Benjamín Netanyahu promete un control de seguridad indefinido sobre Gaza tras la guerra, lo que hace temer una ocupación permanente.

Benjamín Netanyahu promete un control de seguridad indefinido sobre Gaza tras la guerra, lo que hace temer una ocupación permanente.
Explicar la censura en Cuba acaba siendo un ejercicio de tedio infinito.
Greenaway relee a Shakespeare y coloca, en cada página, miles de notas al pie que hacen de ‘The Tempest’ una historia con diversos tipos de legibilidad: la teatral, la fantástica, la histórica, la antropológica, la estilística, la visual, la onírica, la sexual y la operática.
Policía usa gas en Madrid contra protestas por pactos del PSOE con independentistas; hay detenidos y heridos.
Heberto Padilla aprovechó su condición de chivo expiatorio para protagonizar una farsa que era, también, una llamada de auxilio ante los ojos de Occidente.
La ONU exige un alto al fuego inmediato en Gaza mientras el número de muertos supera los 10 000, entre ellos más de 4000 niños.
Nicaragua se encamina hacia la dictadura mientras el presidente Ortega y la vicepresidenta Murillo aprietan el cerco, subvirtiendo la democracia con la economía bendecida por el FMI.
La frontera estadounidense registra un aumento de migrantes procedentes de Asia y África, triplicándose las detenciones a medida que se expanden las redes mundiales de contrabando.
Israel se enfrenta a la presión mundial para lograr un alto al fuego en Gaza en medio del creciente número de víctimas civiles.
En ese país perverso que ha desaparecido por el genocidio cultural que significó la Revolución Cubana, la frase carlos-alberto-montaner podía significar tanto el estigma público (es decir, la histeria estatal) como varios años de cárcel.
Ciertas preguntas a Lourdes González Herrero, poeta, narradora y directora de Ediciones Holguín.
A propósito de El regreso (Blanca Rosa Blanco), El viaje extraordinario de Celeste García (Arturo Infante), y Un traductor (Rodrigo & Sebastián Barriuso).
Cuando llegamos a nuestro edificio, por fin me miró. Tenía los ojos de mi madre y sus facciones aguajiradas de cuando jovencita, más o menos en los años del triunfo de la Revolución. No tuvo que decirme más nada. Los dos entendimos que los dos lo habíamos entendido.