El presidente ruso, Vladimir Putin, está estableciendo las condiciones para una prolongada guerra de conquista en Ucrania. Durante una reunión con el Consejo Presidencial Ruso para el Desarrollo de la Sociedad Civil y los Derechos Humanos (CDH), comentó que la «operación especial» en Ucrania puede ser un «proceso largo» y que la adquisición de nuevos territorios es un resultado significativo de tal proceso para Rusia.
Putin se comparó de modo favorable con el zar ruso Pedro el Grande al señalar que Rusia ahora controla el mar de Azov, por el que este también luchó. Esta invocación de la historia imperial rusa enmarca de manera explícita los objetivos actuales de Putin en Ucrania como abiertamente imperialistas y aún maximalistas.
El presidente ruso se ha dedicado a condicionar las audiencias domésticas rusas a que esperen una guerra prolongada y agobiante en Ucrania, que continúa buscando la conquista de territorio ucraniano adicional. El espacio de información ruso respondió positivamente a las afirmaciones de Putin y estableció condiciones adicionales para la prolongación de la guerra, con un milblogger que comparó Ucrania con Siria y señaló que las fuerzas rusas no comenzaron a experimentar victorias significativas en el campo de batalla sirio, hasta años después de la operación.
El Kremlin ha venido estableciendo condiciones informativas para la prolongación de la guerra en Ucrania desde el verano, tras los estrepitosos fracasos de las fuerzas rusas para asegurar y retener sus objetivos principales. Este condicionamiento informativo es fundamentalmente incompatible con cualquier discusión sobre un alto al fuego o negociaciones. Putin no parece dispuesto a arriesgarse a perder el impulso interno deteniendo sus operaciones ofensivas, aunque sea por corto tiempo, y, mucho menos, a perseguir una vía de salida por debajo de sus objetivos completos, que, cada vez más claro, parecen incluir la reconstitución del Imperio ruso de alguna forma.
En particular, Putin está utilizando la Comisión de Derechos Humanos rusa como un medio para consolidar el poder político, de una manera que es fundamentalmente incompatible con los principios básicos del derecho internacional. Así, el 17 de noviembre cambió la composición de dicha comisión, eliminando a los activistas rusos de derechos humanos que criticaban la censura del Kremlin e instalando en su lugar a funcionarios políticos y de poder, así, como a un destacado corresponsal militar ruso.
El uso de un organismo nacional para abogar y establecer condiciones para la continuidad de una guerra genocida en Ucrania, socava las declaraciones hechas por el Kremlin sobre el supuesto compromiso de Rusia con los derechos humanos. El comentario de Putin acusando a Occidente de usar estos para violar la soberanía estatal socava una premisa central del esfuerzo internacional para protegerlos.
Putin reiteró la posición formal de su país sobre el uso de armas nucleares en una declaración al CDH ruso el 7 de diciembre, sin cambios notables. Afirmó que la amenaza de una guerra nuclear está creciendo, pero que Rusia no será la primera en emplear tales armas. Asimismo, agregó, que si bien Rusia no será la primera en iniciar el uso de armas nucleares, tampoco será la segunda en hacerlo, porque la «posibilidad de usar [un arma nuclear] en caso de un ataque en territorio [ruso] es muy limitada».
Putin reiteró que la doctrina nuclear rusa se basa en la autodefensa y declaró que cualquier uso ruso sería una represalia. También enfatizó que Rusia no está «loca» y es muy consciente del poder de las armas nucleares, pero no las «blandirá». Sus declaraciones apoyan evaluaciones previas de que, si bien los funcionarios rusos pueden participar en formas de ruido de sables nucleares como parte de una operación de información destinada a socavar el apoyo occidental a Ucrania, no tienen intención de usarlos en el campo de batalla.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, declaró que el ejército ruso busca una pausa operativa en el invierno 2022-2023 para recuperar la iniciativa y llevar a cabo una contraofensiva en la primavera de 2023. Por ello, dijo al Financial Times, en diciembre, que Rusia busca «congelar» los combates en Ucrania «al menos por un corto período de tiempo para que puedan reagruparse», “reparar, recuperarse y luego tratar de lanzar una ofensiva más grande la próxima primavera».
Comparto totalmente la declaración de Stoltenberg de que esto favorecería a Rusia, al privar a Ucrania de la iniciativa. Una pausa operativa este invierno, probablemente, culminaría las operaciones de contraofensiva de Ucrania, aumentaría la probabilidad de perder su iniciativa y otorgaría a las degradadas fuerzas rusas un valioso tiempo de tres a cuatro meses para reconstituirse y prepararse para luchar en mejores condiciones.
Sin embargo, Putin sigue pareciendo poco dispuesto a perseguir el cese de la lucha. El ejército ruso continúa las operaciones ofensivas alrededor de Bakhmut y, hasta ahora, se niega a sí mismo la pausa operativa que sería acorde con las mejores prácticas militares.
La fijación actual de Putin con las continuas operaciones ofensivas alrededor de Bakhmut y en otros lugares está contribuyendo a la capacidad de Ucrania para mantener la iniciativa militar en otras partes del teatro de operaciones militares. Los continuos éxitos operativos ucranianos dependen de la capacidad de sus fuerzas para continuar sin interrupción esas operaciones sucesivas durante el invierno de 2022-2023.
Cada vez que escucho a Putin reafirmarse como el heredero de la grandiosidad de Pedro el Grande, lo veo más errático y alejado de la realidad que nunca. Sé, perfectamente, que su procedencia como miembro del aparato represor ruso le ha dado habilidad en sus trucos de tergiversar, engañar y embarajar —como decimos los cubanos— a cuanto diplomático o jefe de Estado se ha cruzado en su camino. Pero su actuación general en este conflicto, comenzando por los errores garrafales de sus apreciaciones para iniciar una guerra total contra su estado vecino, lo revelan como lo que es: un pigmeo del arte militar y la guerra.
Los manuales que lo formaron como represor de la KGB lo habrán instruido en el arte del engaño y el crimen, pero nunca en la guerra. Todos sus argumentos para tratar de justificar esta ofensiva se han hecho polvo. Su guerra de conquista para recuperar la grandeza de Pedro el Grande ha unido estrechamente a la OTAN, que se encontraba muy debilitada, e, incluso, le ha agregado dos miembros fundamentales como Suecia y Finlandia. Los fracasos, uno tras otro, en el campo de batalla, desde el hundimiento de su buque insignia en el Mar Negro, el crucero Moskva, y los audaces golpes de Ucrania contra sus bases militares dentro de Crimea y ahora, en el propio corazón de Rusia, a más de 600 kilómetros de profundidad dentro de su territorio, parecen no decirle nada.
El logro más grande que va a conseguir Putin en esta guerra, es haber convertido a las fuerzas armadas ucranianas en las más modernas, eficaces y combativas de Europa.
Este será mi penúltimo artículo sobre la guerra en Ucrania. Ha comenzado el invierno decisivo y a Putin le quedan tres opciones, cual de las tres más sombría: capitulación condicional, capitulación incondicional o el colapso del ejército ruso con decenas de miles de prisioneros.
La primera, que parece ser la más sensata, pero donde está en juego su ego personal, consiste en retirarse del territorio ucraniano con la condición de negociar el mantenimiento del arrendamiento de las bases rusas en Crimea al precio que se acuerde con el gobierno ucraniano. En la segunda, se lucharía hasta la derrota total el ejército ruso en territorio ucraniano. Mientras en la tercera, se produciría el colapso total del ejército ruso. Esto no significa que se rinda, sino que se nieguen a continuar combatiendo. Esta variante sería muy peligrosa por las implicaciones internas en el Kremlin y la feroz lucha por el poder que se derivaría de ella. Con consecuencias, sin dudas, que podrían desembocar en una amenaza nuclear real, en dependencia de quién termine ocupando la silla del presidente.
Esperemos, pues, que sea la primera opción. Y que Dios ampare a la humanidad.
David contra Goliat
Ucrania depende de Occidente para obtener apoyo, pero es el resto del mundo el que depende de Ucraniapara detener la agresión que se extenderá fuera de esta región si no llega a contenerse.