mostrar el hueso. Coloco mi herida en la candela. Me revuelco en la miseria que dejaste. Y la muestro.
Subrayo un título
como subrayo un país
Nos hemos convertido en una pantalla. Adormecidos ante el estruendo de las piernas. [cobija hueca con noticias de otro mundo.] El muerto que no nos pertenece y el mandatario obsoleto acusado de corrupción. El programa en otro idioma y la antena infaltable en cada ventana, en cada hogar. Nos dicen que aquí vale más el derecho a la alimentación que el derecho a la vida. Y morimos, pero comemos. En mi pecho se devoran paraísos, playas, Los Roques, Mercal, La Tortuga. Subrayo un título como subrayo un país. El tiempo cambia y nos inventamos las estaciones. Nuestro invierno es una lluviecita y el verano es El Guri seco. Nos atropella una moto y seguimos. Tengo una patria de enjambres. ¿Quién nos enseñará a salir de la pantalla? Quiéreme y sácame de aquí, dijo Manolo García, pero nunca lo escuchaste.
Caracas, sé que encontraré
mi nombre en tu falta
El que con plomo viene, con plomo se va.
FAMASLOOP
Caracas es una mujer con el pecho lleno de balas. Soy extranjera junto a tanto plomo. Nos observa el mito del volcán dormido, se burla de nosotros por incapaces. La ciudad de los padres y de los abuelos. La Caracas entre los dientes que no queremos soltar. La del torrente congestionado. Ciudad a la que temo. Esa, la de comunidades en forma de avalancha que presume ser comuna, la de las arterias tapadas. Caracas, oxígeno sin tanque y sala de emergencia de todos los días. Morgue. La de los hierros. La que no quiero ser cuando me vaya y que no quiero que me sea.
Caracas, única mujer que obliga a quererla mientras te apunta en la sien.
Resistencia a la insulina
Pronto olvidarás que también eres agua
Chamuscarás tu lengua morada
mientras masticas el dulce
No querrás beber la pasta naranja
que te seca los labios y te revuelve el estómago
Te dirán que repitas el ciclo
una y otra vez
mientras te pegan el brazo a la mesa de las inyecciones
Aguantarás una aguja
dos
tres
[la pasta naranja se mezclará con tu sangre y dará
el diagnóstico]
Pensarás en el antecedente:
el abuelo diabético que te dejó esta herencia
el pretexto que busca el dulce para ser ansiolítico
la excusa de los doctores para extraerte plaquetas.
¿Qué hacen con la sangre que sobra en los tubos de ensayo?
¿A dónde van a parar esos pequeños agentes
portadores de nuestra historia?
¿Dónde se nos olvida o se nos ubica?
¿Se nos desechan los genes
como muertos apilados en el cementerio?
¿O se conservan para herencias vivas
en gavetas de enfermeras?
El mundo se llena de nuestros tubos de ensayo
somos también sangre fría y congelada
portadora de enfermedades y de identidad genética
nadie igual a nosotros
todos iguales en los tubos
Venimos arrastrando el tipo de sangre de otro
mezclado con el otro
para ser otro
Solo nos diferencia la enfermedad que escogemos
y la que nos imponen.
Síndrome delictivo
Síndrome, del griego συνδρομή. suscripción. síntoma de cuadros asíntomáticos. salir o no salir. encerrarse para que no te maten. morir encerrado, del griego πεθάνω κλειδωμένο. Enfermedad de disparos y círculos viciosos. Patología de un país en ruinas. Autismo ciudadano. Síndrome de Amok disfrazado de bandera [sin suicidio], con ánimos de destrucción. plan diseñado para la supervivencia.
Matar y morir por un paquete de harina. matar y morir por un celular inteligente. matar y morir porque te metes en mi vida. matar y morir porque me caes mal. matar y morir porque no tienes cáncer y debes morir [igual], al lado de lo que te dejo, si no te lo quito.
Síndrome de bandera rota y astillada. Síndrome de nación petrolera llena de gasolina en los oídos. Síndrome de vergüenza nacional. Síndrome de un país que calza completo en la lista de enfermedades sin vacuna encontrada. Síndrome de rodilla en tierra y manos al aire. Síndrome de nacional cansado y aburrido. de protesta cansada y aburrida. de ladrón sediento y aburrido. Síndrome de todo lo que somos sin lo que somos porque no tenemos nada, de plaqueta rota en hospital porque no hay insumo y de vacuna mortal sin prescripción porque todavía somos gente y merecemos seguir intentando. Síndrome terminal de nación acabada en una guerra que no somos y que merecemos por ser nosotros, los del Caribe con el sol en la espalda y la playa de frente.
Somos el barco en el cual nadie zarpa, y sin antipaís conocido para resguardarnos.
Demasiado hueso,
demasiado calcio
Nada sabemos del final hasta que nos quebramos.
Las costillas solo suenan cuando se rompen. Le pedimos al amor ser puente sobre barrancos y ahí nos quedamos, en la suspensión. Siempre pensé que tu boca tendría sabor a aspirina. [angina de pecho. sensación de estrangulamiento localizado que dura quince minutos antes del infarto.] Dejarte fue aliviar la sensación de una muerte repentina. Dejarte fue tan fácil como cualquier herida que se cura con alcohol. Unos minutos para ser pasado, para ser el muerto-de-alguien, para ser la-carga-del-otro.Lanzarse al vacío fue siempre cosa mía. [y me quebré.] Demasiado hueso, demasiado calcio. Había tanto que quebrar que decidiste quererme poco. Me dejaste con el cuerpo hinchado de árboles. Con la imaginación fracturada. Le pedí a nuestro amor que fuera un puente sobre un barranco, pero sólo fue una medida preventiva para no caer al vacío tan pronto.
Quince minutos para ser póstumo
A Yani
Ciudad de accidentes cardiovasculares. Avenidas como venas rotas de tanta grasa. Ciudad de misiles en dos ruedas. Ciudad de Yani Conte asesinado. Sueño incompleto sin poder dormir. Dicen los cuchillos que un hombre es un delito común, que un asesinato impune es prontuario negligente. ¿Han visto alguna vez una mancha de sangre en el concreto? Se asemeja a una mancha de aceite, pero más espesa, más humilde que el petróleo, más sincera.
Todo lo de Yani se quedó póstumo, y en lo póstumo, él no deja de cantar. Los cuchillos dicen lo que la ciudad calla y aun así hablan más de la cuenta. Salgo a la calle y veo a un asesino en cada hombre. Una puñalada / dos puñaladas / seis puñaladas. No hay número exacto en las variables del duelo. El cuerpo roto hace entender la cobardía del ataque: la raja inexacta del asesino inexperto. El lugar de la coincidencia: la Caracas extraviada. Tres y cincuenta y cinco. Cuatro y diez de la mañana. Quince minutos para ser póstumo. La otra parte de la historia está borrada por la huida.
Cobardía se escribe con [C] de Caracas. Una mano asesina es una huella adulterada, un ADN intervenido. Quince minutos y Yani Conte no dice. Solo queda una ciudad para tragar en seco y recordar.
Anatomía de un infarto
Poco a poco se te congelarán las piernas. Sentirás que un gato te maúlla fuerte en el oído. Necrosis corporal. Que ya no me llevaste sangre. Que ya me tapaste las arterias. Que ya basta del maltrato que me irriga el cuerpo. Que ya no sabes pronunciar un nombre. Que te tocas el pecho y el tacto duele menos cuando es propio. Que el aire también infarta. Que esto no es grito ni resistencia. Desgaste coronario. Problema sanguíneo de comunicación. Falta de compostura ventricular. Que este grito no es aullido.
Hay amigos que son arterias, amigos que se tapan. Trombosis isquémica. Hay personas que son infartos y tienen brazos y piernas y cuello. Anatomía de un delirio. [qué dolor, qué muerte me produces.]
Rutinas
Me examino los senos y me toco el vientre cuatro veces al día. Programo las alarmas para beber agua porque sola no me acuerdo. Me saco la sangre tres veces al año y tres veces al año las venas me duelen. [me acostumbré a las agujas para resistir.] La quimioterapia asusta, la radiología asombra. No soy de soluciones que requieren tiempo constancia caída de cabello nauseas vómito ausencia de juicio amnesia. Destrucción celular, proceso de supervivencia. Tengo miedo a lo que ignoro, a lo que no padezco, a lo que veo en otros. Admiro a los enteros que se mutilan. Citología. Biopsia. Pedazo de carne enferma extraída para diagnóstico variable. Miedo. Miedo. Miedo y redención.
Rodilla en tierra
[Dicen que el primer paso en la caída
es la resistencia]
El mío fue el declive
el doblaje de rodilla
a secas
Fémur en tierra
tibia en tierra
autoestima en tierra
patriotismo en tierra
ego de país sostenido en el abono
en estiércol visceral
que nos hace ciudadanos
Rodilla cansada de tanto montaje de tarima
Rodilla cansada de tanta marcha
Rodilla cansada de tanta postura política pospago de quincena
Rodilla cansada de tanto ministerio
Fémur lesionado de tanta cola
tan poca leche
tan poco pan
de ser pasteleros de un país guardado en la despensa
Tibia fracturada y enyesada
como ligamento de ciudad unida por puentes de azufre
pie descalzo pisando latifundios
ejercitando el músculo de la desobediencia
huella desnuda ante el pavimento
siempre mendigándole la historia
Rodilla calcinada de tanto tocar este suelo
que me quema
y que por dentro
solo está lleno de petróleo.
[Cardiopatías]
Un poema es una cardiopatía
un problema en el corazón no resuelto
crónico
genético
El verso cae contraído en su desdicha,
se vuelve líquido que salva si es rojo
mata si es blanco
Glóbulo retorcido en el ayer
aguja punzante de corazón sin memoria
Todos los latidos nos dicen
que hemos nacido para arder.
Escalpelo
Holding the word scalpels on trembling lips
Stand straight, look me in the eye and say goodbye.
Marillion (Jigsaw)
Brindo por el vientre al que le costó sangrar durante un año
y por la herida de aquel día que todavía muestra sus huesos
por el estómago que se contrae cada vez que las palabras arden
y por las cicatrices de mis piernas cuando avanzan a destiempo
por el dolor que me da llegar a las luces apagadas de mi casa
y por el vaso de agua que nadie ha recogido de mi cuarto
por todo lo que duele mi cocina
porque casi nunca siento hambre
por mi fecha de expedición extemporánea
por el cordón umbilical que me arranqué a mordiscos
por este útero roído de tanto examen
tanta condición mujer
tanta condición hombre
tanta condición cuchillo
Brindo porque se puede morir de huracanes
morir de país
de cuerpo sano
de cuerpo alegre
Se pueden sacrificar todas las cicatrices por ninguna
todos los paisajes por ninguno
ningún temblor por tus temblores
todos mis miedos por ninguno
y aun así me reviento ante el temor del escalpelo
y sangro.
© Imagen de portada : Oriette D’Angelo.
Sobre la autora:
Oriette D’Angelo (Caracas, 1990). Escritora, artista visual y académica. Actualmente estudia un doctorado en Literatura Hispanoamericana en la Universidad de Iowa, donde también cursó un MFA de Escritura Creativa en Español. Es fundadora de los proyectos digitales Digo.palabra.txt y #PoetasVenezolanas. Máster en Digital Communications & Media Arts por la DePaul University, Chicago. Autora de los libros: Pájaro que muerde. Diario de Iowa, 2018-2019(LP5 Editora, 2022); Inquietud (Digo.palabra.txt, 2021) y Cardiopatías (Monte Ávila Editores, 2016); este último Premio para Obras de Autores Inéditos, 2014. Seleccionó y prologó la antología de poesía venezolana Amanecimos sobre la palabra (Team Poetero Ediciones, 2017). En 2015 obtuvo el segundo lugar en el I Concurso de Crónicas de la Fundación Seguros Caracas y en 2016 el tercer lugar en el Concurso Iberoamericano de Poesía «Letras de Libertad» de Un Mundo Sin Mordaza. Enseña talleres de escritura, pinta y hace collages.
Magali Alabau
Magali Alabau. Poeta. Nació en Cuba y reside en Nueva York desde 1968. Estudió teatro. Ha publicado entre 1986 y 2016 nueve poemarios.