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Yo maté

Fidel me firmó un papel. Cuando me muera, seré enterrado en ese pedacito de tierra que está detrás de los fogones, allí donde ahora están los puercos.

Tres tristes prosas

A las clavadistas no parece interesarles demasiado su aspecto: son sacerdotisas de una secta, seres que comunican elementos incompatibles para los no iniciados: surcar el aire, hundirse en el agua. Otra belleza, ahora, consagrada a otros dioses.

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