La ministra rumana de Cultura, Raluca Turcan, dijo que el país tenía “el deber moral” y la “obligación” de concienciar a las generaciones futuras para que no se repitieran los errores del pasado.

La ministra rumana de Cultura, Raluca Turcan, dijo que el país tenía “el deber moral” y la “obligación” de concienciar a las generaciones futuras para que no se repitieran los errores del pasado.
El Papa Francisco reafirma la apertura de la Iglesia católica a todos, incluida la comunidad LGTB, subrayando la necesidad de respetar las normas eclesiásticas vigentes.
La decisión de Occidente sobre la intervención no sólo marcará el futuro de Níger, sino que también determinará la estabilidad de toda la región de África Occidental.
La agenda de Sánchez incluye reuniones con los primeros ministros de Noruega, Irlanda, Portugal, Eslovenia y Bélgica centradas en la posición de la UE respecto a la guerra entre Israel y Hamás.
Transcurridos más de seis meses de guerra, Hamás declaró que estaba “estudiando” una nueva propuesta de tregua temporal, presentada durante las conversaciones con mediadores estadounidenses, qataríes y egipcios.
Como colectivo, estábamos solos en las manos abismales de la infinitud. El cosmos no formaba parte del castrismo. Y eso, sin saberlo, constituía un alivio existencial.
El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, visitará China el lunes y el martes para hablar de la guerra en Ucrania y de la profundización de la asociación entre Moscú y Pekín.
La desgracia de Tamara es infinita; más difusa que la bola del mundo, más caliente que la arena del Sahara, más pesada que la Antártida; más profunda que la desesperación, la desolación y la desesperanza, todas juntas.
A pesar de un año de estancamiento de los frentes de batalla, el objetivo de reconquistar el 20% de Ucrania bajo ocupación rusa parece poco prometedor.
‘Bruno Rodríguez Parrilla’ es una entrega de la serie ‘Cosa seria’, una columna de opinión del artista Omar Santana, en Hypermedia Magazine.
Mi gente, marchando desordenadamente por las calles de esa Habana arruinada, destrozada, no por el tiempo ni los ciclones, sino por la desidia de la otra gente, la que llenaba de consignas heroicas, y también terroríficas, a mi misma gente en harapos.
Esos 62 años, sumados al hambre, la opresión y a los efectos colaterales de una pandemia, crearon un terremoto de protestas contra la dictadura dentro y fuera del ámbito nacional.
Salvo contadas excepciones, el cine cubano continúa siendo hoy más de lo mismo. Dos filmes nacionales, proyectados el pasado año reafirman esa persistencia estéril en un decadente paradigma realista, en una estética de la repetición que el espectador consume como parte de un ritual en la luneta.